EFÍMERA ILUSIÓN (Mi poema)
Moisés Castillo (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Que aunque nunca te tuve entre mis brazos
y aunque nunca a besarte haya accedido
sepas niña que nunca ya te olvido,
que por ver tu sonrisa di codazos.

Y así sea no fueras la más bella,
ni siquiera más lista y más graciosa,
fuiste siempre lo que al clavel la rosa
resplandor rutilante de una estrella.

Hablo y digo mirando hacia el pasado,
que el pasado lo traigo hasta el presente.
Fuiste niña cual cántaro a la fuente
el refugio de un lerdo ilusionado.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: <strong>Moisés Castillo</strong>

Moisés Castillo

Idilio Campestre

Hálito perfumado del bosque brota.
El arroyuelo vierte melancolía;
las avecillas brindan la alada nota,
que brota de sus cuellos, con alegría.

Al són de mejorana, ya vieja y rota,
el campesino entona, con nostalgia,
la canción con que cuenta su cuita ignota
a la núbil doncella que lo extasía.

Se encuentra ella a su lado__ bella zagala
que, como el bosque, grato perfume exhala_
y describe mil líneas con su albo pie.

Mientras el mozalbete canta su copla,
de pasión una ráfaga en ella sopla,
y hacia la tierra mira cuando él la ve!
Del libro: Poesías Líricas, Las Visiones del Sendero

La Agonía del Crepúsculo

Agoniza la tarde. En occidente
se desmayan el lila y el naranja;
y un hilo rubicundo entre la zanja,
corre con el de plácida corriente.

El cielo pone somnolenta franja
en la mar, que se agita blandamente;
la fronda se adormece en la pendiente,
que le hace linde a pintoresca granja.

Favonio calla, cual si no quisiera
despertar la quietud de la pradera,
que duerme, bajo el beso del crepúsculo.

Y todo sufre su melancolía:
el villorrio, la mar, la oscura umbría,
y el mogote, que finge enorme músculo.

El Alma de un Paisaje

Muestra su evanescencia un resplandor ambiguo.
Una copa invertida, de un oro muy antiguo,
parece el cielo. Aléjase de garzas suave vuelo,
que forma buen contraste con el oro del cielo.

Sobre un árbol consunto, que parece un exiguo
palacio, un gavilán atisba algún polluelo;
una gama, saltando, se esconde con recelo,
por entre la cañada, que ofrece un tomo ambiguo.

Parece brotar una melancolía del monte;
otra del mar, que ofrece difuso su horizonte;
otra del vuelo pálido de las aves que aléjanse.

Hay en todo el paisaje un buen gusto emotivo,
y en mi pecho incorpórase un sentir redivivo,
mientras solloza Eolo y las fontanas quéjanse.
Del libro: Poesías Líricas, Las Visiones del Sendero

El Dolor del Muelle

Con banderas de tarde llegan los barcos grises
trayendo entre sus quillas añicos de horizontes,
las noches los cubrieron con su piedad de sombras,
las auroras rindiéronles su homenaje de flores.

Las gaviotas se hicieron banderas en sus mástiles
y el vendaval en ellos ensayó sus azotes.
Llegan serenamente -como los héroes llegan-
dialogar sus viajes con el muelle trifronte.

Y se van y regresan otros barcos distantes,
con su carga de ausencias, sus banderas de auroras…
y se abrazan al muelle, que les escucha absorto,
todo lo que le cuentan de las distantes costas…

Ansias de navegar y no poder seguir
—hundido mansamente en la undívaga comba
de la ensenada, atado con su amarra de hierro—
lleva el muelle en su alma de alquitrán y de sombras.

Por eso cuando todos los barcos se despiden
—puestas al horizonte sus intranquilas proas—
el muelle siente un dulce dolor de lejanías
y reclinado al muro con la marea solloza.

Mi Pueblo

Sobre la alcatifa de floridos prados,
con suaves escorzos, se extiende mi villa
cual una andaluza ciudad de enrejados
huertos de claveles ricos, perfumados
de parras alegres de vid y vainilla.
Mi árboles abren sus copas floridas
para perfumarla con suaves aromas;
y en las verdes ramas gimen compungidas
cándidas palomas.

