LOS ENGAÑABOBOS (Mi poema)
Edgar Bayley (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

Decidme ¿quién maneja vuestras vidas?
¿los dueños, quienes son de vuestros sinos?
¿quién mueve por vosotros los destinos?
¿quién cura si es que existen las heridas?
¿quién debe diseñar vuestros caminos?

Decidme ¿quién se aplica aquí el derecho,
a hacer de su opinión un referente,
quién debe sugerir lo que la gente
debiera decidir, si está bien hecho,
que es bueno, es oportuno y consistente?

Un día ha de llegar que aquel que nazca
las riendas tomará del que es su sino,
trazando el caminar de su camino
haciendo lo que entienda o que le plazca
sin nadie que interfiera en su destino.

Los otros, los que son predicadores
dejado habrán sus tierras en barbecho
-pues lo ancho para mi, pa’ ti lo estrecho-
de modo ya no habrán nunca señores
que tengan sobre el otro más derecho.

Que un día ha de llegar, yo estoy seguro
que el hombre deje hacer de marioneta,
moviéndose al vaivén de la veleta
cual fuera que es sujeto de un conjuro
por alguien que los hilos los sujeta.

Pues hoy quienes nos mandan son farsantes
seguros como están con tantos bobos,
expertos en engaños como en robos,
que llegan con ideas delirantes
en esa profesión de engañabobos.

Astutos, que con malas artimañas
acceden a las mieles del poder
diciendo si te he visto hasta más ver
tejiendo van sus redes cual arañas
que sirven para allí permanecer.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Edgar Bayley

Edgar Maldonado Bayley

NOTICIAS

para saber de mí me he puesto el traje aquel
el peine la visera y he recorrido en pocos ademanes
la calleja y la gloria y toda lámpara
oh mi dios mi dios cuánta ternura en un carbón
en la pared rugosa en mi casa en mi papiro
estas vísperas digo estas vísperas de cambio
y sueño y lluvia y confusa sacudida
a punto llegan a mi trapo ardido
a punto para llenar de helechos la ventana
para saber tu nombre tu verdad tu acaso
el maullador olvido que sube en mi garganta
intimidad que deja en pie cada palabra
dicha al pasar mientras me arropo y salgo
y en los dardos de ayer a cal y canto
en el pan en la voz en la rampa órfica y desnuda
por donde asciendo a trompicones esperando
con llanto desigual con grito mudo
allí sorprendo ardores un destrozado simio
expuesta mano al sol ahumada envejecida
Sin labios ya me sorbo mis harapos
mangoneo así tanta vaharada oscura
Y me deslío a pedradas hacia abajo
muñón llameante florecido de espanto y pura oreja
epifanía coral vorágine que aprieta
el turbio amor y la esperanza ahíta
de tanto lecho monocromo violencia sin sentido
pero a todos a mí nos íngurgita y lanza
opio temible bruñida radiación
la misma latitud el mismo buitre.

EL BRAZO

Entrega tu sueño
al pájaro del alba.
Tú ya no puedes penetrar el aire.
Vuelve
con los brazos abiertos,
en silencio.
No despiertes al mar.
Entrega tus tambores.
No te expliques nada,
deja al cielo la noche.
Ya es hora.
Cada recuerdo queda
con su guerrero propio.
No te expliques nada,
no pidas el rescate
ni la palabra justa.
El nido abre su piel
para alojar tu voz.
La rosa del viento
aclara tu alfabeto.
Los coros descienden
a la luz de otra luna.

Yo entrego mi temor
y la esperanza.
Toda noche vuelve
al borde del espejo.

Vuélvete,
deja tu nombre
y tu defensa.
En el claro del viento
otra palabra te sorprende.
Los árboles giran
quince años atrás.
La espesura del alba
ha cambiado los tiempos.

Abandona más todavía;
espanto,
trinos,
el agua de siete colores,
tu mano sumergida,
aquella rosa,
estos labios
y el sombrero
de los cuatro puntos cardinales.

