ESTO A NADIE LE INTERESA (Mi poema)
Clara Lair (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA …de medio pelo

 

Comprendo que esto a nadie le interesa
mas yo he venido aquí para contaros
que nací sin querer, fue una sorpresa,
y sigo sin saber, aunque me pesa,
qué pinto en este mundo. Y recordaros,

prosigo, que yo vine de puntillas
de padres a un lugar desconocido,
que más que niño enclenque fue un tirillas,
y fue pasando el tiempo allí a hurtadillas
y no alcanzó ni a sopa de cocido.

Que llegó sin vergüenza, como todos,
haciéndole llorar y a trompicones,
con su mochila a cuestas. Y hoy sus lodos
le impiden recorrer ya sus recodos
tan llenos de peleas y traiciones.

Y ha proseguido con su sombra a cuestas
buscando como el agua algún resquicio
por donde huir. Va con las botas puestas
jugando su prestigio en las apuestas
cayendo lentamente al precipicio.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Clara Lair

Letanía egoísta

¡Ay, solo quisiera

vivir las mismas cosas de distinta manera!

¡Volver a florecer; saberme florecida;
y balancearme al ritmo más quieto de la vida!

En el jardín salvaje del amor ser altiva
planta, que no florece sino al que la cultiva.

Desterrar de mi torre de reposo y de pan,
la pirueta a lo absurdo de Pierrot y don Juan.

Oponer al foetazo encendedor del trópico,
el músculo de piedra de mi maestro exótico.

Mi maestro sajón, que burló mi donaire,
y que trocó mi canto en bostezos al aire.

¡Ay, solo quisiera
vivir las mismas cosas de distinta manera!

No dar nada de más; dar solo lo pedido;
y retirarlo al punto si no es retribuido.

En fría selección de rosales y eras,
desparramar mi yo por las cosas certeras.

Lanzar mi vanidad en la ruta trazada
de lo que ya está hecho, de lo que cuesta nada.

¡Volver a revivir, fuerte, dura y fornida,
y caminar atlética y autómata la vida!

¡Ay, solo quisiera vivir
las mismas cosas de distinta manera!

¡Mirar el mundo todo como brusca humorada,
y a cambio de su nada darle también mi nada!

Nocturnos de Nueva York – I

¡Quién sostiene las luces que cruzan en la sombra
de esta mi densa soledad tan rara!
¡Cuando el florón más tenue de la alfombra
se cambia en el contorno de tu cara!
Cruje una puerta… suenan unos pasos.
¡Es el viento, es la nada, es lo invisible!
¡Tú estás lejos de mí, fijo de brazos
ante mi grito ahogado a lo imposible!
Marca el reloj la hora en que no vienes…
No has de venir jamás, amado mío.
Entre tú y yo está el hierro de mil trenes,
Miles de piedras… y un atroz vacío.

Angustia

A veces soy tan lejos, lejos de todo ésto.
A nada me acomodo, en nada me recuesto:
Las palmas, los coquíes son sonido, paisaje…
Yo siempre estoy ausente, yo siempre estoy de viaje.
En vano es que mi alma se incendie con afanes
y se prenda a los ojos potentes flamboyanes,
ni que por los caminos se me fugue el anhelo…
para topar de pronto la montaña y el cielo.
…Y el andrajo de pajas del pobre caserío,
y el andrajo de gente y el escuálido río,
y los pueblos cuadrados con la iglesia en el centro
y el cementerio junto: Estanques muertos dentro
del perenne bullir y saltar de las olas,
perenne ante mi alma impaciente y a solas.
Por doquiera que voy, por doquiera que vaya,
en el vaho soporoso de mestizo y quincalla…
La misma semimuerta vida del pueblo atado
por el mar implacable, de costado a costado…
…(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno,
que no mira a mis ojos y que mira a mi seno,
que masculla entre dientes una frase lasciva
cuando paso a su lado desdeñosa y altiva…)

¡Y a veces soy tan de ellos y ellos tan míos!
¡Las palmas, los coquíes, el monte, los bohíos…!
¡El escuálido río, que es como mis hazañas,
cintajo de rumores encerrado en montañas!
¡Y mi amor en tinieblas sollozando escondido,
como un triste y oculto coquí despavorido!
¡Y el mar, perenne mar, que me exalta y me abate,
que es como el corazón, en un late que late
perdido en el vacío, y oído, tan oído,
que ya no sé qué lleva ni sé lo que ha traído…!
…(Y el hombre de la esquina, ojitorvo y moreno…
¡Ah qué sienes viriles exaltará mi seno,
que no torne cenizas la llamarada esquiva
que enciendiera mi cuerpo su mirada lasciva…!

