DE LOS HOMBRES Y SUS MISERIAS (Mi poema)
Teófilo V. Méndez Ramos (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Los hombres, esos seres pretenciosos,
obsesos de rencores y rencillas,
que gozan de ir poniendo zancadillas
y siguen con su hedor dejando posos
y lo hacen de cuclillas.

Los hombres, esos tipos casquivanos,
de aquello que carecen presumidos,
que salen a aplaudir en los tendidos
haciendo una peineta con sus manos
cual fuera estar bebidos.

Crueles por demás, depredadores,
-que allí lo que se pilla, allí se mata-,
y apropian del derecho, es otra rata
de un mundo en el que creen son señores
que van a cala y cata.

Los hombres, esos mismos que se venden
por plato si así fuera de lentejas,
se pasan deshilando las madejas
del hilo de su vida en la que penden
mirando entre sus rejas.

Los hombres, seres tan contradictorios,
parece van cazando musarañas,
perdidos en la duda en las marañas,,
ahogados por sus mismos abalorios,
tirando de artimañas.

Los hombres con derecho de pernada,
creando van ficticios sus altares,
ocurre que un mal día llueve a mares
y vuelven a tornar hacia la nada,
que allí solo hay pesares.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Teófilo V. Méndez Ramos

Teófilo V. Méndez Ramos

Andarás por la vida

Andarás por la vida
abismado en ti mismo;

Abismado en ti mismo y el alma dolorida,
enferma de lirismo.
Andarás por la vida, absorto en tu quimera
sin reparar que es buena
la vida… Y que la pena
agostó tu primavera.

Y el dolor será lumbre,
y el dolor será, entonces, piadosa claridad
que orientará tu vida hacia la ansiada cumbre
de la serenidad.

Y ardiendo en sacro fuego, has de llamar hermano;
como el Santo de Asís;
al gusano infeliz.

Ansiedad

Ven, amada;
anhelante mi espíritu te llama

En la fuente piadosa de tus labios
apagaré mi sed,
y bendita serás como la dulce
samaritana bíblica.

¡0h, mi sed de ternura!
Ven, amada;
anhelante mi espíritu te llama.

Añoranzas

(Ofrenda) (Octubre 15/ 1920)

¿Recuerda amada mía?
Era al caer de la tarde…
y al oído te decía
mientras la tarde moría:
;Mi corazón de amor arde;
Y en tu faz vi retratada
duda… Asombro… Alegrías…
y una fugitiva mirada,
me hizo ver Aída, adorada,
que tú también me querías.

Mientras la fuente ritmaba
su canción en la pradera,
con cuanto amor te miraba,
con ternura te hablaba
de mi ideal, de mi quimera…

Por las montañas plateadas
surgió pálida la luna;
y en las sendas perfumadas
las manos entrelazadas
corrimos tras la fortuna.

En la quietud del ambiente
só1o la fronda cantaba
su canción triste y doliente.
Mientras tanto, dulcemente
con tu aliento me embriagaba.

El dolor de mi vida

Los sanos optimismos de mis mejores días,
aquellas soñaciones, perfume de mis años,
se van desvaneciendo con las melancolías
de las desilusiones y de los desengaños.

Jardines florecientes… aromas… luz de luna…
el parque rumoroso teñíase de plata;
los tibios besos de Ella y la tierna risa de una
fontana, desgranaban divina serenata,

Florecen los rosales… la fuente siempre ríe…
y el beso de la amada mi boca no deslíe!

Mis ansías infinitas de ritmos y armonías,
anhelos imposibles de estrellas y de auroras,
rumores, aves, trinos y vagas melodías
me curan de la vida qué sangra a todas horas.

Flores del cementerio

Florecerán las rosas… pero al cierzo
del invierno estarán descoloridas.

Al contemplarlas mustias,
cual enjambre de negras mariposas
se posarán en tu alma
los recuerdos de dichas que ya huyeron,
de muertas ilusiones.

Y evocaras, a solas,
mis instantes de angustia, de hondo anhelo,
de un poco de tu amor que no llegaba
y el mundo de ilusiones que forjara
para ti, solamente, mi alma enferma.

Al fin comprenderás que fui sincero,
que te amé sobre todas las mudables
y efímeras cosas de la vida;
y al fin comprenderás que soy el mismo,
porque te he perdonado de la herida
que abriste sin saberlo en mi pobre alma.

Florecerán las rosas… pero al cierzo
del invierno estarán descoloridas.

Pueblo mío

Pueblo dormido entre el breñal salvaje,
tus ansias son mis ansias, pueblo mío;
si te alegras, también como tu río
discretamente, así como el frondaje.

En mi pupila absorta, tu paisaje
pensativo y senil, tiene el impío
alarde de cíclope bravío
Que se resuelve en blanco cortinaje.

Cortina de picachos gigantescos
que quisieran llegar a las estrellas
y abrazarlas en ímpetus dantescos.

Pueblo escondido, ¿seguirán tus huellas
de genial artista, en los arabescos
y tenues ritmos de tus fuentes bellas?

Seguiré mi camino

Seguiré mi camino soportando la carga
de un amor imposible. Siempre fiel al Destino,
seguiré mi camino
sin sospechar siquiera que la jornada es larga.

Mi juventud marchita dirá de la tristeza
de los años vividos… y, compasiva e inquieta,
miraras al poeta
taciturno, que llora la sed de tu belleza;
Sin poder consolarle de secretas angustias,
rezarás tus plegarias al Señor, sabio y bueno;
sin embargo, el veneno
del amor, mis mejillas mantendrá siempre mustias.

Seguiré mi camino soportando la carga
de un amor imposible. Siempre fiel al Destino
seguiré mi camino
sin sospechar siquiera que la jornada es larga.

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Autor

Donaciano Bueno Diez
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