TOREANDO… (Mi poema)
Jorge Pimentel (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

Están en todas calles. Merodeando.
Subiéndose a menudo en las paredes.
Van de acá para allá. Sólo, si puedes,
habrás de protegerte toreando
que quieto no te quedes.

Son seres que se muestran violentos,
y pedos por un tubo van echando
pues no saben ni hablar. Que andan pitando
cuando han de avanzar a pasos lentos
y al resto mareando.

Y así sea que tienen corazón,
no pueden presumir de sentimientos,
sujetos son de miedos y lamentos,
y algunos se desmayan de emoción
cual príncipe en los cuentos.

Nadie aquí es imparcial, que unos los aman
mientras otros los odian. Sus rencores
tan fuertes son, que algunos conductores
al mismo dios, al rey y al cielo claman
tildando de traidores.

Como siempre no tiene solución,
que imposible ha de ser poner de acuerdo.
No es cuestión de ser listo o de ser lerdo,
habrá que recurrir a Salomón
que en ello yo hoy me pierdo.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Jorge Pimentel

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adentrándonos en interrogaciones que nos llevaron a descubrir
al culpable de cuanto pudiera estar sucediéndonos.
Y fue como perdimos la nariz, los ojos y nos arrancaron las
extremidades, y perdimos las orejas, otros extraviaron
la risa en la mesa de las operaciones. A mi madre también la
persiguieron hasta que dieron con ella y nunca más
alcancé a verla claramente; la enclaustraron en una oficina.

Tengo noticias que a mi padre lo sacrificaron en una Cia.
de aguas gaseosas. Trabajó hasta su muerte, asta que
decidieron sacrificarlo amarrándole un tigre a la espalda
hasta que chille, y luego ardió y sus cenizas arañaron
las paredes de cualquier cantina repleta de aserrín, de discos
de Paul Anka y la Sonora Matancera, como una despedida
como un último brindis; y aquella fue la hora más solitaria del mundo.

Muerte natural

Me estoy muriendo mordí el anzuelo, caí en las trampas
estúpidamente, y ahora me contradigo con facilidad,
me extravío, me pierdo, y con la luz de un lamparín
cruzo puentes rústicos donde nadie me espersa,
donde no hay lugar preciso para mi cara que ya dejó
de ser columpio o lecho de fresas.
Me estoy muriendo, mordí el anzuelo, caí en las trampas
al tratar de entender lo que pasaba
al tratar de medir el alcance del engaño, la crueldad servida,
masivamente, matanzas que desbordaron los océanos
en montañas de cuerdos ofrendado como un sacrificio, como un rito
del que nunca participé, cuando nuestra inquietud
era otra o consistía en entender, si esas sombras dispuestas
al alba, eran para ser besadas, o simplemente para
observar su evolución en la forma cimbreante y espectacular
del relámpago.
Y todas fueron trampas a la larga mortales para nosotros,
sobre todo al tratar de explciarnos las siglas
que se multiplicaban como abanicos, como colas de pavo real.

