1.EL SEXO Y LA DUDA NO TIENEN CURA [Poema del Editor]
2.José Belmonte Serrano [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA…de medio pelo

 

Que yo vine hasta aquí cuando la vida
me hiciera una trastada y me dijera
que poco si era más que una quimera,
a veces dolorosa o divertida,

pues sepa que el que espera, desespera
y pobre del que intente hacer camino
creyendo ser el dueño del destino
que siempre aquí será lo que dios quiera.

Buscar, se ha de buscar, que en la campiña
las flores se han de hallar entre rastrojos,
lo mismo que en el pelo andan los piojos
o el vino no encontrarse entre las viñas.

¿Saber? Quiero saber. Es necesario.
¿Saber de mi? Pregunten al siguiente.
Olviden del que puso la simiente.
Propongo se redacte un cuestionario.

Me busco por aquí, genio y figura.
O en hojas del ayer del calendario.
Me busco y no me encuentro. Visionario.
Que el sexo y el dudar no tienen cura.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  José Belmonte Serrano

NADIE NOS AGUARDA

“… el ruido de los trenes es bueno para el alma humana”.
Manuel Vilas, Los besos

Pasan lentas las horas de la tarde,
cálidas como los trenes que mueren
en las estaciones de viejos lugares
donde hace tiempo se apagaron las voces
de todos sus viajeros.

Cerca de allí, en un patio olvidado,
una acacia ofrece su generosa
sombra, refugio de sueños y de aves.
Unos cuantos árboles polvorientos,
sin frutos, casi sin hojas.
Y una golondrina que rasga el cielo,
azul e inmenso como un océano,
con sus alas oscuras y ligeras.

El cansado viento, con voz secreta,
conduce las nubes de seda blanca
hacia su arrogante y extraño destino,
como un pastor dirige su ganado
a la quietud y al sueño.

Pasan lentas las horas.
Todo se desvanece con la noche,
ahogada en su temeroso silencio,
como una bella forma de vida.

Nadie nos aguarda. Nadie sale
al encuentro a alumbrarnos el camino.
Sólo una luz, y recuerdos hermosos,
la sutil belleza que tanto amamos.
Un libro descansa sobre la mesa:
oscuro paraíso que resplandece.

LOS BÁRBAROS

“Es difícil creer en algo cuando uno está solo y no puede hablar de ello con nadie”.
Dino Buzzati, El desierto de los tártaros

Hace unos cuantos años que camino
por en medio del desierto, perdido,
al frente de un ejército de sombras
al que conduzco
hacia una muerte segura. Y, aun así,
los bárbaros nos pisan los talones.

EN RECUERDO DE FRANCIS SCOTT (1896-1940) Y ZELDA FITZGERALD (1900-1948)

Eran encantadores y felices,
bellos como una soleada mañana.
Y lo fugaz les añadía encanto
a sus locas vidas.
Pronto aprendieron a beber champán
en copa larga de cristal purísimo.
Las fiestas se convirtieron en material
para su literatura. Y sus novelas
se poblaron de ricos, de gente alegre
como ellos mismos, que conducían
lujosos coches a velocidades insólitas.

Sin saberlo acaso, retrataron
su propio drama, su final infausto,
con una precisión que dejaron plasmada
en la lápida de sus propias tumbas.

EL POZO

Nunca llegué a pensar que un día
todo aquello sería para mí.
Ni mi padre, que era callado, parco
en palabras, me dijo: hijo mío,
todo cuanto ves será tuyo,
como en las películas de los cines
a los que nunca acudíamos.

La casa sólo tenía una cuadra vieja
y deshabitada en donde había
un cerdo que sacrificábamos a final
de cada otoño,
un gallinero roto y sucio que nos abastecía
de carne para el asado de los domingos,
y un pozo oscuro, profundo y estrecho
en el que, a veces, durante el silencio
de la noche se podía escuchar
el rumor de las olas
y el largo lamento de los ahogados.

TARDES DE DOMINGO

A Juan Marsé

“Por ciertos ruidos de la calle, que oía, adivinaba la suavidad de la tarde”
A. Camus, El extranjero

Era domingo. El dominó, la cerveza.
Conversaciones en la barra del bar.
Una mañana tranquila,
sin nada que hacer.
Por la tarde, el fútbol. Casi la felicidad
embellecida por el ocio. Ciertas
muchachas con su cola de caballo,
con ese ritmo de princesas de barrio,
y el sabor dulzón del carmín en sus labios.
Un aire provinciano, reposado,
y una hermosa sonrisa dirigida
siempre a los otros.
De regreso a casa, las calles mal iluminadas,
aceras destripadas y solitarias.
Solares abandonados.
El eco lento y fugaz de unos pasos.

Bio de autor en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • José Belmonte Serrano, nacido en Murcia en 1957, es un profesor de Literatura, columnista y crítico literario.

    Trayectoria académica y profesional: Fue profesor de Lengua y Literatura en Educación Secundaria hasta 1992. Desde 1997, ha sido Profesor Titular en la Universidad de Murcia, primero en la Facultad de Educación (Didáctica de la Lengua y Literatura) y, desde 2016, en la Facultad de Letras (Literatura). Forma parte del consejo editorial de varias revistas académicas y es codirector de la revista Hécula. Es miembro de la Asociación Española de Críticos Literarios y vicepresidente de la Asociación Murciana de Críticos de Arte. Colabora con el diario La Verdad, la revista digital Zenda y la radio Cadena SER.

    Premios: En narrativa, ha obtenido los premios Alemán Sainz, Rambla de Nogalte y Jara Carrillo. En poesía, el Francisco Sánchez Bautista y el Premio Nacional para alumnos universitarios. Ganó la XXII edición del Premio de Poesía Dionisia García-Universidad de Murcia con el libro Tal vez los años ya no tengan octubre.

    Obras: Ha publicado varios libros de poesía y ensayo, además de numerosos artículos científicos. Algunas de sus obras son: El espejo de Larra (2003), El capitán Alatriste: Una mirada crítica sobre el siglo de oro español (2007), De la Realidad Emplazada a la Realidad Esperanzada, Ha escrito sobre pintores como José María Falgas y Cristóbal Gabarrón, y sobre autores como Juan Marsé y Arturo Pérez-Reverte.

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