Frivolidad

Y así dije al amado»Marcharemos unidos.
Será tu nombre el eco de todos los sonidos.

Me trazará el camino la huella de tus pasos.
Me abrirá el horizonte la curva de tus brazos.

Le gritaré a la vida: ¡rompe, destroza, daña!
Yo tengo mi refugio: ¡su pecho es la montaña!

Le gritaré a la vida: ¡hunde, flota al azar!
Yo tengo mi oleaje: ¡sus ojos son el mar!

Y lo seguí al afán y a la ilusión del puerto.
Y lo seguí al vacío y al tedio del desierto.

Lo seguí sola y siempre, horas malas y buenas,
en la luz, en las sombras, en flores, en cadenas…

Y lo creí tan fuerte que le fui mansa y suave…
¡Él, el roble potente y yo, la pobre ave!

Y lo creí tan bravo que le fui fiel, sencilla…
¡Él, el mar tumultuoso y yo la quieta orilla!

¡Ay, uní lo infundible, y estreché lo disperso,
y quise hacer del cieno un lago limpio y terso…!

Mis ojos hechos llanto, mis labios hechos trizas…
¡Y su voz implacable pidiendo más sonrisas!

Mi cuerpo en el cilicio sangrando su querella…
Y su voz implacable diciendo: ¡sé más bella!

Mi alma en el infierno aullando su condena…
y su voz implacable diciendo: ¡sé más buena!

¡Carne fácil y blanda a todos los arrimos!
¡Carne blanda y traidora con uñas en los mimos!

Para todas los mismos rápidos arrebatos
Lúbrico cual los perros…falso como los gatos…

Y ahora digo al amante: óyeme, pasajero,
no me preguntes nunca hasta cuándo te quiero.

Si una noche de luna o una copa de vino
nos reúne en la misma revuelta del camino…

No me digas de sueños ni de sombras macabras
háblame solamente palabras, y palabras…

Júrame por la arena que acoge todo paso,
y lo graba o lo borra al azar, al acaso…

Júrame por la espuma que chispea y que brilla,
y que dura un instante de una orilla o otra orilla…

¡Ah, gato sin escrúpulos que a otras faldas se enreda
cuando ya todo es dado, cuando ya nada queda!

No me brindes los mimos de tus uñas, que ahora
sólo quiere collares de esta gata de Angora…!

Tú frívolo, yo frívola…Soy tu igual, camarada.
¡No has de quitarme todo para dejarme nada!

Lullaby Mayor

Duerme mi niño grande, duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte.

Alas le dé a tu sueño el éter de quimeras
que ha dejado en tu rostro tan dolientes ojeras.
Clama le dé a tu sueño el mar de los sentidos
que ha dejado tus brazos tan largos y tendidos.

Duerme, mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte…

(¡Allá afuera es la luna y el marullo del mar
en la fragua del trópico brillando por quemar!
¡Allá afuera es la esencia-veneno del jardín,
y los pérfidos astros
avivando, encendiendo azabache, alabastros
en carne negra y blanca: la caldera sin fin
del trópico
trasmutando los cuerpos al corto cielo erótico!)

Duerme mi niño grande; duerme, mi niño fuerte:
que el juego del amor rinde como la muerte.

(¡Allá afuera es el negro camino de miasmas
y mi sombra acechando tu sombra entre fantasmas!
¡Duerme callado y ágil, vigílame la puerta!
¡Que se va si despierta!)

Me quedaré a tu lado quieta, casta e inerme,
mientras tu alma sueña, mientras tu cuerpo duerme.

Quizá ningún empeño
de mi cuerpo y alma
te dé lo que ese sueño…

Quizá la vida fuerte
es nada ante la calma
que te dará la muerte…

(¡Marullo del mar, cállate; sepúltate coquí!
¡Qué así, dormido o muerto, quién lo aleja de mí!)

Duerme mi niño fuerte; duerme mi niño grande:
el sueño de la vida con la muerte se expande…

(¡Porqué no amará a otra, que ni a mí misma amará!
¡Qué la tierra por siempre sus brazos se desquiciará!

¡Ay si no despertara!)

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