JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

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RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

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ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

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FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

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FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

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GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

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MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

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TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

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ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

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JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

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MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

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MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,

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MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

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MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

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MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

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LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

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AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

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YO UN DÍA QUISE SER DIOS [Mi poema]
Gabriel García Tassara [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Luchar por ser eterno es muy loable.
Yo un día quise armarlo y poseerlo
e, iluso, me enfrenté ya con mi sable
un sable de estraperlo.

Aquí donde me veis yo quise serlo
sabiendo grande es dios y yo pequeño
y aun hoy que no me alcanzo ya a creerlo
no ceso en el empeño.

¿Querer ser dios, quién dice que eso es malo?
Posible fuera propio de ignorantes.
Mas sé que si lo intento me resbalo,
ocurre a los tunantes.

Comprendo dios es alto y yo soy bajo,
que dios no se equivoca y yo derrapo,
que el mismo está allá arriba y yo aquí abajo
y de él soy su guiñapo.

Mas miro cada vez que salta un sapo
y admiro la destreza del escuerzo
y observo, cual muñeco que es de trapo,
lo útil de su esfuerzo.

Querer es pretender, es intentarlo,
mas ahora que lo pienso es picar alto,
mejor es evitar, y aquí zanjarlo,
caerme mientras salto.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Gabriel García Tassara

HIMNO AL MESÍAS

Baja otra vez al mundo,
¡Baja otra vez, Mesías!
De nuevo son los días
De tu alta vocación;
Y en su dolor profundo
La humanidad entera
El nuevo oriente espera
De un sol de redención.

Corrieron veinte edades
Desde el supremo día
Que en esa cruz te vía
Morir Jerusalén;
Y nuevas tempestades
Surgieron y bramaron,
De aquellas que asolaron
El primitivo Edén.

De aquellas que le ocultan
Al hombre su camino
Con ciego torbellino
De culpa y expiación;
De aquellas que sepultan
En hondos cautiverios
Cadáveres de imperios
Que fueron y no son.

Sereno está en la esfera
El sol del firmamento;
La tierra en su cimiento
Inconmovible está:
La blanca primavera
Con su gentil abrazo
Fecunda el gran regazo
Que flor y fruto da.

Mas ¡ay! que de las almas
El sol yace eclipsado:
Mas ¡ay! que ha vacilado
El polo de la fe;
Mas ¡ay! que ya tus palmas
Se vuelven at desierto
No crecen, no, en el huerto
Del que tu pueblo fue.

Tiniebla es ya la Europa:
Ella agotó la ciencia,
Maldijo su creencia,
Se apacentó con hiel;
Y rota ya la copa
En que su fe bebía,
Se alzaba y te decía:
«¡Señor! yo soy Luzbel».

Mas ¡ay! que contra el cielo
No tiene el hombre rayo,
Y en súbito desmayo
Cayó de ayer a hoy;
«Y en son de desconsuelo,
Y en llanto de impotencia,
Hoy dama en tu presencia:
«Señor, tu pueblo soy».

No es, no, la Roma atea
Que entre aras derrocadas
Despide a carcajadas
Los dioses que se van;
Es la que, humilde rea,
Baja a las catacumbas,
Y palpa entre las tumbas
Los tiempos que vendrán.

Todo, Señor, diciendo
Está los grandes días
De luto y agonías,
De muerte y orfandad;
Que, del pecado horrendo
Envuelta en el sudario,
Pasa por un Calvario
La ciega humanidad.

Baja ¡oh Señor! no en vano
Siglos y siglos vuelan;
Los siglos nos revelan
Con misteriosa luz
El infinito arcano
Y la virtud que encierra,
Trono de cielo y tierra
Tu sacrosanta cruz.

Toda la historia humana
¡Señor! está en tu nombre;
Tú fuiste Dios del hombre,
Dios de la humanidad.
Tu sangre soberana
Es su Calvario eterno;
Tu triunfo del infierno
Es su inmortalidad.

¿Quién dijo, Dios clemente,
Que tú no volverías,
Y a horribles gemonías,
Y a eterna perdición,
Condena a esta doliente
Raza del ser humano
Que espera de tu mano
Su nueva salvación?

Sí, tú vendrás. Vencidos
Serán con nuevo ejemplo
Los que del santo templo
Apartan a tu grey.
Vendrás y confundidos
Caerán con los ateos
Los nuevos fariseos
De la caduca ley.

¿Quién sabe si ahora mismo
Entre alaridos tantos
De tus profetas santos
La voz no suena ya?
Ven, saca del abismo
A un pueblo moribundo;
Luzbel ha vuelto al mundo
Y Dios ¿no volverá?

¡Señor! En tus juicios
La comprensión se abisma;
Mas es siempre la misma
Del Gólgota la voz.
Fatídicos auspicios
Resonarán en vano;
No es el destino humano
La humanidad sin Dios.

