1.¿EXISTEN LOS MILAGROS? [Poema del Editor]
2.Ítalo López Vallecillos [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA …de medio pelo

 

He oído decir a alguien que sabe,
que dice, que conoce o que él ha oído,
ignora o no recuerda, o que ha leído
y cree que de dios tiene la llave
a fuer de ser iluso o descreído.

Te digo, amigo mío, los milagros
sí que existen, lo creas o no creas,
se suben cada día a las plateas,
y son alegres, tristes o macabros
así es que tú no quieras que los veas.

Que yo he visto, repito, que yo he visto
algún tipo lisiado y que maltrecho
daba gracias a dios por haberle hecho
como tú, quizás más torpe o aun más listo,
sin odio, sin rencores ni despecho.

Y yo he visto y no creas que te miento
a un ateo lanzando una porfía
dando gracias a dios, ¡avemaría!
cambiando de raíl al sentimiento
trucando su tristeza en alegría.

Y a un cura predicando una amnistía
al mundo que se va y se desmorona,
y a un rey que presumiendo de corona
resbalaba al cruzarse en una vía
soñando que el mal fario le destrona.

Y he pensado y hoy pienso que un prodigio
es dejarme pensar y que esto escriba,
así fuera que vaya a la deriva,
como muestra del último vestigio
por si un día la suerte me es esquiva.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Ítalo López Vallecillos

Ciego afán

I
Adiós digo al vecino,
al hermano,
al dios que me empuja,
al aire, a la tormenta.
Adiós a la muchacha que se quedó
perdida en mis poemas y nadie pudo
borrar, ni el tiempo, ni los viajes,
ni las lluvias. Y está en mí
a pesar de la oración que nunca
dije. Adiós a las corbatas,
a los zapatos viejos, heridos por el tiempo.
Adiós al traje aquél tan mío,
compañero de bodas,
bautizos y entierros. Adiós.

II
Me voy
hacia los ríos, pez
en busca de la luz.
Navegaré la bruma.
Dormiré en los helechos
como la forma de antigua canción.
Alrededor mío, sólo el recuerdo.
Ni libros, ni palabras ni voces
que me llamen. El agua nada más rodeándome,
dejándome nadar hasta la orilla
de mis propios sueños,
de mis propias venturas.
El ojo abierto, y en mis alas
acaso la prisa de llegar, de ir,
de venir y volver.
Toda la aventura del ciego afán
de amar, de estar aquí,
sin poder estar allá.

Y voy y vengo incierto

Me pregunto si nada ha cambiado,
si no hubo antes pájaros,
estrellas,
vientos y lluvias, nieves que fueran
blanco preludio de la infancia.

Me pregunto si las estaciones y los hombres
han sido siempre iguales, mudables
como la llama del espejo, violentos
como el dulce amanecer.

Me pregunto si no hubo antes una inocencia
como la que he conocido ahora,
ahora que has sido mía, y se han roto los milagros
y está desnudo el ritmo. Y la canción volcó su propio acento.
Ahora que el instinto halló su propia brida
y no ha quedado camino sin descubrir.
Ahora que somos tú y yo, nada más. Los dos sin ayer,
presencia de hoy, casi mañana.
Me pregunto si todo ha sido siempre así.
Desde Adán, desde Eva. O desde antes que ellos cayeran
en ese abismo, sin principio ni fin.

Me pregunto y no encuentro respuesta.
Nadie sabe
qué es el pájaro, qué es la estrella
qué es el viento, qué es la lluvia. Qué es la nieve.
Las estaciones ¿Qué son?
¿Qué es el hombre? Tampoco nadie sabe.
Tal vez por eso pregunto y voy y vengo incierto.
Y ando de misterio en misterio,
de color en color, de símbolo en símbolo, de sombra en sombra.
Y todo es una extraña melodía en esta selva
en la que estoy definitivamente perdido.

Ars vivendi

I
Hay que destruirse. Incendiarse. Romper con los recuerdos.
Asaltar el crepúsculo. Robar la rosa extraña del jardín.
Vivir en la violencia y no en el gris. Convertir
el tiempo en pasión, hiedra sutil devoradora.
No huir jamás de la mujer ni de la poesía,
difíciles, pero reconfortantes.

II
Sea densa la palabra: piedra
sobre la que se puede edificar, no arena
para la flor inútil. Dócil muerte, al acecho.
Látigo sobre el silencio. Doncella infiel
en primavera. Vino para la noche ciega. Ventisca
y fuego en el hogar. Leve luz sobre la letra impresa.
Idea que penetra más allá del ojo, y se establece
en el aire y en la rima. Verso desnudo, dolido de soledad.

Sé ladrón de atardeceres. Guárdate las lluvias finas.
Y en ocasión, espléndido, regala tu ternura. Destrúyete.
Incéndiate. Vive la hora sin remordimiento.
Nada te turbe. Nada, digo, sino la hondura de vivir,
de amar, de estarse como cielo herido,
a la ventura y en la certeza de ser sólo
la llama ciega, el claro acierto del peligro,
la vida sin temor a la Nada.
Barco apenas desplegado en el mar.

