1.MI PAISAJE FAVORITO [Poema del Editor]
2.Carlos Brandy [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA …de medio pelo

 

Cuando el mar está bravío
no me gusta ir a la playa.
que prefiero ir donde haya
una orilla junto a un río,
bajo algún chopo sombrío
mirar los cañaverales
y entre esos mismos bardales
ver como luce el estío.

Que ese fragor de las olas
me produce a mi tristeza
y me induce a la flaqueza
cuando allí me encuentro a solas
trayendo reminiscencia
-colegio en Fuenterrabía-
la angustia que producía
de mi familia su ausencia.

Sólo si el mar está en calma
voy a relajarme al mar,
allí me pongo a pensar
y descubro que hay en mi alma
-miro al fondo y me recreo-
deseos de adivinar
dónde acaba allí el soñar
si al final nada ya veo.

Si pudiera yo crear
mi paisaje favorito
montaría un chiringuito
con chopos en el lugar,
de algún río un afluente
y unos arbustos frondosos
que me miraran mimosos
y así estar eternamente.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Carlos Brandy

MIL NOVECIENTOS CINCUENTA Y CINCO

Un rostro como un río,
un corazón ardiendo
por encima de todo.
Esta inocencia debo
a la piedra donde puse
mi planta,
a los caminos, a los niños,
al mar, al cielo inmenso
con su anhelo de pez vivo,
a los árboles, a ciertos hombres
que abrieron su misterio
sin pronunciar palabra.
Aquí está mi vida,
en este tiempo y este humilde
lugar, donde por mi ventana
penetra el amable follaje,
y susurra su pequeña canción
con su lengua plena de savia.

ESTAR EN EL TIEMPO

Este estar en el tiempo
como un deseo latiendo en la memoria,
como un árbol fantasmal y absurdo
renovando sus hojas sin palabras;
esta lucha contra el aire,
el agua, el fuego, los pequeños
desastres desencadenados,
mientras las larvas del alma
crecen incansables, o mueren
en la prisa de su esfuerzo.
Todo lo tengo, es cierto:
mi casa, mi mujer, mis amigos,
las innombrables materias de la dicha,
y una nostalgia oscura,
penetrada por cosas que ignoro,
mientras sucede —tan callado—
el melancólico tiempo.

TRISTEZA

Sí, te conocí por tus ojos
oscuros y grandes,
por tu emblema donde un león dormía
entre escondidas garras.
Me enamoré de ti.
Mas ahora cae el olvido.
Así eres más hermosa todavía:
pero no puedo amarte.
Y ya no sobrevivo,
vivo simplemente,
y muerdo la pulpa de los jrutos,
bebo mi vino, hago luz
en mi casa.
Estabas en mi sangre;
hoy estás en la calle, lejos,
junto al invierno
en su más muda entraña.

Con la muerte de testigo

Con la muerte de testigo
escribí mi antiguo testamento:
nadie heredó
sino mi vida oscura,
estirándose como una amiba
mitad absurdidad, mitad sueño.

Con la vida como testigo
escribo un nuevo testamento:
lo heredará la sombra de mi cuerpo,
la sombra que lancé a la luz
y que acompañó en su existencia
triste y altivo,
pero auténtico en el tiempo,
frente a la luz y a la muerte.
Y todo hasta el final.

El bufón del rey

Como espada enterrada
está mi sombra, como espada
que comprendió su importancia
y su inutilidad.
Viviente y solo frente a la noche
a sus solemnes arganas de carbón y belleza,
y también su inexplicable soledad.

Ríos que en el espacio mueren,
luces que viajan silenciosas
como naves de otra realidad,
sombras y nombres de otras sombras,
explosiones, abismos, cansancio
de vivir y morir, mientras aquí
soñamos entre hojas que un otoño cualquiera
pondrá en las calles y se podrán pisar.

Así, frente a la montaña inmensa,
frente a sus luces frías me encontré con el tiempo,
y comprendí que él era el Rey
y todo lo demás su eterna corte,
y que sin su presencia nada ni nadie
podría soñar.

Hay polvo en el tiempo

Hay polvo en el tiempo
y días que se pierden
entre enredaderas de nostalgia.
Hay muelles donde el tiempo amarra
navíos silenciosos, y mástiles
donde penden misteriosas banderas.
Hay todo eso, y un gris acabarse
como si la muerte recién comenzara.

¿Quién tendrá serenidad
en esos andenes donde los trenes parten
sin saber hacia qué nada?
¿Quién pedirá su nombre al primer extranjero
que llame a su puerta, sin saber
quién vive o quién muere?

Definitivamente, todo está en el olvido
como flores ya ciegas o puertas sin pestillo,
todo infinitamente vivo,
en ese silencio que sólo las estrellas
defienden con la violencia de la luz.

Bio de autor en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Carlos Brandy, nacido en Montevideo el 10 de agosto de 1923, fue un poeta uruguayo de espíritu singular, uno de esos creadores que eluden etiquetas y prefieren transitar por los márgenes de las generaciones literarias. Aunque cronológicamente perteneciente a la célebre generación del 45, Brandy se reconocía como un outsider, reacio a las clasificaciones y distante de las convenciones literarias que imperaban en su tiempo. Aun así, mantuvo amistades profundas y resonancias estéticas con escritores de su época como Humberto Megget, Armonía Somers y Felisberto Hernández, figuras clave de la literatura uruguaya.

    Su poesía, de un lirismo oscuro y evocador, muestra una afinidad con el surrealismo francés, influencia que le reconocía el poeta y crítico Alfredo Fressia. Incluso rindió homenaje a André Bretón, uno de los padres del movimiento, con un poema que exalta esa conexión transnacional del espíritu creativo. Sin embargo, lo que hace única su obra es la introspección filosófica que subyace en sus versos. Para Brandy, más allá de los sistemas político-sociales, el verdadero conflicto humano residía en la decadencia de una moral envejecida, incapaz de ofrecer un horizonte de sentido auténtico para la vida moderna. Esta reflexión sobre la ausencia de una filosofía humana que renueve al ser fue uno de los ejes centrales de su pensamiento poético.

    La obra de Brandy, aunque nunca alcanzó la masividad de otros contemporáneos, es una de las más profundas y misteriosas de la poesía uruguaya del siglo XX. Libros como Los viejos muros (1954), elogiado por Mario Benedetti como su obra cumbre, o Rey Humo (1948), muestran su capacidad para ahondar en los paisajes emocionales más sombríos del ser humano. Otros títulos como Alguien entre los sueños (1959) o Con la violencia de la luz (1978) refuerzan su estilo cargado de imágenes sugerentes y su interés por los laberintos del subconsciente.

    La trayectoria de Carlos Brandy es, en muchos sentidos, una exploración constante de las sombras del alma. Poemas como los de Pescador de sombras (2008) o Océano (2004) son claros ejemplos de su capacidad para evocar mundos oníricos y distantes. Su producción final, marcada por libros como El invierno del ángel (1995) y El país de las mujeres (2005), firmado bajo el seudónimo Karmar Dibrán, demuestra una inquietud creativa que nunca se agotó. Fuente

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