«La sociología política o sociopolítica es interdisciplinaria, donde la ciencia política y la sociología se cruzan».
Los que ven el pasado de soslayo
y critican con voces prepotentes,
esos mismos, tan pobres, esas gentes
pido aquí hoy a Dios les parta un rayo.
Los amigos de la infancia,
cómplices de fechorías,
mientras avanzan los días
perviven en la memoria.
Forman parte de la historia...
Yo soy alérgico al polen,
a los lamentos del viento,
a los tios que me joden,
a éstos, también soy alérgico.
No soporto a los que cantan,...
Si escuchas que es humano desconfía,
no hay ni uno trigo limpio que se sepa,
político es hablar de regalía,
se pasan tus consejos por su chepa.
Aquellos, entonces jóvenes, que un día
de mayo del sesenta y ocho en primavera,
en el templo de las ideas de la Universidad de la Sorbona de París,
invocaban a la diosa libertad, bajo el lema "prohibido prohibir"...
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le espetaba un escocés
a un estudiante francés
sin enterarse de nada.
A su lado un alemán
en su lengua original,
ajeno a ese carajal,
le cantaba una balada.
La noche, gris, está triste y dormida, y las estrellas
perlas lloran por sus fieles amantes amargadas,
mohinas plegarias que de dolor vienen preñadas
entre los hondos y oscuros suspiros de tinieblas.
Pulsamos el botón y se aparece
algún presentador en la pantalla
y un grupo de amiguetes que no falla
que opinan sobre aquello que acontece
mas pocas veces ves que dan la talla.
Esta es la historia real
que yo viví esta mañana.
Abandoné la poltrona
cuando sonó la campana
para acercarme a comprar
a un cercano Mercadona
como va siendo habitual.
¡Oh patios amplios y orondos!
patios limpios, recoletos,
repletos de cantes hondos,
de mil misterios repletos.
Patios de añil perfumados,
Dentro el susurro camina,
muros vestidos de blanco,
de ojos perdidos el llanto
en su faces se adivina.
El tiempo pasado había y un día a Madrid volví,
y encontrarme yo creí, aquella villa de asuetos
rellenita de chulapas, chulos, catetos, paletos
que de provincias llegaban, de madera la maleta...
Mústia figura de mirada triste
que en asfalto desliza cabizbajo
expulsado del cielo, escupitajo
que a inclemencias del tiempo se resiste.
Como cada noche en la hora exacta de la brujería,
cuando el suave viento se torna en lamento y deja de sonar,
los frailes recitan el último verso del avemaría
en el claustro insigne de la sacra iglesia de "La Compañía"
me siento en mi cama, recojo mi mente y me pongo a soñar.
Qué pensará la gente, ayer me preguntaba,
cuando en Madrid a la estación del metro yo accedía
y justo en el andén yo me paraba,
y absorto yo veía
a toda una muchedumbre que corría,
subían y subían,
bajaban y bajaban,
y nunca se paraban,...
Admiro a los que saben más que yo,
que hay miles, dije miles, que hay millones,
me suelo enriquecer con sus lecciones,
mas nunca a los que dicen dios premió,
que dando van sermones.
Oigo decir, frecuente, sin igual
a gentes que presumen de correctos,
la multitud de idiomas o dialectos
que enorme son riqueza cultural.
A esa bendita plaza,
del corazón simbiótico de la ciudad más linda,
a los pies desnudos del Pichincha,
esa alhaja de plata
¡coso de leyendas confidente
de dimes y diretes de la gente!
mística y creyente....
