JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Lee y disfruta de sus poemas...

RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

Lee y disfruta de sus poemas...

ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

ELIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color...

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

Lee y disfruta de sus poemas...

GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

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ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,
para levantar tu resurrección. Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

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MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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MIS MAESTROS-POETAS

GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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MIS MAESTROS-POETAS

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

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MIS MAESTROS-POETAS

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIS MAESTROS-POETAS

FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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MIS MAESTROS-POETAS

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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RECUERDOS SIN MEMORIA [Mi poema]
Enric Sòria [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Recuerdos, sin memoria no hay recuerdos,
que vagan sin parar o andan perdidos,
o llenos de pudor van escondidos
del alma en recovecos de ojos lerdos.

Vacíos, son recuerdos cuya historia
navega dando tumbos sin saberlo,
quizás fueran de saldo o de estraperlo,
no tienen ya cabida en la memoria.

Se fueron a por uvas, es frecuente
que de ellos ni ellos mismos ya se acuerden.
Olvidos son recuerdos que se pierden
y alguna vez afloran de repente.

En babia, a sí se dice si la mente
se acerca hasta el nirvana despistada.
El agua que pasó, agua es pasada,
del caño no saldrá ya de la fuente.

A alguno aquí le digo ¡que se joda!
por mí sería mejor no haber nacido.
Pues soy un soñador empedernido,
prefiero no se salve de la poda.

Volver hacia el pasado es mala cosa,
ocurre si el futuro no aparece.
Lo malo es comprender que se merece
tener que descansar en una fosa.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Enric Sòria

Alba

Mira la mar, ¿no ves cómo nos lleva,
soñolientos, hasta la orilla de nosotros mismos?
Todo es camino. La perezosa luz, al despertarse,
levanta atajos de escamosos limites.
Te beso entre esos oros, y el rumor de la mar
es un vasto reflejo del aliento
que mece la caricia. Esta mañana
la brisa de tu cuerpo es otra inmensidad.

Mira la mar. Qué justa semejanza
con los dos, en la mañana inmóvil
y sin embargo frágil como brisa.
Te beso. No sé nada. Te amo como la ola
que hierve entre la arena. Y mi gozo
es una pura llama que el alba multiplica
en encendidas crines que avanzan y se rompen:
una explosión de estrellas en la gloria solar.
La gloria de tu cuerpo espejado en el mío.

Después
la arena no sabrá
qué gozo ardiente la mañana ilumina.

Alguna cosa

No eran tan sólo cuerpos
aquello que yo amaba, había algo distinto,
alguna cosa, al menos entre los más queridos,
además de la línea perfecta o la sonrisa, tan hermosas.
Sí, es cierto que fueron muy hermosos
los cuerpos que yo amé, a través de las noches,
mucho más que a mí mismo y mucho más que a todo.
Sin embargo, los cuerpos no eran tan sólo amables,
no eran tan sólo hermosos.
Había algo distinto muy amado en los cuerpos.

Antro

Allí, en aquel antro oscuro,
que pronto dejará de estar de moda,
en la mesa vecina él lo besaba.
Con qué placer y con qué exaltación
él lo besaba.
Los ojos incendiados, y la urgencia
de los besos aquellos, aquellas contorsiones
de un cuerpo que se vuelca.
La fiebre de la carne y la sed de los labios.
Todo en él me causó admiración.
Y el placer otorgaba
otro sentido nuevo al antro oscuro.

Nosotros, en la mesa vecina, hablamos del Amor,
y los antiguos héroes, alegres.

Ars longa, vita brevis

Recuerdo muy bien aquella lengua.
Aquella suavidad, aquella forma dulce
y delicada de acariciar la verga, de acunarla.
Amaba mucho aquella gracia suya,
aquellos labios diestros y carnales,
sonrientes.

Al cabo de los años, he olvidado los ojos,
los senos, los tobillos, aquel cuerpo
de belleza común. Fueron pasto del tiempo.
Pero recuerdo bien aquella lengua.
Mi memoria resulta agradecida.