CAMINO PEDREGOSO

Camino pedregoso que te alzas ante mi vida no sé
qué hacer sin ti eres parte de los deshielos y de los
abismos eres parte de los labios que me hicieron
infeliz, parte de la pesadumbre del mundo, mitad y
fragancia de una pierna estirada en los follajes.
Camino pedregoso qué más da para este invierno
te tengo este poema y una muchacha que se lleva las
calles en su bolso. Y sé que no esperas nada de mí
camino pedregoso. Tocaré la flauta acompañado de
un perro negro como lo único que supe hacer en esta
vida, como todo encantador que sólo lleva en los
bolsillos globos rotos pedazos de alambre y bordes
de agua tiernamente agradecidos. Camino pedregoso
tu desolación es un eterno remolino, un beso del que
meriendan los que van hacia el viento desnudos a
plantar un cardo o una oración para así servirse de la
hierba que en ti no crece y eso nos enluta camino
pedregoso. Eres tan inservible que siempre acudirán a
ti aquellos hombres alabados en el silencio por
grillos, por hormigas, aquellos hombres que
rompieron sus ojos inútilmente aguardando la ola que
los elevara y nunca más los vimos. Camino pedregoso
refugio de los que no tienen un cuarto para acostarse con
una mujer, ni un cesto de campanas, ni lunas que piensen
en ellos, ni nube que los recoja, sólo el olor de fogatas,
de hogueras, de vagabundos que quisieron tu sombra
sin desnudarse, camino pedregoso. Y fueron inútiles tus
esfuerzos de plantar un arbolito, te pedían demasiado al
entrar en la noche. Tú estabas seco cuando nosotros
nacimos. No tuviste tiempo de esconderte de lagartijas,
tus habitantes inauditos, tus más cercanos parientes;
los aborrecidos, los que atisban la lluvia imperturbables,
los que lamen piedras calientes y danzan con luz de
luciérnagas. Camino pedregoso, camino que recorrí,
tú me tejiste una esperanza cuando los hombres se
aniquilaban mostrando tu palidez de almendra, tú
me hiciste hombre abrazando tu sequedad, tus surcos
como manos implorando unas gotas de amor, unos
himnos que se oían lejanos, camino pedregoso me diste
sólo el trébol blanco que exprimió el rocío como única
herencia y me marché hacia lo inaudito,
lo inconmensurable, lo llorado, lo terrible, y comprendí que
estábamos solos tú y yo camino pedregoso tan solos
como la flor que te ama en el silencio de esas hojas
tendidas que quisieron abrazarte y no hubo un viento
que las enlazara. Camino pedregoso, estaré tan unido a
ti a tu pesar muy a tu pesar, seré una premonición del
infortunio, de la pobreza, sin un hijo, sin una casa. Soy
de los que se dejaron tumbar sin comprender. Soy de
los que se dejaron engañar y sólo se hicieron preguntas.
¿Adónde fue a parar tanta tibieza tanta ternura? ¿En
qué túneles nos estará aguardando la mariposa que
tanto quisimos? ¿Cuál de los túneles será el que nos
conducirá finalmente o fatalmente? ¿Cuál de mis
manos penderá como una estatua hacia el final? ¿Cuál
de mis ojos será el lucero que cace el pájaro en su
recorrido hacia ti? Camino pedregoso que te alzas ante
mi vida cuando los ejércitos se aprestan a prenderte
a iluminarte y ése no es el fuego que tú quisiste sino la
luz de un extraño silbido del viento, quisiste
una tenue brisa en un río de retamas, caminos siempre
de moras, de hojas silvestres, de cantos de mujer, de los
solos que brotan cada tarde prendiéndole fuego al agua.
Camino pedregoso no abras cuando toquen voces de
destrucción, no te tuerzas con golpes, ni con gritos
ni con el terror de guerras y matanzas. Sólo así
permaneceremos como hasta ahora camino pedregoso.
Te fallé como trapero, como amanuense, como jilguero,
como payaso, como lo que la vida hizo de mí, mas no
como poeta. Camino pedregoso que te alzas ante mi vida
no sé ya qué manjares servirte.
Vive el tiempo que me queda.
Para siempre será este canto.

