1.EGO SUM QUI SUM [Poema del Editor]
2.Elisabeth Mulder [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Soy yo. Hablo de mi. De quien bosteza.
Sus mimbres, sus miserias, su fortuna,
a solas con su sombra y con la luna,
sus sueños, sus deseos, su torpeza,
y todas sus perezas una a una.

Ego sum qui sum. Sus circunstancias.
son lágrimas, suspiros con sus flemas,
demonios que le montan mil dilemas,
errores, persistencias y arrogancias
pecados no salvados de las quemas.

‘Hey!, mira quien soy. Un indigente.
una entente ante el miedo que se pasma,
apenas diminuto un citoplasma
que vino y ya se ha ido de repente
sin siquiera saber que es un fantasma.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Elisabeth Mulder

La dulce música

Fuente,desgrana tu pena
en esta tarde azulada.
Rima tu copla encantada
en esta tarde serena.
Bella amiga, mi hada buena,
di tu mágica balada.
¡Canta tu dulce tonada
que es toda gracia llena!
Y la fuente me escuchó:
y su romance cantó en el suave atardecer.
Y cada gota caía
como divina harmonía
en el fondo de mi ser.

Sinfonía en rojo

Roja, toda roja…
Roja, toda roja vi siempre la vida;
como una inmensa hoguera
donde quemaba bien
mi pobre corazón, rojo también.
Todo rojo el camino,
todo rojo el sendero
a seguir
y el día a vivir.
Y rojo el mundo entero.
Rojo de amor.
Y de dolor y de horror…
En este vasto incendio
(brasa, flama, carbunclo),
que todo centelleante apareció
en esa luminaria,
¿qué habia de ser yo,
alma furtiva
y temeraria?
¿Qué habria de ser yo
sino una llama viva?

La zarpa

Noce de estío, que en inquietud me sume…
Una flor lentamente se deshoja
entre intensas oleadas de perfuma;
y hay una luna grande, hiriente y roja.
La brisa espesa muerde perversamente
con el hábito tibio de un suspiro,
y acaricia la boca febrilmente
con el ávido beso de un vampiro.
No hay estrellas. El cielo es esta noche
la misteriosa comba inmaculada
prendida únicamente con el broche
de una luna de faz congestionada.
Quizás mañana habrá tormenta;
acaso en esa obscuridad se está preñando
el rayo y la tormenta paso a paso,
y el torrente pluvial que ha de ir saciando
esta ansia intensa de humedad que encierra
una agria emanación calenturienta
que sube de la entraña de la tierra
seca y resquebrajada, ardorosa y sedienta.
Nocturno de estío. Hora febril y palpitante
en que el silencio y la fragancia arrullan
y toda la existencia se hace un interrogante
y en la calma tan sólo los sentidos aúllan.
Mañana habrá tormenta. Esta noche expectante
me deja dolorida de emoción
como una zarpa alucinante
que me fuera exprimiendo el corazón.

Yo misma

¡Si pudiera salir de mí
Acaso me salvaría!
Tal vez se marchitaría
Como una flor
el dolor
en que mi vida se abisma
si no diera a lo exterior
tan gran parte del horror
de mí misma
Un misterioso capuz
me oculta a la vida extraña
que fuera de mí florece.
Al acercarme a la luz
Me transformo en niebla huraña
que la tamiza y empaña
hasta que la luz fenece.
¡No poder nunca ver nada
como los otros lo ven!
Tener luz propia: alborada;
Y sombra propia: la nada,
Y en este luchar eterno
Por apartarme de mí
ser esclava del infierno
fatal donde me sumí
por ignorar lo que hacía.
¡Si pudiera salir de mí
acaso me salvaría!
¡Pero no puedo!
En vano mi alma buscó
algo distinto a su «yo»
en la misteriosa prisma
de la vida donde ahondó,
porque tan sólo encontró
un reflejo de si misma.
¡Y fue una imagen tan triste
La que acertara a mirar
que ahora el alma se resiste
a volverla a contemplar!
¡Y ahora es tarde!
Es ella sola, yo sola,
lo que en la vida he de ver.
¡Estandarte que tremola
sobre la hoguera y la ola,
sobre el dolor y el placer;
mi sombra, que huye de mí
cuando avanzo hacia una cosa,
mi sombra, ¡Oh fatalidad!,
compás, pauta, ritmo, norma,
mi sombra, que a todo da
los contornos de mi forma!
Y es triste, cuando uno ama
Lo externo, vivir así:
sin más noche que su noche,
sin más llama que su llama,
en febril
agitación,
arrimándose al candil
de su propio corazón
que se alimenta de su pena.
¡Es triste vivir así
cuando uno adora la ajena
palpitación!
¡Prisionera!
Prisionera en la demente
Personal limitación
del plano en que me coloco.
Y es tal la concentración
en que me llego a abismar,
que aunque me adelante un poco
sólo consigo avanzar
las rejas de mi prisión.
Como figuras lastimosas
vuelven a mí todas mis penas.
Soy de esas almas misteriosas
esposadas con sus esposas
y atadas con sus cadenas.
Yo soy mi propio carcelero.
Soy mi tirano y mi señor.
Yo soy el propio constructor
del patíbulo donde muero.
Abrasada en mi misma llama
y asfixiada en mi mismo humo,
en vano la paz mendigo
porque ha de morir conmigo
el fuego en que me consumo.
Mi cuerpo es tan sólo un cirio.
¡Oh fuego, blasón y emblema
de esta existencia que quema
con convulsión de delirio!
Mientras viva no veré extinto
el fuego de mis hogueras,
como no escaparé del recinto
de mis fronteras.
Sin otro que mi sol,
sin otra losa que mi losa
para ocultar mi existencia;
sin otro estol que mi estol
para seguir mi demencia
terrible y maravillosa,
soy igual que una alquimista
portentosa
filtrando de su crisol
el extracto de su esencia
misteriosa.
Soy la eterna sombra, que avanza
ante mí quiero ir lejos.
Soy la noche de mi esperanza.
¡Soy un reflejo de reflejos!
Y es triste vivir así
cuando hecho polvo de rubí
todo mi ser disgregaría…
¡Si pudiera salir de mí
acaso me salvaría.

