Yo soy un pescador con mala suerte,
después de tanto tiempo echar la caña
apenas si he cogido una migraña,
que suele condenar hasta la muerte
a aquel que le acompaña.
La suerte ¿acaso alguno la conoce?
se suele argumentar si es buena o mala,
si ruge, se desliza o si resbala,
buscando va dejando el menor roce
igual que hace una bala.
Moviendo a su dos piernas paso a paso,
que allí donde le place se detiene,
no escucha al que reclama ni se aviene
a hacer de lazarillo de un fracaso,
pues mando es el que él tiene.
Al igual que ese cumpleaños nos presentamos tarde a
Y cuando preguntamos por nuestra tía enferma,
una prima dijo: “Estaba cansada y se fue a dormir”,
debido a la forma en que miraba la esquina
donde una niña chupaba las últimas
entrañas de una vela, nos
dimos cuenta de que lo haríamos. nunca la veas de nuevo
Alguien hizo una alcoba con sus dedos.
Intentó volver a encender la llama que había soplado el viento,
alguien recogió pañuelos del piso
uno por uno,
alguien sostuvo una pluma y un papel,
pero no tenía tinta,
alguien dejó su pálido pintalabios en el borde. de un vaso,
alguien frotó el círculo que había dejado en la madera,
alguien miró el bosque y dijo: “Oh”,
cuando no había nada de
qué sorprenderse, antes de que
cualquier otra niña
saliera de su escondite debajo de la mesa. y con un solo tirón
del mantel
arrasó a la medida de estos gestos.
BREVE HISTORIA DE LOS TÍOS DEL NORTE
Destrozo sobre destrozo:
el asfalto, el viejo mercedes benz, los tíos adentro
todo chirría y ese árbol
creció demás, está estallando
la vereda
su sombra tapa todo,
parece un lapacho o una madre. De fondo siempre
ladridos, el perro años en el playroom
devoró muebles, fotos, un dedo
hay que gritar encima
para escucharse, disfónicos
salen al balcón en busca de felicidad, de un río
aunque no hay río no hay mar
hay raudal
agua que arrastra y rompe, y sigue la tormenta.
Pero si hay sol
barren las hojas
se apagan los ladridos
espían con largavistas a vecinas
un bretel, un escote, un lunar
de lejos no es falso
no se ve el polvo que recubre.
Abren baúles, visten
del tiempo de la madre
cuando había silencio, no perro
no árbol gigante
ropa que sobra o aprieta ¿duele?
leen juntos el final del cuento
donde todos así vestidos
fuera de tiempo
se tiran al mar
pero ya lo dije, acá no hay mar
no saben qué hacer con un final así.
Debería estar escribiendo un prólogo
me quedo en este umbral
escalón de piedra
así me senté a llorar un día
frente a una puerta roja
un desconocido me entregó un pañuelo de papel
dijo don’t worry, it’s not worth it, no era el comienzo
de una conversación, siguió de largo y yo seguí
el pañuelo en las manos
al final deshecho
pequeños pedazos de papel
como los que mi padre se pegaba en el rostro
después de afeitarse
ahí donde hay una herida abierta hay
el riesgo de que algo se pegue
un papel o una frase, it’s not worth it
ante la indefinición de un corte
lo primero que surge son
instrucciones
primeros auxilios
hace falta
tomar ciertos recaudos
apretar la herida es lo primero
acercar sus bordes
y apretar
según el tamaño
según su ubicación
sobre todo no pensar en el filo
en lo contundente
de esa imagen
la publicidad de hojas de afeitar
gillette, la acumulación de las t
triple hoja
un pelo que se corta y cae
y otro
y otro
decir al oído de quien padece don’t worry, don’t worry
las palabras van
creando un ritmo que se acopla
a la respiración
debe ser eso dar aliento,
me pidieron que escribiera un prólogo no esto
un comienzo, no
algo anterior al comienzo
de un libro, nunca antes
escribí un prólogo, ante lo desconocido
uno se aferra a lo conocido
un escalón de piedra, una puerta roja
un manojo de imágenes
como los niños se aferran a cierta secuencia
baño comida sueño baño comida sueño
hoy
tengo la edad en que veía los cortes en tu rostro
hoy
me corté al afeitarme
padre, el tiempo
deja caer su gota
abrí la puerta
me senté en un escalón
un desconocido me habló en su lengua ajena don’t worry pero era tu voz
y no era una instrucción
era un comienzo.