La vida en espiral (portugués)
El amor es un orgasmo entre dos lágrimas
La lágrima es un lago rodeado de estertores
El estertor es un volcán de viento
El viento es la forma en las esquinas
La esquina de la boca es un misterio
La boca es un espacio antes de que el pecho
El pecho es otro abismo entre dos sangres
La sangre es el motor que alimenta el acto
El acto es una danza contra el tiempo
El tiempo es el espacio que las medidas no prenumerados
La cabeza es un nodo en el cuello
El cuello es como un istmo entre dos bosques
La selva es el ancestro del desierto
El desierto es un cuerpo ya bebido
Copas no borra el fuego en la conciencia
La conciencia es otro reloj de arena
La arena es un antiguo rey de los cactus
Los viejos moldes nosotros como un niño
Un niño es el último de los órganos
Y el cuerpo es una batalla que se pierde
La vida es un espacio exacto entre dos muertes
La muerte es un espacio exacto entre dos fuegos
El fuego es un espacio exacto entre dos fríos
El frío está por debajo de cero llama
El cero es el silencio antes del número de
El número es el verbo matemático
La matemática es el cálculo de la realidad
La realidad es el único sorprendente
Lo asombroso es que no podemos
Y eso no es lo que queremos.
Allende
Presidente:
he marchado por las calles del mundo,
las plazas y los parques,
los lagos, los volcanes,
los ríos memorables,
los páramos, las ruinas,
los trigales, los bosques llenos de voces verdes
en busca de tu nombre
y allá encontré tu nombre.
He pescado botellas en el mar con tu rostro
dibujado en oscuros papeles navegantes,
y poemas tallados a cuchillo en las mesas
de bares infinitos, cerca del fin del mundo,
pero en Chile, tu patria,
no hay nada que te nombre.
Tú no estás en las calles de Chile, ni en sus muros,
no estás en los mercados ni en las escuelas rotas,
pero sí en la memoria de los que defendiste
con tu ideal, tus manos y tu muerte inmortal.
Nada, nada, sólo el amor de tu pueblo.
Allende.
Presidente:
está escrito tu nombre en una estrella,
y Salvador Allende se llaman los tranvías,
los barcos castigados que surcan el oleaje,
los trenes sudorosos de aceites y de lluvia,
pero en tu patria nada lleva tu nombre, Allende.
No volverás jamás puesto que no te has ido.
No partirás jamás puesto que te quedaste.
No borrarán tu gesto ni esconderán tu sangre,
ni harán de tu legado un manuscrito muerto
pues eres parte altiva de la historia de Chile.
Tú no estás en las calles de Chile, ni en sus muros,
no estás en los mercados ni en las escuelas rotas,
pero sí en la memoria de los que defendiste
con tu ideal, tus manos y tu muerte inmortal.
Nada, nada, sólo el amor de tu pueblo, Allende.
Hay que escribirte en las murallas,
hay que sacarte del silencio,
hay que romper la cordillera para que vuelvas a caballo,
hay que abrir huecos en el cielo para que bajes como un rayo,
hay que abrir tumbas y panteones para que subas de la muerte
porque no hay nada que nos una como tú, Salvador Allende.
El cautivo de Til-Til
(Dedicado al General guerrillero Manuel Rodríguez Erdoíza, ejecutado en Til-Til el 26 de mayo de 1818)
Por unas pupilas claras
que entre muchos sables
viera relucir,
y esa risa que escondía
no sé qué secretos,
y era para mí.
Cuando altivo se marchó
entre gritos de alguacil
me dolió un presentimiento
al verlo partir.
Dicen que es Manuel su nombre
y que se lo llevan
camino a Til-Til,
que el gobernador no quiere
ver por La Cañada
su porte gentil.
Dicen que en la guerra fue
el mejor y en la ciudad
le llaman el Guerrillero
de la libertad.
Sólo sé que ausente está,
que le llevan los soldados,
que amarrado a la montura
la tropa lo aleja de su General.
Sólo sé que el viento va
jugueteando en sus cabellos
y que el sol brilla en sus ojos
cuando le conducen
camino a Til-Til.
Dicen que era como un rayo
cuando galopaba
sobre su corcel
y que al paso del jinete
todos le decían
por nombre: Manuel.
Yo no sé si volveré
a verle libre y gentil,
sólo sé que sonreía
camino a Til-Til.