Deja fluir tu brazo
sobre el mundo.
Nada más que tu brazo.
(de Buenos Aires, poesía, Buenos Aires, 1954)

OFICIO DE VIENTO Y SOMBRA

frente a las pruebas de la noche
coraje de prolongar con tu voz
el silencio opulento

por aquí he marchado
al alba
retenido
pasajero
entre el viento y la sombra
entre las ramas

no relegar a un mundo aparte
las donaciones del viaje

me tiendo a su costado
conozco el fluir de este camino
esta mezcla de mí mismo
de mis manos
esta ignorancia

coraje otra vez para ser
al mismo tiempo
la piedra y el horizonte
y descubrir entre los anuncios del desprecio
los indicios del sol
de un camino abierto
reconquista del mar y la intemperie
(de La vigilia y el viaje – Poemas 1944-1960, Buenos Aires, La Razón Ardiente, 1961)

MARTES DE CARNAVAL

a Jorge Souza
a Paco Urondo

lejos de helena de troya
del hotel notre dame
de hans de islandia
y del mar de hojas desiguales y motores ahogados
lejos del sombrero olvidado en la última estación
lejos de las madrugadas y los días siguientes
de las cruces y el pálido fuego
circuido por vagabundos
lejos de la sonrisa del bien perdido
de la bahía y la noche rectangular
lejos del sol piel del amor
de la eugenia posible
de la madurez esquina posible del mundo
lejos del ascenso de la incisión más bien
de la ternura a la raíz del sur
lejos del punto de vista y los párpados lentos
de algunas islas detenidas para siempre
en el corazón y en las manos
lejos de algunas calles
de algunos dolores y compromisos
de escenas a la luz de las estrellas
y de conversaciones entre caballeros
lejos del rostro
lejos del trapecista internacional
lejos de la cascada
por donde corre tu vida
lejos de los nombres
de los días sumergidos en la amistad y el amor
lejos de las líneas telefónicas
de los precios módicos y los sueldos mensuales
lejos de las organizaciones
y de las plazas a la hora del amor
lejos del insulto
del olvido y las intemperancias
de algunas trompadas y grescas
de algunos incidentes policiales
lejos de la pálida existencia
de la oscura o la brillante
lejos de la caída o el ascenso
de algunas noches en blanco
de algunas pasiones en procura de lo absoluto
de canales por donde iban tus días sin saberlo
hoy recorres las calles de tu ciudad
es un martes de carnaval
quisieras ver otra vez algunos rostros
hace unos años pasaste la treintena
y procuras dominar unas pocas palabras
desconoces el nombre del porvenir
y el horario de los trenes
tengo hijos y amigos
voy al encuentro del día siguiente
las máscaras me rodean
bebo en un viejo vaso
entro en la caravana
oh mis lecturas mis embarcaderos
abro las puertas de par en par
(de Obra poética, Buenos Aires, Corregidor, 1976)

ABRIR LA PUERTA

me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada

sería tan sencillo
me digo
abrir por fin la puerta
y asomarme y mirar
dejando que me lleven
los pasos y la sombras del camino
me pregunto si servirá de algo explicar
por qué no explico
cuando tanta palabra y confidencia
intentaron traducirme
y ponerme al descubierto

si servirá de algo abrir la puerta
me pregunto
y andar por el patio
por el mundo entre la gente
abrir de par en par la puerta
para que todo pueda cumplirse
como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente
como la red y el roble que salvan la alegría al final del espectáculo

como el canto de las aguas y el susurro de la siesta
como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes reencontrados

para que todo pueda cumplirse
la luz la noche la inocencia
el nombre que pasa entre las ramas
la puerta se abrirá enteramente
se abrirá por fin la puerta
por si alguno
quiere volver a entrar o salir
o curiosear entre mis cosas
o esperarme mientras vuelvo
y si tardo y no regreso
salir al viento
y olvidarme
(de El día, 1968. Luis Soler Cañás, Generación poética del 40, Buenos Aires, ECA, 1981)

LOS DESIERTOS REALES

los desiertos reales
los mares imaginarios:
no hay palabras para elogiar a esta magnolia
tampoco hay forma de destruir las palabras
ni el oficio de florista

(guarden compostura:
en la soga de colgar se agita la flor blanca)
una tez de flores de cerezo
la última gota de sangre
los desiertos reales
los mares imaginarios
no pueden compararse a esta magnolia
(de Nuevos poemas 1977-1981, Antología personal, Buenos Aires, CEAL, 1983)

EN COMÚN (fragmentos)

