«En tanto que picardía (entendida como acción o dicho en el que hay malicia o atrevimiento, aunque no una clara insinuación) y la propia insinuación, al cual puede designarse como erotismo poético o erotismo romántico, y se entendería como una respuesta a la búsqueda de interacción social».
Ya sé que piensas de mi que soy un pendenciero,
por eso es que hoy pretendo dejar bien claro aquí
que todo lo que yo hago, no lo hago por dinero,
y que si soy así
no es porque sea un truhán, rufián, ni un bandolero,
pues si comporto así solo es porque te quiero.
Esa mañana en la misa
se armó la marimorena
que una muchacha morena
apareció de esa guisa
¡qué guapa estaba la nena!
¡qué escotada su camisa!
¡Oh, ese feliz paraíso prometido!
¿que hice yo, por qué te has ido, donde estás?
No me insistas que aún existes, que no más
soy un ciego que no ve, que está perdido.
Yo novelo hoy sobre ti,
mi secreta señorita,
tan esbelta y tan bonita
y a la que nunca yo vi.
Te imagino muy risueña,
con los labios carmesí,...
Aunque dicen durmiendo no se vive
a ratos es mejor estar dormido,
que sentirte en el alma dolorido
de rabia y de rencor. Quien sobrevive
deseable si no fuera resentido.
El fornicio es aquel acto que se oculta,
que para bien practicar exige oficio,
se asemejan a fuegos de artificio
si te pasas de la raya tienes multa.
La dulzura que emana de tu seno
creemé que me tiene obnubilado,
no me pidas que mire hacia otro lado,
no recalques mirar eso es obsceno.
De joven me iniciaba yo en el sexo
atento a mis hermanos con sus chistes,
al ver que les hacía tanta gracia.
Dispuesto para dar mi primer beso
pensé intentar probar de esos alpistes
cayendo esa intención en la desgracia.
Salí a la calle en busca de esperanza
la calle aquella noche estaba oscura,
tenía un halo triste de amargura,
no pude soportar tanta tardanza
que el mal no tiene cura.
Los besos, los que un día me negaste
que, ingenuo, te pedí y no me los diste
fingiendo que jugabas al despiste
haciendo mi ilusión se fuera al traste,
yo sé te los guardaste,
pues vi que te reíste.
Esperada, cuántas veces
he llorado por tu ausencia
suplicando,
y has gozado de mis preces
reclamando tu presencia
¡hasta cuando!.
Bukowski, mal hablado, él es un jeta,
un bicho que parió una mala madre,
llevando un sucio escuerzo en la bragueta,
que en eso de escribir se parapeta
soltando cuando caga algún desmadre.
Cada día al subir por la escalera
se me cruza bajando una muchacha,
yo la observo al pasar por si se agacha
¡qué preciosa que está la puñetera!
De joven me decían, lánzate,
si quieres tocar pelo has de luchar
que aquí lo que se trata es de libar,
sin miedo a fracasar, convéncete.
Todos llevamos dentro algún tesoro,
aunque algunos jamás lo podrán ver,
la dicha de un placer, fontana de oro,
o el ansia de llegar para volver.
Quiero besar igual que a mi me besa
el agua cristalina, reluciente,
me mira, me sonrie y complaciente,
me dice la otra a mi no me interesa.
He aquí la flor, las hojas y las ramas,
la pluma y aun la tinta y el tintero,
ideas, del amor, mi desespero
de encendido corazón las llamas.
Tengo una boca huérfana de besos
que albergue da a una lengua viperina,
traviesa y casquivana, en esa mina
que avanza o que camina en retroceso.