Un proverbio latino nos habla de estas cosas.

Ars poetica

His little, nameless, unremembered acts
of kindness and love.
Wordsworth

der sússe Glaube
an Wesen, die mein Traum gebar,
der rauhen Wirklichkeit zum Raube,
was einst so schon, so gottlich war.
F. Schiller

Cómo podría no acordarme de vosotras,
tardes anónimas,
vacías como el deseo, cuando en nada descansa.
Las horas en que, altivo,
abandonaba el gris ajetreo del hombre,
buscando la más callada voz,
la que me era precisa.

Tardes solitarias, sólo para mí vivas,
sólo para mi amor llenas y resonantes.
Bajo esa luz, el turbión de los hechos
quiméricamente llegaba a transformarse
en señal de aquiescencia,
tan bella como digna,
y el recuerdo más sórdido era fuente
de un centelleo amable,
si el deseo del tiempo, tan antiguo,
anidaba también, allí, divinizándolo.
Como evocan las ruinas forjadores imperios,
quizá con esplendores que jamás alcanzaron,
y la memoria inventa
falaces espejismos en el ayer desierto,
así yo agradecía las horas y las cosas,
y de una perfección derivé las restantes,
juzgándome, juzgándolas,
con atenta franqueza y la atención
distanciada y tranquila.
Dejando en el olvido los míseros rencores,
asperezas, actos calamitosos, brusquedades.
Así, en las quietas horas,
el mundo y mi destino por fin no parecían
dos seres escindidos, dispersión de fragmentos
en danza inacabable.
Así, la lucidez
edificaba espectros renovados.

Poco duró la farsa.
En el rebaño humano, la pantomima es ley;
y el silencio no encuentra una rendija
en que vivir por el silencio ajeno.
Los hombres pasan, sonámbulos, histriones,
armados de sus vagas creencias y motivos,
con ciega confianza en los objetos.
Del resto, una vez más, el olvido se encarga.

Cómo no acordarme de vosotras,
tardes sin nombre, tardes en que el amor
inventaba palabras convenientes,
palabras que jamás deberían ser dichas por el hombre,
por nadie predicadas.
Igual de inútil que buscar la firmeza en las nubes,
la ternura en las piedras.

Entonces, cuando hablaba a mi solo deseo.

Balcón interior

Ay, Valencia, capital del olvido
Luis Fernández

No sé si aún te acuerdas;
tenías dieciocho.
Estábamos en casa de un amigo,
en un atardecer del mes de junio.
Bebidos por completo,
buscamos la frescura del balcón.
Valencia era un paisaje de patios interiores,
de grises derrotados.
Un paisaje secreto,
un paisaje tristísimo,
una belleza sórdida,
como una obra de Buero
o la modulación
de un lamento alargado.

Entonces sí gozábamos del tiempo.

No hemos vuelto jamás a aquella casa.
Ni el dueño nos saluda.

Constatación

No soy mejor que tú, lo sé,
no lo pretendo.
Ni siquiera he inventado el tedio y el cansancio
ni tal vez he escogido apenas uno
de mis hábitos íntimos.

Es inútil, sencillamente, fingir que me interesa
alguna cosa en ti, criatura meramente humana
(como yo al fin y al cabo, que te busco y te ignoro)
más allá del banal enigma de tu cuerpo.

Conversación nocturna

Hemos hablado hoy mucho,
y saciado la noche de temas que nos gustan:
la Física, el Amor y la Alta Teología.
Ha sido, de verdad, hermosa nuestra charla,
pero ahora estoy cansado.
Ya es hora de apurar bien este vaso
-este daiquiri, el último,
qué color delicioso guardó para el adiós.
Te puedes ir. Desde ahora el alba me acompaña
tal vez mejor que tú.
Vuelve con un poema, mañana, si es que quieres.