II
volvemos por horas a tantos silencios del mundo
nos despertamos para no desnudar la memoria
ninguna soledad existe
ningún eco de los ojos
unidos sobre las manos los nombres
para sostener lo mejor de cada uno

tu evidencia prolonga la tierra
tus labios halagan el sobresalto
tu alegría tu tristeza extreman la libertad de los refugios
tus puertas han desplegado sus molinos vivientes
tus palabras guardan para todos el hábito de las pupilas

esta noche acrece el curso que que te rodea

IV
lento acero interrumpe el sueño
los ojos abiertos
los labios a que llegamos los dos
un día cualquiera un vínculo cualquiera
el humo empeñoso
el roble y su apoyo más allá de los meses
un día cualquiera y el claro entendimiento
las buenas nuevas de los muros

en el ámbito del roble
en el rostro del alba
en el paso contraído de la lluvia
en la cita secreta
en la cita pública
en el comienzo y ahora
ahora
en todas las fuentes del reloj
en sus órdenes despiertas
en la hierba húmeda
y en la fría de la violencia y el arrojo del azar
nuestra libertad futura hace su nombre
y el curso de sus manos

IX
en tu misma confianza como un astro
como tus sueños alrededor de mis palabras
mis ojos no cambian
mi horizonte abre tus brazos

en los cinco días del cielo
tu confianza disuelve los ponientes

es esta claridad la que buscaba
esta rueda persuadida por el aire
(de La generación poética del 40, Buenos Aires, Ediciones culturales argentinas, 1981)

DE TODOS MODOS

ella se va sintiéndose llamada
abre este sol su mano extiende
rechazo amor
una quimera

su oficio es ser de todos modos
aquí estará
su nombre sabe
nada la oculta
ni destello falaz
tormenta sol
ni la avenida

vuelve a ser furor helada fauce
presagio estrella nacimiento
aplomo y ansiedad
dulzura imprecación testigo
aquí está
para ser de todos modos

ESTADO DE SITUACIÓN

(poema inédito)

Quieres sostener en pie los pilares
de un barracón caduco.
Por el techo
y las paredes
entran el viento y el agua.
Se confunden el río y el mar cercano.
Quieres mantener sobre las olas
el muelle semihundido,
mientras el tumulto de la corriente
arrastra flores,
troncos,
un mascarón de proa.
Todos se han ido,
estás solo
en una lucha insensata.
No tienes más que una débil camisa,
un pantalón raído y una pala en la mano,
entretanto el agua supera tu cintura
y las olas grandes te voltean y sacuden;
te vuelves a levantar
y esperas tontamente la salida de la luna.
Nada queda del pueblo ya,
lo que plantaste se fue,
los amigos,
los compañeros no están;
se ahogaron los animales.
Las líneas que escribiste,
las promesas que hiciste
se ahogaron también
y,
sobre todo,
se ahogó el amor cruel,
refugiado en la copa del árbol.
(de Intramuros, n° 8, octubre 1998, Buenos Aires; Argentina)

LOS HOMBRES Y LOS AÑOS

a uno y otro lado de la muralla
los años quedan clausurados en su primer regazo
en los ojos abiertos hasta el amanecer

hablo de la sed y el sueño líquido del hombre
de los deseos de la esperanza el insomnio en el extremo del valle
del enjambre de la memoria y nuestras mandíbulas fuertes
del temblor la ronca membrana de los rieles
y el humo del poblado

hablo de los vidrios lentos a la madrugada
de la parturienta amenazando la medianoche
con sus gritos y sus cadenas puras
hablo de los fusiles y la sangre fluyente
herida
descompuesta
de las horas por llegar
de los frutos de la ternura
de los ojos digitales
mezclados a la multitud en las manifestaciones

hablo del amor adolescente
y de las ventanas del alba
de los expedicionarios perdidos
inmóviles en espera de la claridad
hablo de los niños y la demencia lindando la poesía
de la mentira la humillación las torturas renovadas

hablo de cosas simples
en las manos extendidas
gratuitas

es necesario inventar el mundo
iluminar los ojos
ver la extensión abierta a nuestro impulso
una rama en la luz
acunada por las voces de los héroes anónimos
castigada por el peso muerto de los consuelos

la alegría de las conversaciones ingeniosas
el contagio de los sentidos
el buen apetito la sed de buena ley
el olvido y la palabra absorbidos en la fronda
la siesta a ras del suelo
el debate moroso de los reptiles
el plácido quejido del pajonal
el polvo del camino ahogando las viñas
el apremio de las multiplicaciones
el vacío irremediable
del signo viejo y nuevo
(de En común (1944-1949), Obras, Grijalbo Mondadori, Buenos Aires, 1999).

ÚNICOS

la única mujer que me ha querido
el único hombre que ella ha querido
la única mujer que yo he querido
el único hombre que la ha querido
y el tiempo
el paso
y una serena piel
la u
laud
au
por siempre
(de Poemas inéditos, Obras, Grijalbo Mondadori, Buenos Aires, 1999)

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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