ESCRIBIR COMO UN LOCO [Mi poema]
Ludwig Zeller [Poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

Escribo sobre un verso inapetente
que siempre me pregunta a qué has venido,
se suele comportar cual ciervo herido
hurgando en los misterios de mi mente,
mas nunca me he rendido.

Escribo en un papiro, en una roca,
allí donde me encuentre, allí yo escribo,
fingiendo que hay poderes que derribo
con sesgos que deslizan de mi boca,
que a veces yo mendigo.

Escribo sobre el líquido en la fuente
al ver como desliza y se resbala,
lo mismo que en la guerra hace una bala
que intenta reventar y dar de frente,
o el agua cuando cala.

Y escribo sobre el aire que respiro
y a veces yo le añado un condimento,
si existe o no una trama me la invento
que allí donde no llego pego un tiro
fingiendo que lo siento.

Escribo sin pensar, como hace un loco
en medio de una crisis, que delira,
confunde la verdad con la mentira,
se pega con frecuencia un buen sofoco
y acaba en una pira.

©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Ludwig Zeller

DOBLADO EN DOS SOBRE LA MESA ESCUCHO

Doblado en dos sobre la mesa escucho, cómo suben
Y bajan las poleas. Tantos años perdidos sobre ese polvo
Seco que ensordece. A veces en la noche me pregunto
A mí mismo por los muros salobres y empiezo a sollozar.

¿Para qué tanta angustia, tanta estrella girando
Hecha una brasa en los cielos de ayer? Me recuesto
En la plancha, dura como un madero de difunto.
¡No hay respuestas! Si pudiera tan solo hacer al fin un nudo
Con palabras capaces de dar cauce al alarido, ese recuerdo
De los seres ciegos, que no logro olvidar.

Pero ahora por fin, siento extendido el cuerpo
En un río de marfil tibio que sonríe, ondula y se pregunta
Por las líneas del techo, los clavos y el porqué.
Jamás mi mesa
Ya será una mesa, ahora entiendo, bajo la tersa piel
Fluye la sangre. ¿Escuchas? Recorrer estos límites
Es encontrar a Dios, llegar hasta ese borde del desierto
Que encabrita a los vientos. Ha empezado a llover.

LA COLA ES AL COLLAGE…

Al poeta Juan Jorge Bautista

Ya he recortado todos los papeles. He llegado
A ese borde de los años cuando se mira atrás en el fracaso.
Todo está derramado por los suelos, cuchillos y colores y papeles,
Esperando que vuelva con mi nudo de fiebre en las orejas
Y peque para siempre una pata de pájaro a la luna,
Un sol al ojo, un verde al amarillo.

Cae el polvo. Escarbando, escarbando encuentro a las beatíficas
Señoras, sombreros y botines, ropa interior de cuero.
¡Qué carajos!
Todas apolilladas en las tumbas,
Semillas de otro sol, el grabador les dio cien años
Más y puedo verlas recorrer esas páginas
Del libro y Ser otras, casi las mismas mariposas.
Las tijeras no juzgan, cortan trapos de tinta y salta el escorpión
Que guardaban secreto entre sus piernas.
Ahora no recuerdan,
Sólo son mitad máquina, mitad hembras. Muestran su corazón
Tras de las plumas de un abanico que arrebata el tiempo.

SED SOBRE EL CUERPO

A Alsina, piedra sellada, nostalgia de Aguas Vivas.
‘Ante todo es la sed’ 
Catalina De Siena

Mujer, nombre de fiebre bajo el Árbol del Oro
¿escuchas desde lo hondo bramar al sol que viene?
¿Se alzan desde tu sueño los cristalinos pétalos sedientos, que arden,
crepitan, son de tu esencia real, ópalo furibundo?
¿oh mareas? ¿Oh cántaro donde quiebra la sangre su imagen melodiosa?
Formas del movimiento, ala que enciendes los cielos de la noche,
dame a beber por siempre esas venas sin termino,
esa piel que acarician soñando los cristales. Rostros. Huidas. Formas
Sobre ti se desgasta la pavorosa sed.