MI POETA INVITADO:  Charles Bukowski

El corazón que ríe

Tu vida es tu vida
no dejes que sea golpeada contra la húmeda sumisión
mantente alerta
hay salidas
hay una luz en algún lugarStone Roberts – grand central terminal
puede que no sea mucha luz pero
vence a la oscuridad
mantente alerta
los dioses te ofrecerán oportunidades
conócelas
tómalas
no puedes vencer a la muerte pero
puedes vencer a la muerte en la vida, a veces
y mientras más a menudo aprendas a hacerlo
más luz habrá
tu vida es tu vida
conócela mientras la tengas
tú eres maravilloso
los dioses esperan para deleitarse
en ti.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • : Autor invitado

    Poeta y narrador estadounidense, creador de una literatura provocadora y sórdida, cargada de gran emoción y sentimientos. Nació en la ciudad alemana de Aldernach, pero a los dos años se trasladó con su familia a Los Ángeles, donde vivió toda su vida. Empezó a escribir cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, abandonó la literatura por un espacio de diez años, en los que sentó los cimientos de su leyenda alcohólica. Sus primeras obras se publicaron en la década de 1960 en editoriales y revistas underground; a dicha época pertenecen colecciones de poemas como Crucifijo en una mano muerta (1965) o la que para muchos es su mejor obra en verso, Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas (1969). La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sobria, como en El amor es un perro del infierno (1974) o La última noche de la tierra (1992). Bukowski escribió más de treinta poemarios, que le han acreditado como gran poeta; sin embargo, pocos de sus poemas se han traducido al español. Su primera novela, Cartero (1970), le permitió abandonar la oficina de correos en la que trabajaba. A la citada seguirían otras cinco, todas protagonizadas por Henry Hank Chinaski, alter ego del propio Bukowski, entre las que cabe destacar La senda del perdedor (1982). Los cuentos de Bukowski están reunidos en varios volúmenes. El más conocido, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (1972), recoge relatos aparecidos en varias revistas underground. Su obra inspiró una película, Ordinaria locura, a Marco Ferreri, a la que seguría Barfly (1989), de Barbet Schroeder y con guion del propio Bukowski. La prosa de Bukowski es, si cabe, más autobiográfica, en un 90% según el propio autor, que su poesía, y es la que le ha dado fama entre los lectores de habla hispana; todas sus obras en prosa están publicadas en español. El alcohol, el sexo, la soledad y los aspectos más absurdos y sórdidos de nuestra civilización ocupan un lugar de honor en la obra de Bukowski, que siempre evitó los ambientes literarios; prefería los bares y las habitaciones lúgubres.  © epdlp

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  • Elisabeth Mulder Pierluisi (Barcelona 1904-1987), poeta, dramaturga, traductora (tradujo al español las obras de Pushkin, Baudelaire, Charles Morgan, Pearl S. Buck, Shelley o Keats). Tenía quince años cuando ganó los juegos florales celebrados en la localidad de Sarriá, con un poema de título «Circe». El Noticiero Universal propaga la noticia y nos descubre que a esa corta edad era ya redactora del diario local, firmando las crónicas con el pseudónimo «Esfinge». Ninguno de sus poemarios, de sus novelas (algunas incluso versionada para el cine, como Preludio a la muerte (1941) en la que se inspira la película Verónica), ninguno de los volúmenes de narraciones cortas o de teatro, esto es, seis poemarios (Embrujamiento (1927), La canción cristalina (1928), Sinfonía en rojo (1929), La hora emocionada (1931), Paisajes y Meditaciones (1933) y Poemas Mediterráneos (1949)); seis libros de relatos (Una china en casa (1941), Este mundo (1945) o Las noches del gato verde (1963), etc.); quince novelas (entre las que destacamos La Historia de Java (1935), Crepúsculo de una ninfa (1942), El hombre que acabó en las islas (1944), Alba Grey (1947) o El vendedor de vidas (1953)) y dos obras de teatro (Romance a media noche (1936) y Casa Fontana (1948)), pasaron desapercibidas para la prensa española. Desde su primer poemario los diarios se van a hacer eco de las novedades editoriales, de las traducciones, entrevistas… Elisabeth Mulder llegó a convertirse en un personaje crucial para la intelectualidad del momento. Colaboró con la revista Ínsula, con ABC, La Vanguardia; perteneció al grupo de Eugenio d’Ors, la «Academia del Faro de San Cristóbal», o a la tertulia «Trascacho». El Paseo Bonanova 53 fue lugar obligado de peregrinación para muchos de los intelectuales que pasaban por Barcelona. Figuras tan dispares como Victoria Kent, Camilo J. Cela, Salvador Espriu, Concha Espina, Leopoldo Panero o Consuelo Berges, forman parte de la lista de escritores que firman la ingente correspondencia que aún hoy guardan los cajones de su escritorio. Fuente

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