DE ABUELOS Y NIETOS (Mi poema)
Montse Ordóñez (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

¿De quién son los abuelos? de los nietos.
¿Los nietos de quién son? de sus abuelos.
Los nietos, los que causan sus desvelos,
los mismos, los que nunca se están quietos,
tan lindos, tran traviesos y locuelos.

¿Abuelos y los nietos? complementan.
Haciendo ellos a nietos consentidos.
Los unos y los otros tan unidos
que cuentan mil historias que se inventan
de un mundo en el que hay hombres forajidos.

Los unos tan dechados de experiencia,
los otros incipientes conejillos,
jugando a demostrar quien son más pillos,
abuelos gala haciendo de paciencia,
los niños desfogando cual chiquillos.

¿Y aquí quién gana más? Son los abuelos
que suelen disfrutar la mejor parte.
Los padres de esta historia están aparte.
Bastante tienen ya con sus anhelos,
pensando si a la luna irán o a Marte.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Montse Ordóñez

Padre

No le digas a mi padre
que por las noches
sigo teniendo miedo al timbre de la puerta.
No le digas a mi padre
que desde hace tres meses y veinte días
no sonrío.
No le digas a mi padre
que la oscuridad se ha hecho mañana
y el día hostilidad.
No le digas a mi padre
que en el amanecer de los domingos
soy incapaz de escuchar a los Beatles
No le digas a mi padre
que lloro
cuando escucho el sonido de sus gestos.
No le digas a mi padre
que está siendo complicado acostumbrarme
a vivir en su madrugada.
No le digas a mi padre
que el mundo anda repleto de miedo
y que yo
muero de el.
No le digas a mi padre
que los que quedaban
se fueron lentamente.
No le digas a mi padre
que no me acostumbro a pasear
por las calles en las que aprendí a vivir de su mano.
No le digas a mi padre
que no me atrevo a observar las imágenes de la infancia
en las que nuestros rostros desprendían
la esperanza del mundo.
No le digas a mi padre
que vivo refugiada
en la biografía del silencio.

Cuando le veas

solo dile que quiero que amanezca en esa madrugada
en la que vive
que en su memoria aún queda esperanza
para no olvidar
que nací un veintisiete de abril de hace ahora algunos años.

Opulencia

Desde la ventaja que brinda un rincón de jardín,
observo la construcción de la opulencia venida a menos
el deterioro, al igual que la belleza,
amaga historias de vidas tristes
cuarteadas, mal nutridas, irreverentes, impías, soberbias.
Un sinfín de ellas parten de mi imaginario
las mínimas son las visibles.
Cinco arboles, un pozo seco, mucha hojarasca
ropa que esconde la blancura de otros tiempos.
La vida campa en vertiginoso declive
Pero que bien luce aún
la huella de lo que importa.

Remedios para un mundo

Urge pisotear la vanidad que nos envuelve
ampliar la mirada de los impíos
saltar muros de incomprensión y romper ventanas de incorporeidad
huir de lo global y habitar en lo parcial
exterminar a los que por su boca nos arrastran a los exilios
borrar los exterminios, también
hablar con los hijos y explicarles que los arboles se mueven
detenerse ante el mar y caminar por las orillas de los ríos
buscar al otro para llenarle de abrazos de equidad
recuperar al nosotros, también
borrar de los mapas al que no sonríe y apalea
recuperar las sabanas blancas y los paseos al alba
trazar rumbos de sanidad con las palabras
restar hambruna moral y sumar conocimiento latente
embelesarse de la lluvia y cegar a la catástrofe
atemperar la razón y depositar en los desiertos la inconsciencia de los soberbios
recobrar significado y hacer ley de lo sentido
verter de caminos la esperanza de los hombres
ser valientes y afrontar la diversidad como rumbo
escuchar la música que alberga nuestros órganos
hacerse de trincheras de globos para recuperar la ilusión del vosotros

Si con esto no sirve
tendremos que saltar a otro mundo
o mudarnos al otro barrio

La orilla de los nadie

“El mundo no te regalará nada, créeme.
Si quieres tener una vida, róbala”
Lou André Salomé

Con la precariedad de los tiempos
uno juega
y se sostiene
pliegues, bifurcaciones, encrucijadas, tizne, proceso.
Nadie sabe donde se esconde el olor de los jazmines secos
posiblemente lo encontremos en el rincón de los miedos
en la esquina deshabitada de los que huyen en busca de pan.
La decrepitud de los silencios hace estragos en las almas de los que lloran
Las balsas liberan peso y ruge el mar
cuando mengua
las olas los engullen
Los tiempos juegan de nuevo con la sinrazón de los que quedan
y lloran
sin consuelo,
temblando de frío y miedo.
Y nosotros quedamos atónitos e impávidos
al rugido
de la desesperanza
y los gritos.