MUERTE IGNORADA

Qué clase de vida es esta
ulterior, posterior, media,
cuarta vida, enésima, vigésima,
infinitesimal, variada, altisonante,
borrosa, punitiva, tripoidal, prismática,
antológica, cromoidal, de primer turno,
de ínfima posibilidad, borrosa, constante, sonante,
milimétrica, para todo uso, cítrica,
con espejos, a sueldo, demencial,
barata, negativa, venga de donde venga,
vuelva otro día, lo siento, queda usted despedido,
agarre sus cosas y lárguese, parta de una vez
antes de que sea demasiado tarde,
gerencial, por poder, a cachetadas, direccional,
de poder a poder, de uso ocasional, correctiva, mística,
comprobada, rítmica, lóbrega, de espasmos violentos,
a la cuenta de, desesperada, de peso, con características propias,
de asesinato, de levitación, exagerando la nota
y caída con consecuencias mortales,
ajuste de cuentas, torrencial,
inalámbrica, de la boca para afuera
del estómago para adentro,
sin salida, a rayas, mantecosa,
con fe ciega, creyente al máximo,
de desfogue bilateral, de compromiso,
de suprema audiencia, silenciosa,
roja, azul , verde, honesta, pendenciera,
quijotesca, marsupial, venenosa, agreste,
bilingüe, aterrada, más te vale decir la verdad,
eléctrica, con comba y cachiporra, puro balazo,
a puñete y patada, a picanazo limpio,
servil, mediante decreto supremo, negra,
amarilla, con concha, brillante, intelectual,
cimbreante, quién da más de 3, de 20 años,
de 5, de 6, escupida, de susto, de una errada versión de la inmaculada
concepción,
de caridad nuestra en el nombre del padre,
del hijo, de rigor, con proyecciones ad infinitum,
de prédica ostentosa, predicha, fusiforme, chata,
pastiche, solapada, voluble, entrenada,
con todas las de la ley, aguerrida,
de espíritu noble, es suyo el puesto,
otrosí digo, de honda preocupación,
más vale decir la verdad,
más le cuesta, es excesivo el pago,
no es asunto mío, que mueve lo que no tiene
que vive lo que tampoco quiere, que tiene que vivir lo que no USA,
que tiene que utilizar lo que no sabe, que miente,
que es arrogante y que sin embargo
el gusano ese quiso utilizarme, para después él,
de comprobante de pago, para uso exclusivo
con signos con visos con estadísticas, excesiva,
con molde, de amplios pergaminos,
de grandes caracteres, de excelsas virtudes,
con dólar, condolidamente con dolor,
sin condolerme con billetes grandes,
no condoliéndome con sencillo,
abigarrada, uniforme, multiforme,
de recibos, de abusivos, de impunidad,
me jodo, me jodes, me jodí,
razonada, volcánica, idílica,
constreñida, más claro no canta un gallo,
de pescuezo corto, de anchas caderas,
perseguida, granate, que pase el rey,
y que no ha de quedar, abre el cofre
y verás los contratos con las transnacionales,
de FMI, de imperialismo, desapropiada,
con canas, rabiosa, bondadosa
y en esta esquina, con barro, tutti fruti,
de archivo, más que mal, choza, barriada, insalubre,
a guantazo, de una vez por todas, equinoccial,
de acoso, de atosigamiento, sumergida,
tétrica, infernal, desproporcionadamente sí,
exageradamente no, sin posibilidad aparente,
visible, a plazos, enrevesada,
en desuso, misteriosa,
de hoyo hondo, sin mente,
fisiatura,
tuberada,
inflación,
mancomunada traición,
ajuste de cuentas,
tugurización,
esquematismo,
acomete la incomprendida,

aniquilamiento y devastación poblacional,
sin derechos, masacres y amargura,
y precipicio y última fase,
facción de tiempo, pujanza,
interioridad, fracaso imborrable,
tenue, hosca, rota, injusta,
de quebrado beso, mierda y hartazgo y miseria,
de vómito, de otra oferta,
treinta mil,
mentada, chicle,
vitrola, puta, puerta, muere, occiso,
serpiente,
carajo, aquí estoy con la muerte, contesten.