Ya pasarán los siglos
De la tremenda prueba;
¡Ya nacerás, luz nueva
De la futura edad!
Ya huiréis ¡negros vestiglos
De los antiguos días!
Ya volverás ¡Mesías!
En gloria y majestad.

Naciera yo, naciera en las montañas

Naciera yo, naciera en las montañas,
yo que admiro su rústica belleza,
más cercano de sí , ¡naturaleza!
con su luna, su sol, su inmensidad.
Y salvando las breñas y torrentes
de las fieras salvajes al bramido
no hubiera con su aliento corrompido
mi falleciente ser la sociedad.
Y no que estoy con rabia contemplando
desde el profundo abismo de mi suerte
el triste pensamiento de la muerte
las horas de mi vida presidir.
Si es lo que suena, mi tremenda hora,
llevaré hasta la tumba mi deseo.
¡Crepúsculo oriental! yo no te veo.
Ya para mí no hay sol. . . . esto es morir

A DANTE

INVOCACIÓN DE UN POEMA.
Lasciate ogni speranza.

Sagrado Homero de la antigua Europa
que apuraste en tu ardor hasta las heces
de la suprema inspiración la copa;
Dante inmortal que con los siglos creces
y al rudo son de tu salvaje canto
a las generaciones estremeces;
Tú, que en las alas de tu genio santo
el Cielo recorriste y el Infierno,
mansiones de la luz y del espanto;
¿Por qué la voz del hombre es ese interno
lamento de dolor, hondo, infinito,
inenarrable, inacabable, eterno?
¿Por qué la voz del genio es ese grito
que resuena del mundo en la memoria
como el ¡ay! de Luzbel al ser maldito?

Canta Moisés, y la tremenda historia
canta del Cielo y del Edén vedado,
y al hombre despojado de su gloria.
Canta de los Profetas el sagrado
coro, y sus misteriosas armonías
la historia son del primordial pecado.
Llora con llanto eterno Jeremías,
David ve a Dios ceñudo e iracundo,
tiembla Jerusalen ante Isaías.
Y Job, envuelto el rostro en polvo inmundo,
a decir su dolor no encuentra nombres,
y lanza un ¡ay! que aun estremece al mundo.
Canta Homero, profeta de los hombres.
si los otros de Dios, el que esa lira
te dio, ¡gran Dante! con que al mundo asombres.
Canta, y canta de Ilion la inmensa pira,
y del Aquivo el funeral trofeo,
y de los Dioses la tremenda ira.
Canta Esquilo, y nos canta a Prometeo,
la roca insuperable del destino,
y el eterno buitre del deseo.
Prosigue el hombre su fatal camino,
y cuando el mundo con su peso oprime
el Capitolio del poder latino,
Canta Virgilio, y si su voz sublime
canta de nuevos siglos nueva aurora,
Roma asombrada con su canto gime.
Mas ¡ay! ya viene el que en los Cielos mora,
el que el Oriente y Occidente espera,
el que la triste humanidad implora,

¿Dolor?… ¿Siempre dolor? En su carrera
el Hombre-Dios exhalará un gemido
que oirán todos los vivos cuando él muera;
Y será tu Evangelio prometido
la historia, ¡oh Dios!, de la miseria humana,
escrita con la sangre de tu Ungido;
Y en visión iracunda y soberana
verá San Juan ante sus turbios ojos,
del caos humano y de la muerte hermana,
En la hora de los últimos despojos
la Bestia Apocalíptica triunfante
del mundo apacentarse en los despojos.
Sucumbe Roma, la nación gigante,
y corre desde el mudo Capitolio
al Gólgota inmortal la Europa infante.
Cesa el canto oriental y el ritmo eölio.
no hay Moises, no hay Homero. Dante sube
de la suprema inteligencia al solio.
Su canto oíd. Arrebolada nube
de robusta y magnífica armonía
le circunda la sien como a un querube.
Acaso ya tras la hecatombe impía
el hombre va a escuchar por vez primera
un himno de esperanza y de alegría.
Ya alza los ojos a la ardiente esfera,
ya resuena en su voz y en su alma late
la voz y el alma de la Europa entera.
Ya va a cantar el inspirado vate,
ya retiembla la lira entre sus manos…
¡Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate!