Cuerpo que duerme

Puramente dormida, tranquila, entre mis brazos.
La admiro, la imagino, desconfío.
Intento acariciarla como intento creer
que me es posible amar este cuerpo que duerme
Un cuerpo; una borrosa resistencia a la mano.
Una tibia frontera.

Invento o magnifico espinas de penumbra.
Puramente dormido un cuerpo junto a mí.

Deseo

Porque el deseo es una pregunta
cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda

No decía palabras. Sólo era
dos labios que se abrían expectantes.
No, no decía palabras, tan sólo acariciaba,
lentamente, mientras todo su cuerpo
unas manos distintas lo surcaban.
y allí, entre esas manos, el silencio.

Dos bocas que se juntan,
renuevan el silencio,
y el aliento y la sangre
cobran sabiduría
de algún secreto ardiente e invencible,
como ola encabritada o tensa brida,
un secreto al que callan y otorgan.

Los cuerpos son tan sólo interrogantes
planteados deprisa,
porque no hay más respuesta
que no sea respuesta de unos labios abiertos,
que no sea de un cuerpo,
cuando un cuerpo es propicio.
El amor también es una sombra
que busca entre las sombras
otro cuerpo silente.

No decía palabras.
Tan sólo se entreabría
a una imperiosa voz no articulada.

El poeta revuelve cajones

Recuerdo o espina lenta, amor; te pienso
Joan Fuster

Amo tu adolescencia postergada:
menosprecio, carencias, soledad,
la absurda metafísica infligida,
para lograr que fueras
otra resignación gris del montón,
jugando encadenada, en un patio perpetuo de colegio.
Qué fácil es leer las fotos viejas.

Amo esa mirada muerta de las fotografías,
los desiertos que esconde, las apagadas quejas, la plegaria.
Qué tristes quince años, qué belleza.
Cuánta desolación habrá sido precisa
para cristalizar una mirada así
(cuánto amo esa mirada que eres tú,
trampa trivial, lo sé, de la fotografía).

Ahora, esa mirada es mía, como es mía
la voz de los amigos muertos ya,
algún cielo de Brueghel
y algún verso de Borges, algún cuerpo,
y nuestro desamor, y este poema.
Talismán espinoso que soporto, y que me da soporte:
la sombra más leal en la orilla del tiempo.

Cuánto has cambiado.
Qué fatuamente impúdicos
nos han vuelto los años,
y la vertiginosa continuidad de los gestos.

Espera

Espera, que no es hora
de nada imprescindible. No te marches.
Que el sol ahora acaricia, y en la playa
el rumor de las olas se acerca solitario.
Ven, que andaremos cogidos entre las alquerías
y hablaremos de todo como si lo creyéramos
y el amor en los besos también será creíble.
Ven y pasearemos entre cosas amigas,
plácidamente unidos, como los que se aman.
¿No adivinas qué atardecer diáfano
a la orilla del agua, en nuestra misma mesa,
embriagados de vino y de presencia mutua,
preludio ya de abrazos en el frescor nocturno?

Ven, que hallaré para ti
las flores que te harán aún más bella,
los gestos más amables, un sentido a las cosas.
Todo aquello que solo jamás yo encontraría.

Habitación con luz

He estado, casualmente, delante de la casa,
y la luz encendida dibujaba una sombra
en la ventana abierta.

Nos amábamos mucho en esa habitación,
con un amor amigo del grito y del teatro,
amor hecho de abrazos y mentiras excelsas.

Alguien vive ahora allí
-quizá un cuerpo bellísimo-,
alguien que no eres tú.

No nos amamos ya
(cuánto amor ha pasado, quién nos lo iba a decir.
Y no nos ha quedado el menor rastro).

Y sin embargo, en la luz encendida,
entre sombras extrañas,
aquel amor hondamente perdura.