¿Que viento mueve, ¡ oh pura!  la raíz de la sangre?
¿Que mares se entrechocan, cuando
brilla en relámpagos, tu cuerpo desde el mármol?
¿Como podría amar y comprender
tu secreto designio, llama errante que he buscado mil años y
he perdido otros mil, fiebre en la fiebre, labio sobre labio,
en el vacío, inmóvil?

Tu rostro es cántico
Escuchado en la noche, es fulgor
al cuchillo, piel que espera melodía imposible.
Frente combada en vidrio que acarician
las alas, sol donde a veces siento subir el río
inmóvil de la crueldad, del miedo, del deseo
en ojos que me miran desde el fondo.

¡Estaba ya en la piedra,
la forma de los dioses, deseada!
Ya soñaban en ti las estaciones
cuando el polvo y la lluvia consumían los días.

Levantate de lo hondo, !Inmombrable!
Rostro de sueño, rostro de tinieblas,
Miradas que se apagan como astros,
sonrisa que se pierde en los labios
al borde; cielos del rostro donde brama el tiempo,
rostros de tempestad. Formas del agua, del amor,
del fuego que entrelaza los cuerpos, formas-animales.
Rostros inescrutables, creciendo como flores
que palpitan, imagen del Gran Rostro en que te veo,
¿Oh pupila invisible!

Detente, tiempo eterno, enséñame
el temblor de los labios que entreabrense al silencio,
imagen de mujer, bruñida en sueños.

Si tu mano se cierra sobre el mundo,
acaricias la espuma; si en afiladas yemas
suplicantes, pasas felina azul, arde mi ser
que centellea en uñas, que te escucha en perfume
y certidumbre, te bebo en soledad.

¿Que persiguen tus manos cuando gimes en sueño?
¿Vibra en ellas el secreto rumor con que mugen los astros al destino?
¿Que corrientes te arrastran, floreces en que vida,
Cuando salto jaguar sobre tu espalda, espejo de la luna?

¿Oh soledad, valles de la vida, sobre vosotros
Siento como giran los hilos invisibles
como se alza la sangre en trémula música
buscando un sol de piel, grabando signos
que crepitan en ti, fiera de estío!

ÉXODO

Sol implacable de los días, pasa sobre nosotros,
devora la luna en sangre de la existencia.
Estamos cansados, extraviamos las fuentes,
y lágrimas beben las mujeres, sudarios de nuestra vergüenza.
Polvo, polvo que sopla ¿desde donde en la lengua reseca,
en los patios desiertos, en las plumas de la sed?.

Otros fueron tus siervos, Señor: Humo sobre el día
y llamaradas en la noche, tu báculo de fiebre los guiaba.
Empero, ¿alzáronse ellos de las tumbas?
¿Vieron acaso tu ciudad? ¿Bebieron de tus aguas?

Solos estamos y el ojo escruta en vano el corazón
la noche donde florecen los enigmas.
Crujen las puertas al roce de otros hálitos,
pero ¿Quienes las abren?,
Los mendigos recuerdan el embrujo de unas aves de fuego;
ellos se aprestan a morir en las llanuras infinitas,
vueltos los ojos hacia adentro, los oídos pegados
al ritmo de la sangre.

!Polvo y recuerdo nos persiguen!
Arrastramos la tierra, morimos extenuados, imploramos en vano
(la lengua esta pegada a las heridas, ningún agua lograra ya saciarnos)
¡Ay¡ somos como los ciegos, cuyas órbitas huecas desafían a un sol de crueles luminarias.
¿No llegaremos nunca?, año tras año perdimos esperanza,
golpeamos piedra, con ciencia golpeamos, pero obtenemos lágrimas.

Señor la misión que tu nos asignastes, ¿es por ventura errar y consumirnos en caminos nocturnos?
Restaña mis heridas: ¿Ellas no son acaso tus pies que se lastiman entre los escombros?
Apartame de las cosas de este mundo,
aléjame de este valle en que giran cadáveres:
Divino, -Escucha a tu corazón, pues yo no lo siento:
¡El llora en sueños!

