Una muestra de sus poemas
La carreta
Allá lejos, como una
sombra, por la carretera,
cargada de áurea mies, gimiendo viene
la pesada carreta.
El carrero, que siente,
sin saberlo, ternuras de poeta,
al lento paso de los bueyes, canta
un lánguido cielito de la tierra.
¿Quién, al verla pasar, no habrá pensado
que la vida es también una carreta
que con su carga de ilusiones gime
recorriendo la senda,
mientras nosotros, los carreros, damos
al viento una canción que nos consuela?
Don Fulano de Tal
Don Fulano de Tal es ídolo del pueblo
las cabezas descúbrense al mirarlo pasar
camina lentamente, con paso de hombre grave
y pocos le disputan su honorabilidad.
Cuantiosas son sus rentas, sin inquietudes vive,
alguna que otra vez baja a la capital.
No faltan enemigos, mas su prestigio es grande
y le unge con sus óleos la popularidad.
Presidente perpetuo de cuatro comisiones,
es en todos los actos orador oficial.
Ha sido diputado, juega a la carambola,
al solo, a las carreras… y quién sabe a qué más.
¿Talento? Todo el mundo que lo tiene asegura.
Por más que sus discursos… su manera de hablar.
Después de todo, ¿para qué precisa talento?
¡Un hombre de su talla! ¡¿Don Fulano de Tal?!
Habladurías
Luna: muestra más temprano
tu dulce faz luminosa,
para que se pueda andar
por estas calles fangosas
y mal alumbradas,
Luna,
cuida que nadie nos oiga:
En aquel zaguán obscuro
está con su novio Rosa,
la de los rubios cabellos,
la de los labios de aurora.
Tiene ella catorce abriles
y él veinte ¡La sangre moza!
(Tú sabes Luna, como es
de traicionera la sombra…)
Las malas lenguas de enfrente,
-dos vecinas solteronas,
que no ven con buenos ojos
la ventura de las otras-
han dado en decir escándalos
del galán y de la novia.
(Y no sería extraño que
la obscuridad tentadora…)
Ven más temprano. No dejes
el campo a las envidiosas,
que son castas… porque no
pueden ya ser otra cosa.
¡Con una lluvia de luz,
tápales, luna, la boca!