1.LA RELIGIÓN, UN ARMA SOCIAL? [Poema del Editor]
2.José Gautier Benítez [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA de medio pelo

 

Critico a los humanos creando van deidades,
los entes superiores que nadie nunca ha visto.
Distintos con sus nombres, Mahoma, Buda o Cristo,
pretenden atraparnos diciendo sus verdades,
el uno sobre el otro, a ver quien es más listo.

Critico a los que insisten que el suyo es verdadero,
y olvidan que los otros también dicen lo mismo.
Cada uno con sus ritos, sus pilas de bautismo,
te buscan, te persiguen y atrapan tu dinero
diciendo ten cuidado, te irás hacia el abismo.

Si es cierto Dios existe ¿a qué viene haya tantos?
y en esta disyuntiva ¿a quién debo hacer caso?
Si al fin de nuestra vida la misma es un fracaso
y en ésta no redimen de duelos y quebrantos
mejor será exprimirla soñando a cielo raso.
©donaciano bueno.

MI POETA SUGERIDO: José Gautier Benítez

A PUERTO RICO (Ausencia)

Puerto Rico, patria mía,
la de blancos almenares
la de los verdes palmares,
la de la extensa bahía;
¡Qué hermosa estás en las brumas
del mar que tu playa azota,
como una blanca gaviota
dormida entre las espumas!
En vano, patria sin calma
muy lejos de ti, suspiro;
yo siempre, siempre te miro
con los ojos de mi alma;
En vano me trajo Dios
a un suelo extraño y distante;
en vano está el mar de Atlante
interpuesto entre los dos;
En vano se alzan los montes
con su manto de neblina;
en vano pardas colinas
me cierran los horizontes;
Con un cariño profundo
en ti la mirada fijo:
¡Para el amor de tu hijo
no hay distancias en el mundo!
Y brotas a mi deseo
como espléndido miraje,
ornada con el ropaje
del amor con que te veo.
Te miro, sí placentera
de la isla separada,
como una barquilla anclada
muy cerca de la ribera.
Do el viento sobre las olas
te lleva en son lastimero,
del errante marinero
las sentidas barcarolas;
Y céfiros voladores
que bajan de tus montañas,
los murmullos de tus cañas,
los perfumes de tus flores.
El mar te guarda, te encierra
en un círculo anchuroso,
y es que el mar está celoso
del cariño de la tierra;
Y yo patria que te quiero
yo que por tu amor deliro,
que lejos de ti suspiro,
que lejos de ti me muero.
Tengo celos del que mira
tus alboradas serenas,
del que pisa tus arenas,
del que tu aliento respira.
Tú das vida a la doncella
que inspira mi frenesí,
a ella la quiero por ti,
y a ti te quiero por ella.
Ella es la perla brillante
en tus entrañas formada,
tú la concha nacarada
que guarda la perla amante.
Es paloma que en la loma
lanza su arrullo sentido,
y tú, patria eres el nido
donde duerme la paloma.
Si yo te vi indiferente
si mi amor no te decía,
¡¡ay patria yo no sabía
lo que es el llorar ausente!!
Mas hoy que te ven mis ojos
de tu mar entre las brumas,
como una ciudad de espumas
forjada por mis antojos;
Hoy que ya sé lo que vales
hija del sol y del viento
que helarse mi sangre siento
con las brisas invernales;
Hoy diera, en la tierra hispana,
el oro que el mundo encierra,
por un puñado de tierra
de mi tierra americana.

EL MANZANILLO

Hay en los campos de mi hermosa antilla
en el suelo feliz donde he nacido
como un error de la natura, un bello
arbusto que se llama el manzanillo.

Tiene el verde color de la esmeralda
y su tupida, su redonda copa
esparce a su alredor en la llanura
fresca, apacible, deliciosa sombra.

Mas, ¡ay!, el ave al acercarse tiende
para otros sitios el cansado vuelo
porque su instinto natural le indica
que su sombra es mortífero veneno.

Todas las plantas en la selva umbría
entrelazan sus ramas y sus hojas
y al halago del viento se acarician
y se apoyan las unas en las otras.

Y unidas crecen en amante lazo
y unidas dan al aire su fragancia
y el manzanillo solo en la ribera
y el manzanillo solo en la montaña.

¡Ay!, cuántas veces al mirarlo, cuántas
con honda pena, con dolor he dicho
¿Si será mi existencia en esta vida
la existencia fatal del manzanillo?

ORIENTAL

Hermosísima sultana
de los jardines de Hiram,
sonrisa de la mañana,
por mirarte a la ventana
diera su reino un sultán;

Sus jardines orientales,
sus alfombras y pebetes,
ruiseñores y turpiales,
sus cachemiras y chales,
sus Zegríes y Zenetes;

Diera sus galas y flores,
sus esclavas y su harén,
sus sueños embriagadores
y la existencia de amores
prometida en el Edén.