¡Oh de la vida y de la muerte arcanos!
¡Oh terrífico adios a la esperanza!
¡Oh sentencia fatal de los humanos!
¡Oh venganza de Dios! ¡Oh gran venganza
cuyo eterno cuchillo de diamante
ninguna mano a desclavar alcanza!
Tu Infierno es este mundo, ¡oh padre Dante!
encima del dintel de nuestra vida
la tremenda inscripción ya está delante.
El mal hizo en la tierra su guarida,
el bien no es más que idealidad suprema,
entre oscuros crepúsculos perdida.
Víctima de un recóndito anatema,
huérfana de su Dios abandonada
como las sombras de tu gran Poema;
De caminar y caminar cansada,
un círculo de círculos corriendo
como esos que corrió tu planta osada;
El eterno Cocito circuyendo
por ver si un soplo de aquilón divino
mueve la onda letal del lago horrendo;
Preguntando a la sombra su destino
sin más luz que la sombra que le espera
como al principio al fin de su camino;
La humanidad, ¡oh Dante!, desespera,
la humanidad, la humanidad y el hombre.
Que el hombre es, ¡ay!, la humanidad entera.
Edipo no halla de su enigma el nombre,
por los infiernos de su infierno gira,
y no hay visión allí que no le asombre.

Por eso, ¡oh Dios!, la humanidad suspira,
y el genio, que es su voz, cuando la canta
ayes arranca a su funesta lira.
Por eso hasta esa Musa sacrosanta
del bien supremo donde está el arcano
que en sus alas divinas se levanta.
Esa Musa de acento soberano.
la excelsa y refulgente Teología,
también es Musa del dolor humano.
¡Oh virgen celestial de la Poesía!
También ella es dolor… Mira a la ciencia,
la antes pura y genial Filosofía,
Mírala revolcarse en su impotencia;
carnal matrona de infecundo seno,
jamás pudo engendrar una crëencia.
De ella está el mundo con sus siglos lleno;
lo sabe todo, pero al hombre ignora,
y a remediar su mal le da veneno;
Y cuando suena la tremenda hora
de esas tormentas cuya voz retumba
sobre esta Europa que en tinieblas llora,
Cual vil sepulturera, abrir la tumba
del pueblo que murió dado le es sólo
y llorar en la inmensa catacumba.
La Europa va a morir. Tú, sacro Apolo
del Parnaso de Cristo, dime un canto
que resuene en su vasto mauseolo.
Tú la cantaste ya cuando áureo manto,
malla feudal, sacerdotal tiara
ostentaba en el trono sacrosanto.

Yo idolatrando la veré en el ara
el espectro del oro y la fortuna,
de inspiración y de entusiasmo avara.
Entonces como ahora, allá en su cuna
y en el lecho fatal de su agonía,
el fantasma tremendo la importuna.
Cantemos de la Historia la elegía:
Sol de la humanidad, de sus regiones
la idealidad se aleja cada día.
En vano entre magníficos blasones
renacerá, renacerá en su hoguera
el fénix inmortal de las naciones.
El hombre, ¡padre Dante!, desespera,
dobla la sien en la doliente mano,
y abandona el timón a la onda fiera.
No inquiere ya el arcano. No hay arcano.
No ansía ya la venganza. No hay venganza.
No hay más que el himno del dolor humano,
y el sempiterno adiós á la esperanza.

A LAS CUMBRES DEL GUADARRAMA

Cumbres de Guadarrama y de Fuenfría:
columnas de la tierra castellana,
que, por las nieves y los hielos,
cana la frente alzáis, con altivez sombría.
Campos desnudos como el alma mía,
que ni la flor ni el árbol engalana:
ceñudos, al nacer de la mañana;
ceñudos, al morir del breve día.
Al fin, os vuelvo a ver, tras larga era;
os vuelvo a ver con el latido interno
del patrio amor, que, vivo, persevera.
Para mí y para vos llegó el invierno.
Para vos tornará la primavera,
mas mi invierno, ¡ay de mí!, será ya eterno.

A FERNÁN CABALLERO

ENVIÁNDOLE UN EJEMPLAR DE MIS POESÍAS

Tú a quien dos veces admiré en el mundo,
primero, en esa arábiga Sevilla,

de una entusiasta juventud cercada,
la hermosa dama, la sin par Cecilia;
Después allá cuando de mí ignorado,
tras anchos mares en extraños climas
por la mafia entre aplausos repetido,
de Fernán Caballero el nombre oía;
Dígnate recibir como un recuerdo
de la antigua amistad nunca extinguida
como una ofrenda en el altar del genio
que en sus alas fulgentes te sublima,
Dígnate afable recibir el libro
arca no, sino tumba de reliquias
donde al fin encerré los pobres versos,
que al azar engendró mi fantasía.
Acaso entre ellos hallarás algunos
que al fresco murmurar de la onda estiva
de su jardín las auras aprendieron,
en las noches de luz de Andalucía;
Ysi espejos no son cual tus poemas
de un alma en tu fervor pura y tranquila
sí de esta audaz generación del siglo
la Haga aquí tal vez sangre destila;
Hijos siempre serán de aquella musa
que en ya lejanos cuanto hermosos días
de Byron, Goethe y Lamartine los nombres,
¡musa tú más feliz!, de ti aprendía.
Sé indulgente con ellos cual soliste;
y entre tanto esta página te diga
la sincera efusión de la memoria
que a Cecilia y Femán su autor envía.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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