A QUIEN VELA , ¿TODO SE LE REVELA?

Sopla el viento en las altas soledades a plomo
Donde al filo ilumínanse sus cabezas de fósforo,
Aves que van abriendo las venas en la noche.

Tras los ojos quemados esa imagen perdura,
Hormigas que devoran su pezón incunable.
Las espinas no duelen, flotan sobre la nada,
Si volamos en circulo su piel late y nos habla.

-No hay respuesta, señor, su numero no existe,
Cortados los alambres, no se escucha, despierte
A otro sueño en otra estancia. – La paloma no vuelve,
La ceniza se aquieta en los patios del Arca.

Muñecas del Desierto de Atacama

Para Estela Lorca

Las encontré allá al fondo de una vasija rota,
Venían arropadas con los viejos tejidos de sus muertos.
Sonreían al paso de mi mano, era como si hablaran
Me contaran secretos tras de la lana de sus ojos negros.

No sé ya qué decían, las tres en un jergón de palos aromáticos
Simulan el encanto tras el dibujo arcaico de ese pájaro
Errante que en cada vida nos parece eterno, ese que vuela
Desde una vida a otra arrastrando las flores del deseo.

Yo nací en el desierto, los oasis son quizás sólo una ilusión
Espejismo que ofrece la piel de la adorada, encantamiento
De creer que podremos detener el tiempo y sostener delante
De los ojos el fuego de esa imagen, aquella lava que desaparece.

Aquí sobre mi mesa están aquellas locas, las que volvieron
De la edad antigua esa nube de luz sobre mi infancia,
Las veo sonreír, reírse a carcajadas de las dudas que tengo
Mientras el viento mueve en mi cabeza sus coloridas faldas.

Ellas duermen también y allí en el sueño las encuentro
Sedientas de pasión, ellas queman los días con la sola
Mirada, los días y los años que ha dispersado el viento;
La lujuria que enciende el tictac del instinto bajo el pecho.

Estoy viejo y cansado, los caminos se cierran sobre la tierra seca,
Quizás la sangre añora el color de esos pétalos, misterio
De repetir un rito milenario, beber desde sus bocas
La dulzura de abuelas ya difuntas, muñecas locas,
Vasijas del amor de donde vengo.

Las fases de la luna

A Paul Delvaux

Estabas blanca en desnudez completa, a la luz tibia
De la luna. Sentada en el balcón un ramillete te cubría
El seno, iluminándote por dentro. Frente a ti dos señores
Se calan los anteojos, pero miran las piedras, no el brillo
De esa gema de tus ojos.

Los ancló allí Julio Verne hace cien años.*
Al fondo del jardín un hombre marcha con los pies
Desnudos, sin advertir que detrás de él un grupo de mujeres
Tratan de percibir la melodía de una flauta invisible.

El rostro de la diosa crece noche tras noche sobre
Los pechos de los montes. ¿Cuándo sabrán que estás aquí?
El gran secreto de la noche es el silencio, se arrastran
Hacia ti las sombras del fantasma, los señores del sueño,
Que dejaron las piedras para encontrarte al fin

Al fondo del jardín en laberintos que arden; desatada la lengua
Se interroga la esfinge al fondo de tus ojos: sólo dos llamaradas
*Otto Lidenbrock

Abro mi cráneo en dos

Abro mi cráneo en dos, trato de recordar y apenas veo
Pues bajo el sol que hierve no hay salida,
Condenado por fin, entre las sábanas me río a carcajadas
Pongo mi oreja en el reloj y escucho cómo cae la arena en los embudos.

¿Es que ya nunca, nunca volveremos al patio
De la infancia? ¿Hasta el ojo más dulce es sólo brasa
Que nos quema por dentro? ¿No habrá piel,
No habrá mano que se abra en la caída? ¿Por qué los gatos
Tendrán que devorar esas plumas que cantan en la nieve?

Quizás sólo yo cambio de pieles
Y llagas cada día. Quizás no pueda despertar
Ya nunca en la caja de tierra y de vinagre,
Quizás la tempestad bajo los párpados
Es tan sólo impotencia o es fastidio.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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