Errantes

Bienaventurados los que llegaron un día y se fueron sin un adiós,
los que por boca ajena te detestan y te olvidan,
los enemigos que no supieron abandonar ni la etiqueta ni la condición,
los que juegan con el sentir y la palabra del escriba,
los que aún creen que la condición humana no es fiel reflejo del espejo virtual.
En busca de lo que los caminos esconden
se recogen los mapas y las brújulas
y sin rumbo
uno sigue
y se va
ligero de equipaje como Bowie
Words are flowing out like endless rain…

El mar de los adentros

En este momento de la vida
Vivo en el filo del horizonte
allá donde las palabras
mueren en confrontación
con la guerra.

En este acantilado
me queda pan para un amanecer,
unos sorbos de agua
para sobrellevar la noche
y una flor mustia
para ofrendar al alba.

Observo desde aquí
la memoria del agua,
las branquias de los peces,
sal y alguna orilla
tan desolada como la mía.

En el filo de este horizonte
la escarcha llega sin los inviernos
y en su inclemencia entierro
los pies con mis olvidos.

Aquí nunca viene nadie,
el faro no ilumina,
la oscuridad aterra al curioso
como la prisa a la vida,
con ese miedo combativo
similar al de los cielos rotos.

Estoy en ese momento de la vida
en el que alquilo el horizonte
para quedarme con el filo
y con lo poco que me den
me compraré una cuerda,
enamoraré a un equilibrista
y haremos de nuestro filo
una trinchera de pan,
sorbos de agua,
flores mustias
y algo de amor
con el que mirar al alba
la memoria del agua,
las branquias de los peces.

Asustar al miedo

Un día cualquiera
decidí hacer
un ajuste de cuentas
con mis miedos
comencé a escribir
traté de curarme
de algo que no sé que es
pero sé que tengo

Publiqué un libro
cinco reseñas
siete prólogos
veintidós poemas sueltos
y una esquela

Ahora que la vida me asusta menos
quiero crear un ministerio
de tristezas y nostalgias
nombrar a Iribarren ministro
llenar panfletos de amores fallidos
escribir instancias solicitando
los besos que no robamos
y desafiar a la soledad
mirándola a los ojos

Al cerrar
nos pondremos a inventariar la vida
a poner memoria al abandono.

Elogio a la esperanza

Hay que llevar con uno algo de esperanza
para que el primer frío del otoño
no te destape y te deje
desprovisto de incertezas
Eso le pasó al dueño del bar de la esquina
y no sobrevivió a diciembre

Desde entonces ando abrigada
con capas y capas de resistencia
y cuando siento que el aire
se lleva alguna de ellas
salgo corriendo hacia el metro
en un vagón desvencijado y sucio
tomo asiento
se me caen las lagrimas
seco alguna y observo
el silencio impávido de los que me rodean
nada trasciende, nada se agita

Bajo en la siguiente parada
con un poco más de decencia
limpia de penas
ajena al miedo y la intransigencia
celebrando que esa terapia
es el mejor antídoto
contra la incertidumbre.

El día en que me faltes

A mi padre

Empiezo a sospechar
que no llevo conmigo
suficientes remedios
para dibujar en ti una sonrisa
Cada día que pasa
te descubro un nuevo temblor
un nuevo olvido
y un camino de lágrimas
que se deslizan
sin control por tu ojo izquierdo

Créeme que trato de hacer tu noche fácil
evito nombrarte a los amigos que no tuviste
tampoco nombro a esa compañera tuya
esa soledad tan abrigada
de la que nunca conseguiste desprenderte

Para ti inventé
dos vidas nuevas a Keith Richards
hasta que un día
cansado de sus desdichas
decidiste inventarle un buen final

Vi en los pliegues de tus arrugas
el reflejo de mi niñez
y me detuve a recordar
el cariño con el que inventabas mi nombre
los paseos por el Raval
o como hacíamos del absurdo
nuestro credo

Ahora ya no hablamos
todo está dicho
tan solo nos sentamos a mirar
como caen las hojas de ese árbol que te acompaña
dibujamos con los ojos el recorrido de las ramas
y cuando el frío acaricia tus manos
las cubro con las mías
me miras y asientes
esa es tu manera de darme las gracias
de decirme que me quieres
de arropar el desgarro que provoca
ver el declive de un hombre bueno

Como ves
soy precisa en describirte
porque el día en que me faltes
siempre estarás aquí conmigo.

El refugio de tu nombre

Desearía volar como si fuese palabra
y al tú nombrarme

hacerme mundo
y ser

lo que es el pan a los besos
una historia de amor.
De Siempre es de noche en Pyongyang.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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