ME GUSTAN LAS IDEAS [Mi poema] Jaime García-Máiquez [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Yo toco las ideas, las miro y manoseo, Cada una es diferente, tiene distinto encanto, Dulces, tiernas, mimadas, las hay cual mariposas, Las cuido, bien regadas las tengo en un florero, |
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Jaime García-Máiquez
La belleza es sagrario
Bajo una encina enorme en lo alto de Abantos,
rogué por ver el rostro de Dios, sólo
un instante de luz,
misterio, miedo y fuego, como un rayo.
Más allá del paisaje no vi nada
como podéis imaginaros todos,
pero de pronto un pájaro
se posó entre las ramas y cantó sobre el árbol.
La canción de las lluvias
A. Necati Cumali
La lluvia de enero
sirvió como abono,
y la de febrero
cimentó los lodos.
La lluvia de marzo
se enraizó más hondo.
La de abril produjo
frutos luminosos.
La de mayo vino
como agua de agosto…
La lluvia de junio
se lo llevó todo.
Pan duro
La madre de mi madre se tomaba
el pan del día anterior o el de hacía dos días
para desayunar, con su café manchado.
Era como un gorrión. Emocionaba ver
a aquella señorita de Alicante
con más de ochenta años de ternura
nutrirse despacito igual que un pobre
cartujo, allí sentada en su butaca.
Mi madre sonreía al verme sorprendido
contemplando a su madre, en una casa
cuya despensa inmensa
se parecía a un bodegón de Snyders.
Y alguna vez, para explicarme aquello,
me dijo llanamente: es por la guerra;
no te preocupes, Jaime, es por la guerra.
Dos décadas después, y a casi un siglo
de la Guerra Civil, ahora soy yo
el que coge el pan duro
y lo besa despacio
y se lo come haciéndolo migajas
con un café con leche.
Mi mujer no da crédito, y se queda
alucinada cuando le contesto
completamente en serio que no le dé importancia,
que lo hago por la Guerra.
LA ROSA DEL DESIERTO
A mi madre
No sé qué clase de escultor te hizo
pero, entre golpes de cincel, él supo
acariciarte y darte aquel aroma
que no requiere de piedad escrita
para seguir oliendo tras la muerte.
Brotaste del fulgor de la tormenta,
del beso enajenado de la ira,
con la soberbia majestad de un símbolo
y el lejano sonido, como seco,
del solemne oleaje de las dunas.
Tú eres la hermosa rebelión de pétalos
que no se atreve a sujetar un tallo,
el fruto misterioso que combina
desdén de flor con humildad de piedra,
arena viva y polvo florecido.
Tú eres la rosa helada que nos canta
un himno de esperanza en el silencio,
la música callada que estremece
los más tristes cimientos de la tierra
porque hay amor también en el desierto.
MI HORA
Entre el crepúsculo y la noche
hay algún tiempo en que la luz no cede
a deslumbrar o a derramarse en sombra,
que no golpea sino que rodea
la materia, la abraza con un amor platónico.
Y al quitarle a las cosas su contraste
de tosco claroscuro,
las perdona de no sé qué pecado
mezquino, las absuelve
volviéndolas más ellas,
y embelleciendo a todo el que las mira.
Es esta luz con la que Dios ve el mundo.
de Otro Cantar (2007)
EN EL MUSEO
A veces, observando a la gente ambulante
por los lentos pasillos del Museo del Prado
no puedo contenerme, y me pongo a su lado
para saber qué opina -con un gesto pedante-
de un conde, un santo, un dios, o de un perro elegante.
Os aseguro que lo mejor que he escuchado
son esos comentarios del niño malhablado
al mirar una venus desnuda por delante.
Cuando esa gente huye y en la misma salida
afirma ciegamente haberlo visto todo,
no haber dejado ni una sala olvidada
me entristezco, pensando que hay quien deja la vida
jactándose saciada de eso mismo, de modo
que mirándolo todo no han contemplado nada.