Tiempo de recorrer caminos

I
Vamos, amor, a recorrer caminos,
el tiempo rompe afuera sus relojes.
Todo es propicio para iniciar el viaje.
Ven, no temas.
Tuyo es el día y mía es la noche.
Tenemos junto a nosotros a los hijos, la cosecha mayor.
Y mi corazón, jamás ha sentido como ahora este llamado.
Vamos, amor, sube hasta las escaleras del sueño.
Desciende luz primera sobre las flores del verano.
Camina sobre las antiguas palabras, esas que guardo
entre los libros, siempre a la espera del poema
que no logró terminar. Camina, amor, sobre nubes
y ciudades. Para nosotros no hay horizonte. Todo es cielo
o mar. El fuego que llevamos dentro.

II
Vamos. Nos espera la tarde y sus vientos amarillos.
Es nuestro el canto. Y en torno de las cosas, la luz se ha vuelto
pajarera. Todo es terso como hoja recién lavada por la lluvia.
Tengo en mis manos las llaves de la infancia.
Oigo al padre que viene por el largo corredor.
Los hermanos corren por el patio,
sueltos venados de una fábula casi perdida en la memoria.
Madre no está. Nunca estuvo, excepto aquella noche
en que tuve fiebre y caí en cama y llegó el médico del pueblo
y me devolvieron a la vida los rezos de un viejo pastor.
Esa vez si vi a madre entre los cristales de un sueño.
Nunca hablé de ello a nadie. Madre estuvo junto a mí
y se hizo el milagro de todos los días. Tomé a los pájaros,
a los árboles y a los ríos.
Basta de recordar. Aún es tiempo de recorrer caminos.

III
Vamos, amor. La vida es nuestra. Aprendamos un poco
de la hormiga. Sintamos la terquedad del viento.
Somos ala, corazón de la nieve, lluvia que lava
el ojo entristecido. Vamos, sandalia,
tuyos son los pasos. Camina. Deja tus huellas
en bosque, ciudades como viejos museos, trenes,
buses, hoteles, calles y bulevares. En todo sitio
siembra tu amor, roba privilegios al tiempo, destrúyete
en ti mismo. Has prevalecer tus lámparas de asombro.
Sueña, amor, sueña.
Y al vivir así, intensa, di al caminante
“aún es tiempo de recorrer caminos”.

Juana de Ibarbourou

El dulce milagro

¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos, y en ellas,
¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisa con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
«¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!»

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende,
que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!

que requiere líneas y color y forma,
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: «Voy con la dulzura»,
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: «Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen».
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Ítalo López Vallecillos fue un poeta, historiador, periodista, dramaturgo y editor salvadoreño. Nacimiento: 15 de noviembre de 1932, San Salvador, El Salvador. Fallecimiento: 9 de febrero de 1986, Ciudad de México, México.

    Estudios: Estudió Periodismo en España.

    Carrera y Contribuciones: Se le atribuye ser el acuñador del término "Generación Comprometida" de El Salvador y fue un promotor de la generación del 50. Fue director de la Editorial Universitaria de El Salvador y de U.C.A. Editores en San Salvador. A principios de los años setenta, fundó y dirigió la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA) en Costa Rica. Fue miembro de la Academia de la Lengua Salvadoreña, correspondiente de la española.

    Premios Destacados: Primer Premio en los Juegos Florales de Quetzaltenango (Guatemala, 1964) por su pieza teatral Las Manos VencidasSegundo Premio en el Certamen Nacional de Cultura (El Salvador, 1965) por su investigación histórica Gerardo Barrios y su Tiempo.

    Obras publicadas (Selección): Biografía del Hombre Triste (Poesía, 1954), Imágenes sobre el Otoño (Poesía, 1962), El Periodismo en El Salvador (Ensayo histórico-crítico, 1964), Gerardo Barrios y su Tiempo (Ensayo biográfico histórico, 1965), Burudy Sur (Pieza teatral, 1969), Puro Asombro (Poesía, 1970), Inventario de Soledad (Poesía, 1977), Monografía Histórica del Departamento de Usulután, Contra Esto y Aquello (Ensayo)

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  • Juana de Ibarbourou fue una distinguida poetisa uruguaya nacida el 8 de marzo de 1892 en Melo y fallecida en Montevideo el 15 de julio de 1979. Según lo escrito por ella misma, tuvo una infancia sumamente feliz de la que conservaba los más hermosos recuerdos. Pese a ello, jamás deseó regresar a Melo, el pueblo donde nació, porque prefirió guardarlo en su memoria intacto, tal cual era en esos años.
    A los 18 años se mudó a Montevideo donde comenzó su carrera poética; la vida en la ciudad le resultó muy tortuosa en los comienzos, pero una vez se hubo acostumbrado, hasta pareció gustarle.

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