Balada para un caballo

Por estas calles camino yo y todos los que humanamente caminan.
Por esencia me siento un completo animal, un caballo salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles.
Troto y todo el mundo trata de cercarme, me lanzan
piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas me tienden toda clase
de trampas en un laberinto
endemoniado donde los hombres arman expediciones
para darme caza
armados con perros policías y con linternas y cuando esto sucede
mis venas se hinchan y parto a la carrera a una velocidad
jamás igualada
por los hombres; vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas
aparecen ente mis ojos. Y vuelo y vuelo. Mis extremidades delanteras
ejercen presión sobre las traseras y paralelamente a un mismo ritmo
antes de asentarse en el polvo retumban en la tierra.
Relincho. Y mi cuerpo
va tomando una hermosísima elasticidad, me crecen
pelos en el pecho
y es un pasto rumoroso el que se ondea y es una música
y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo.
Atrás van quedando
millares de kilómetros y sigo libre. Libre en estos
bosques dormidos
que despierto con el sonido de mis cascos. Piso la mala yerba
y riego mis orines calientes, hirviendo en una como especie de arenilla.

Descanso a mis anchas, bebo el agua de los rios, muerdo
yerba tallos, rumio.
Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola espantando
a los mosquitos.
Los guardacaballos vigilan desde la copa de los árboles.
Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango
todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los
cerros que me resguarden
de las tormentas. Yo observo la lluvia desde mi cueva.
Cae la lluvia
y todo lo moja. Con este tiempo suelo galopar poco
cuidándome
de algún desgarramiento. Muchas veces me siento solo
y llego hasta
los helechos de los ríos para pensar muy dulce en ti
muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna
yegua que llegó
a correr en pareja conmigo. A veces los niños que vagan
sueltos por las campiñas
mientras sus padres realizan tareas de recolección o
labranza me montan a pelo
y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años,
aumentándolos.
De ellos sí recibo algún trozo de azúcar. En el verano el
sol se pone rojo
y se hace presente con su alegría y los habitantes de
los bosques y campos
suelen saludarme con el sombrero o con la mano. Yo les
contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo

invade suelo dar galopes
hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad. Allí
donde ni un sueño se revela me hago realidad. Me hago
realidad
esos ojos que están cansados de ver las mismas cosas.
Y es en verano
cuando la vida se enciende y mis cascos recogen la hermosura
de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones de mar
de cielo de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques. Pareciera que la piedra
se difunde con la noche
se propaga se manifiesta. Y toda la noche he ido creciendo.
Y crecía y crecía.
aún más aún más ¿Hasta dónde crecerás? No tienes miedo.
No, contesté.
Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas de caballos
ahuyentados
y en busca de nuevos campos. Recuerdo que logré darles alcance
y me contaron que lograron salvarse de una cacería
emprendida contra ellos
para mandarlos a vivir a un potrero y luego de ser sometidos
al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos a correr
distancias de 1,000,
2,500, 5,000 mts. y no eres libre de correr sino que te dopan
te colocan descargas eléctricas, te manosean, te latigan
con una fusta

despellejándote. Y así durante un buen tiempo mientras
ves acumuladas
alforjas de oro y plata. Hasta que llega el momento de ser
sometido
a la reproducción arrinconándote a una yegua a la vista
y paciencia de todos
sin intimidad en una mañana de tinieblas y poca luz y
luego te separarán
de tu yegua y potranco y pasarás tus años inmisericorde
como padrillo viejo
y cuando manques te dispararán un balazo en la sien.
Ya había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida
y me dijeron que probablemente para el invierno pasarían por aquí
para ir más al norte. Y se alejaron a la carrera.
Yo sabía lo que le sucede a un caballo en la ciudad.
Y por ello me mantengo
alejado de ella. Pero a veces me interno y sucede lo que
tiene que suceder.
Pero si yo me rebelo y persisto y amo terriblemente mis
posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen
odios prefiero ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas
ganas inmensas de vivir
y me uniré a las manadas para galopar hacia la vida
para mantenernos
unidos y vencer para no estar solos para volvernos verdes-azules
amarillos-anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán de mí
y de mi yegua y de mi potranco.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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