Bordados de rico cristal veneciano
tejen los arroyos cantando mil arias,
locas en invierno, dulces en verano
(mientras que en las frondas, con tristes plegarias,
se reclina el viento, cual débil anciano)
y van recorriendo bosques florecidos
de verdes naranjos y esbeltas palmeras
y guabos robustos y mangos erguidos
y enanos cafetos y limos caídos
que cubren triunfantes las fértiles eras.
– – –
Bajo las preciosas lumbres vespertinas
hermoso es mi pueblo con su naranjal:
las palmeras tórnase llamas purpurinas
y se tornasolan las verdes colinas
y a lo lejo azulan las cumbres andinas
de la Cordillera Transcontinental.

Líricos de fila, de luz vesperal
sueñan los estanques de las cien lagunas
que bordan sus campos, un sueño eternal,
donde las palmípedas, en noches de luna,
nadan ledamente moviendo el juncal.

Las sabanas duermen taciturnamente
de la dulce fuente al suave blu-blú,
y lanzan los bueyes su mugir doliente
y retoza el potro de la sangre ardiente,
con los entusiasmos de la juventud.

Da encanto a mi pueblo la luz vespertina:
tras de cada casa musgosa, ancestral,
que el tiempo ha sellado con cruel patina,
asoma una palma, cual hada madrina,
mostrándonos una bella Palestina,
pues mi pueblo es una ciudad oriental.
– – –
¡Oh noches de luna que bañáis mi villa
con la maravilla de tenue esplendor!
¡Cuántos madrigales oyó mi chiquilla
sentada en la fresca sabana amarilla!
¡Cuántos madrigales henchidos de amor!

¡Oh noches de luna…!Suave poesía…
Amantes parejas se hacen el amor;
traviesos chiquillos forman gritería,
y con la ternura de una melodía
pulsa un tetracordio algún trovador.

¡Oh noches de luna, de bruñida plata!
Oh noches de luna, de la serenata
que junto a las rejas traduce el amor.
La guitarra gime lánguida sonata
y florece endechas algún trovador;
y las damiselas en sus tibios lechos
sienten de ternura florecer sus pechos
al oír las quejas de su ruiseñor.

Sueñan las callejas, largas, retorcidas,
un sueño de luna, de honda laxitud;
y todas las cosas encantan dormidas
y en tanto se alejan las notas perdidas
que brota debajo las parras dormidas
el alma bohemia del tierno laúd.

¡Oh, bellas las noches de Semana Santa!
¡Cuán bellas saudades traen al corazón!
Mientras que la orquesta litúrgica canta
y al son de sus marchas va la procesión,
en la muchedumbre hay algo que encanta:
¡los ojos que alumbran nuestro corazón!
– – –
¡Después…! ¡Los fantasmas de los infernales
nubarrones grises de la tempestad;
el viento que entra por los ventanales
de las viejas casas medio coloniales,
batiendo sus locas alas infernales,
que son cual las alas de la inmensidad!

¡Tras de cada objeto vemos una sombra
como la silueta de un ser fantasmal,
y oír nos parece que una voz nos nombra,
una voz profunda, una voz que asombra,
porque imaginamos que es la misma sombra
que nos interroga con voz sepulcral!

Y el fragor del trueno y los garabatos
que los rayos trazan en la inmensidad,
y el río con ímpetus llenos de arrebatos,
los toros que mugen en coro en los hatos,
las ramas que crujen en sus garabatos,
son las recias voces de la tempestad.
– – –
¡Es bello mi pueblo: ya ría en las suaves
brisas perfumadas del verano en flor,
ya arrulle en las fuentes, ya trine en las aves,
ya gima en las frondas con susurros suaves,
ya impreque iracundo con las voces graves
de las tempestades llenas de fragor!
Del libro: Sendas Hermanas

Chombo de Calidonia

Chombo de Calidonia: good morning, buenos días…
Chombo bilingüe, a veces; siempre binacional:
panameño, si quieres comerte tu tamal;
extranjero, si buscas extrañas garantías.

En tu sonrisa blanca abres las alegrías
que estremecen los viejos rincones de arrabal.
Y no vas a Santana ni vas a Catedral
porque le son extrañas a tus algarabías.

Tú vas lleno de galas por las amplias aceras
-continente altanero y voces altaneras-
luciendo el regocijo estre tus blancos dientes…

Y, olvidado del Istmo y la lengua de España,
loas a luengas tierras en una lengua extraña,
cantando el patriotismo que en tus entrañas sientes.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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