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Imagínate, dulce, amada mía,
que un día me encaramo a tu jardín,
la flor que duerme, al verme, hace un mohín,
y empapo de placer y de alegría.
Fue Carlos en nacer aquí el primero,
y el mismo que primero feneció
un día en que jugaba al dominó,
vivió sacando astillas de un madero,
pues que él su propia caja fabricó.
Creyó morir de amor y entre sollozos
rogando fue acercándose a su amada
¿por qué ya no me quieres le imploraba,
bañado de sudor, postrao de hinojos?
Todos los días pensando en algún tema,
todos las horas buscando algún asunto,
una historia y un barniz que poner junto,
y asi lograr componer algún poema.
Esa calle algo arrugada, esa es la calle Isilla,
que aunque un poco paticorta es la más presumida
pues conoce al dedillo la ida y la venida
de la gente del pueblo ¡qué pueblo! de la villa.
No crean que ocasión es la primera,
la historia atiborrada está de ejemplos,
son gentes nos invitan a sus templos
tratando que sigamos a su vera.
Óyeme Juan, que me han dicho
que dicen que en este desván
hay muchos que vienen y van
y en su estancia dormirán
por capricho.
Voy a adornar el tiempo que me queda
de un manto con tus besos de color,
y que sepan en todo el Ecuador
quien fue el sauce querido en mi alameda.
Yo la amé, sí, en silencio, sin decirlo,
sin que nadie pudiera adivinarlo,
fui cobarde pues no supe pedirlo,
y tampoco yo pude ya olvidarlo.
Pasa el tiempo, media vida, disfrutando
y otro tercio preguntando a qué ha venido,
y en el tiempo que le queda recitando
unos versos que quizás nadie ha leído.
Él fue ese segador empedernido
que armado con su hoz siempre en verano,
zoqueta bien sujeta con la mano
segando fue cabezas convencido
que así es como lo hiciera un buen cristiano.
¡Qué pasada de legumbre,
revoltosas las lentejas,
a fuego lento en la lumbre,
mejor jóvenes que viejas!
Así es la vida y así va pasando,
mirando al horizonte, al infinito,
recelando y siempre filosofando,
la esencia del amor siempre buscando
y hasta a veces a dios pegando un grito....
Cruzaba yo la floresta
una tarde de verano
con el sombrero en la mano
y el sol calando en la testa.
Las guerras las provocan unos pocos,
así que a alguien le engañen y no crea,
con maña y uso haciendo de sofocos,
saliendo a predicar en la platea
gritando cual si fuera que están locos.
El pensar hoy se ha puesto al rojo vivo,
si pensar es decir lo que uno siente,
y al exponer no sigues la corriente,
eso me ocurre a mi cuando yo escribo.
La tierra está reseca. La cosecha
apenas si resiste la sequía;
si el cielo no se apiada habrá algún día
que nada habrá que hacer. Solo la mecha
de algún tipo imprudente con su llama
queriendo disfrutar del panorama
la quiera destrozar y ponga fecha
dejándola desecha.
Hoy le dicen cultura a cualquier cosa,
lo importante es que ésta sea original
¿un orinal? boca abajo es lo normal,
sin gas una bebida si es gaseosa.