Por ti

Dices que ya has hecho el amor con ciento veinte cuerpos
(y has arreglado el tuyo, según dices)
contando las mujeres y los hombres.
Te gusta pregonarlo,
y pasear ese sentido higiénico del mundo
por encima de cosas y de seres.
En cambio yo, ya ves, casi un monógamo
(perversión que a menudo me fastidia)
me sé idéntico a ese amante voluble
que busca cada noche en un cuerpo distinto
aquello que no cambia;
a los adolescentes, cuando rondan
la Alameda en la noche, o a los místicos
que saben de otro amor y de otros medios:
o a gigolós y a putas.
Pero no a ti, en nada a ti, jamás a ti.
Yo comparto con ellos un idéntico espasmo,
un idéntico miedo, una ansiedad idéntica
y una idéntica e indiferente lasitud.
Una belleza bronca se nos revela idéntica,
esa grosera, flaca, y siempre esquiva, realidad del amor
(la gracia verdadera de la vida). Una idéntica
burla nos aguarda al final. Divina, sí.
En cambio, tú, que del amor has hecho
una lista de nombres, una absurda terapia
sin dioses ni deseos,
no te atrevas a hablarme.

Ya tienes tu castigo.
El amor, para ti, jamás será una ofrenda.

**

Nos uníamos
como bocas o sexos
sin fisura ni sombra.

Qué difícil

Qué difícil resulta levantarse
y mirar otro cuerpo, tan nuevo todavía,
con una amarga serenidad de grieta.
Conocido de anoche. Tan sólo y para siempre.
Anoche, el desvarío… Juntos en un espasmo,
comunidad de llama, trenza carnal. Anoche.
Ese cuerpo distante que se espabila y tú
dejando una palabra, lastre, sobre las sábanas.
Qué difícil resulta levantarse,
la ducha, la gillette, y como un rito
el orden apagado de la ropa.
Por siempre y para siempre. Noches. Amaneceres.
y noches otra vez. Y pesadumbre.
Se pierde alguna cosa en el cuarto que dejas.
Siempre pasa.

Un gesto, una mirada, un abrazo indolente,
tiembla por los pasillos mientras la luz se impone.
Hoy, nuestros gestos diarios nacen con añoranza,
siempre pasa. Es el sueño. Alguna broma
flota como en un frágil puente oscilatorio.
Un beso. Alguna risa.
Fins aviat. Ens tornarem a veure. -Fins aviat.
La puerta. El ascensor.

También

También habría que llamarla Lesbia,
por más de una razón, Catulo amigo.
Podrían encontrarse otras similitudes.
Tú y yo, que nos vendemos por elogios
y sonrisas falaces, en callejas y esquinas,
nunca perdonaremos su peculiar pureza.
Catulo, nuestra Lesbia no merece un mal verso.
Aun así, los escribo,
movido, como tú, por un prurito
de tradición retórica.

Tarde

Contigo, como siempre, tengo esta sensación
de transcendente y contagioso hastío
-la elaborada forma en que me ignoras-
y esta esperanza mía tan inútil
que promueve reencuentros y viejas cortesías.
Una palabra tuya, y acudo, como siempre,
contento incluso de que me llamaras.
Otro error más, seguro.
Por ti me engaño más de la que me conviene.

Los besos grises, las miradas grises,
los amores grises,
del gris de la ceniza,
el gris de las metáforas gastadas,
estériles por siempre,
me son la merecida recompensa.

Como dos sombras o dos copas vacías,
desandamos Valencia
-sin jardines ni flores; sí, Valencia-
toda una larga, interminable tarde.

Una ceniza gris, menos que nada;
este amor trasnochado no se estila.
Una parodia gris en el olvido,
esta tarde que nada hace inmortal.

Un cuerpo

Un cuerpo preciso
como un teorema.

Cuerpo de piernas rectas, delineadas,
con la tensa armonía de un compás.
Cuerpo de líneas claras, luz y límite.
Tan angustioso y bello como los teoremas.

Delante de mí, ahora,
bajo cualquier excusa.
De «Andén de cercanías», Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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