CARNE DE CAÑÓN [Mi poema]
Natalia Menéndez [Poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

Que los pobres son carne de cañón
aquí nadie lo duda,
cual calvo debe al pelo su aflicción,
el débil tiene fe en la religión,
el gordo la esperanza la ve cruda
pues debe de engordar sin remisión.

Hundido como está en su desventura
atento anda al azar,
pensando que algún día ha de llegar
quien dé la solución, quizá sea un cura,
chamán, un arribista, un caradura,
un tipo predispuesto a él a engañar.

Es como yo, que sufro de diabetes
y estoy desesperado,
que sueño que un buen día me he curado
y atento, siempre estoy a los diretes,
y vuelta a reprochar por qué te metes,
sabiendo que es un bulo y te ha engañado.

Que no hay nada peor que tú ambiciones
si nunca has de lograr,
y debes de salir a mendigar,
expuesto como estás a que leones
te dejen sin siquiera los calzones
e incluso sin las ganas de soñar.
©donaciano bueno

Los #buitres siempre andan al acecho allí donde olfatean que hay carnaza? Share on X

MI POETA SUGERIDO:  Natalia Menéndez

EL LENGUAJE DE CALIBÁN ES UN CÓDIGO DE SANGRE OSCURA

Le impusiste un idioma a Calibán
y ahora él muerde tu mano.
Le enseñaste tu lengua
para seguir la línea de sangre trazada,
para postrarse ante el padre,
para no cuestionar al amo.
Sin embargo a veces,
algunas noches,
cuando los lobos aúllan con vehemencia
y el trueno quiebra el silencio,
Calibán olvida tu lengua
y blasfema en la suya,
la lengua de los volcanes y la selva.
Esa lengua de sangre oscura de la madre,
la sangre de la bruja desahuciada,
y se lamenta
en su código salvaje,
se pregunta dónde está la ternura,
el orden de las cosas,
si es posible contener la náusea,
regresar al útero,
volver a nacer.
De Calibán (Torremozas, 2020)

CALIBÁN O LA RUEDA DEL TIEMPO

Ya sé que el tiempo nos convierte en patria,
en crepúsculo o desierto.
El agua se filtra por las paredes de la cueva
donde Calibán se oculta.
Se han librado mil batallas sobre este suelo.
Se ha derramado sangre sobre este polvo.
Ha habido caza,
luchas encarnizadas,
se ha destrozado la siembra,
y Calibán huye
con los pies mojados
y el deseo incorrupto
de morder la tierra.
Cuando la orfandad busque abrigo
tallaremos el destino sobre la piedra,
complaceremos a la fiera,
alimentaremos su ego y amaremos
a toda su estirpe.
Calibán contempla las ruinas
de su desagravio.
Por el sendero que traza la sombra,
la muerte y el tiempo apremian
y aguardan en una esquina,
como animales heridos que salen al paso.
De Calibán (Torremozas, 2020)

Cuello derretido en helado de maracuyá

Tu cuello licuado resulta
escandaloso e infinito
como constelaciones;
tuve que ensuciarme las manos
y cubrir mis ojos desairados
ante el deshielo
para así sobrevivir.
Tuve que vivir una noche eterna,
una noche secreta
llena de palabras.
Aún existe en mi memoria
un asolador recuerdo tuyo al que
debo dar muerte,
un inesperado suspiro de hielo
que vanidosamente oculta
sus cicatrices.
de La nostalgia del caníbal (KRK, 2007)

Aves de paso

Los hoteles de Europa conservan nuestro rastro,
repiten nuestros nombres,
la plaza Dam, Nyhavn, el río Moldava
y las farolas de aquel parque inglés acumulan misterios,
saben de ti y de mí, guardan secretos de alcoba
y hojas de ruta.

Hubiésemos querido vivir en París,
o saborear una huida bajo un sol alemán.
Incluso ahora, con nuestra silueta
en esas fotos junto a las ruinas,
un recuerdo roto me visita cada día,
y siento que el tiempo que se abalanza sobre los edificios
de la plaza de la ciudad vieja, sobre el foro romano,
sobre el cementerio judío es una sombra que
extiende sus ramas, su desordenada maleza.

El mundo se termina y la vida se derrama
sobre los lienzos de aquel museo,
el agua se desliza sobre los cristales del tranvía
y nosotros, con la maleta hecha y los deseos cumplidos,
hubiésemos querido vivir en Praga,
echar raíces, invadir sus calles, hacer brotar
días escritos en agua con sus amaneceres y sus certezas.

Los hoteles de Europa conservan nuestras huellas
reproducen nuestros miedos,
y tras el regreso ya no somos los mismos.
La vida se termina y el mundo se derrama
y nosotros, con la efímera mirada de aves de paso,
hubiésemos querido morir en Praga,
aunque fuese de amor o de nostalgia.
De El Síndrome Kalashnikov (Trabe, 2012)

WABI-SABI (del japonés)

(O la aceptación de la belleza de las imperfecciones y del ciclo natural de la vida y la muerte)

Seguir vivo a pesar de que el tiempo
derrame su sangre,
desgaste los huesos y me obligue a ver partir
a los que más quiero.
Seguir vivo y amar las cicatrices,
las líneas de expresión
que no son más que las huellas
de cada paso necesario para ser yo mismo.
Seguir vivo y aferrado al polvo del que vengo
aun sabiendo que es el final de la autopista,
y entender que las canas reabren heridas,
que las arrugas oscurecen el espejo
y la calvicie emborrona la belleza.
Seguir vivo y viejo y a pesar de todo
no emprender la huida:
ser soldado hasta el último rescoldo de esta guerra.
De Invadir Babel Torremozas, 2017)

ALICIA DECAPITADA

Esto no es una carta de despedida, es un aullido,
un hachazo necesario, porque dicen que acumular recuerdos
es una forma inútil de avanzar, pues se gira sobre el mismo eje
y siempre se llega al mismo punto: la herida.
Por eso, para salir del círculo hoy mato tus recuerdos, uno a uno, desincrustando de la piel primero tus palabras,
luego tus olvidos (qué paradoja) y por último
las mil maneras de cerrar los ojos, el batir de alas,
los pájaros negros cayendo como clavos sobre nosotros.
De Invadir Babel (Torremozas, 2017)

Labios sellados con limón exprimido

Resplandece la tarde al despedirse
con un gesto de tristeza ante el desahucio,
los labios dulces desgranando
poco a poco el fruto que mi mano extiende.
Es sólo un sueño en el que muerdo un labio,
con la voz silenciada
subo una montaña,
saboreo el caudal de un río de cítricos
desde tu boca al mar.

En otoño, los anocheceres

En otoño, los anocheceres
son un abrazo imprevisto que sin querer me arropa,
una caricia helada sobre mi espalda triste.
Desde la ventana busco el brillo amargo
que muestra Rigel,
sólo así vislumbrará  mi cordura
una estación que nace entre mis dedos.
Quiero recordar el eco de los vientos
que habrán de susurrarme que las ramas se desnudan.
Dame cobijo – igual que mi sexo  te acoge en penumbra –
antes de que la seronda  sea sólo despojos de un muerto.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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