Mas, ¡ah!, maldice su oro,
y su pompa, y su esplendor:
no puede el monarca moro
pagar, con todo un tesoro,
una sonrisa de amor.

Por eso lanza su gente
en algara a la frontera,
por eso nubla su frente
y va buscando impaciente
una lanza que lo hiera.

Por eso el monarca moro
quiere morir con honor,
pues ha tornado a desdoro
que no alcance su tesoro
para pagarte su amor.

UN SUEÑO

Soñé que la mujer a quien adoro
con infame perjurio me engañaba
y a otro amante feliz, le abandonaba
de su amor el bellísimo tesoro.

Soñé que apasionado, que sonoro
su beso en otra boca resonaba
y aunque el sueño mis párpados
cerraba los abrían las fuentes de mi lloro.

Si en el drama futuro de mi vida
tan inmenso dolor me está esperando
que la muerte de mí compadecida

antes me brinde su reposo blando
porque más que la tumba me intimida
mirar despierto lo que estoy soñando.

LOS OJOS DE T.

Un astrónomo viendo las estrellas
preguntó la razón
de por qué le faltaban las más bellas
a una constelación.

En vano ¡e1 infeliz! se fatigaba
queriéndolas hallar,
y del cielo a la bóveda miraba
¡qué habría de encontrar!

Cansado de mirar al firmamento
a tus ojos miró.
«¡Por fin!», exclama, y se marchó contento
pues entonces las vio.

COMO TÚ QUIERAS

Bajo el sol tropical de las Antillas
marchítase la flor;
como ella palidecen tus mejillas
al fuego del amor.

Mas la pálida rosa, vida mía,
la reina es del pensil,
y la besan, temblando de alegría,
las auras del abril.

Sé, en buen hora, la rosa que fragante
al aura da su olor,
y yo seré… la brisa susurrante,
la brisa del amor.

MI POETA INVITADO: Elena Bethencourt Rodríguez

MAR

Alberto quiere ser mar
con olas en la cintura,
para jugar con los barcos
y hacer muñecas de espuma.
Peinarse las caracolas
de una gran melena rubia
que llega hasta el horizonte
y resbala por sus curvas.
Alberto quiere tener
un vestido sin costuras
adornado de sirenas,
peces, pulpos y medusas.
A juego, un fular de algas,
unos tacones de bruma
y –con la sal de los charcos–
pintarse blancas las uñas.

Guarda su nombre en secreto
metido en una burbuja
que flota sobre las aguas
de su inmenso mar de dudas.
Nunca pierde la esperanza
de que alguien lo descubra
y pronuncie esas tres letras
como tres gotas de lluvia.
¿Podemos llamarte Mar?
—una niña le pregunta—,
y Alberto se vuelve costa,
océano, islote, duna.
Sonríe, dice que sí,
y sus pupilas oscuras
encienden toda la playa
como si fueran dos lunas.

La niña ciega

La niña ciega sonríe,
cuando juega al “veo veo”,
porque acierta a la primera
lo que guardan los secretos.
La niña ciega sonríe
cuando ponen un pañuelo
sobre sus ojos alegres
para comenzar el juego
de la “la gallinita ciega”.
Comentan sus compañeros
que no se fían del todo
y creen que “ve no viendo”.
La niña ciega sonríe
cuando, apenas sin esfuerzo,
edifica arquitecturas
con vocaciones de cielo
y casa piezas de un puzle
con geométrico acierto.
La niña ciega sonríe
cuando recorren sus dedos
los leves puntos del Braille
para leer unos versos
que hablan de luz y colores,
y describen los sucesos
con los detalles de quienes
los estuviéramos viendo,
aunque –según dice el título–
sean “romances de ciego”.
Y, aun con los ojos cerrados,
entre la luz de sus sueños,
sonríe la niña ciega
porque ha aprendido el secreto
de que, para ver el mundo,
es, sin duda, más certero
que mirar siempre hacia afuera,
saber mirar hacia adentro.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Elena es licenciada en Filología por la Universidad de La Laguna, Especialista Universitaria en Traducción Jurídica por la Universidad de Alicante y profesora de inglés. Amante de la Lengua Española y de los idiomas en general es una gran lectora de poesía desde muy joven y una gran aficionada al género del microrrelato. Ha ganado numerosos premios literarios: el Premio Nacional de Poesía infantil Charo González, 2020; el primer premio Cuentos de Navidad y 2º de Historias de viaje, Zenda, 2020; el primer premio del Certamen internacional de microrrelatos San Fermín, 2020; el 2º premio Relatos en Cadena, 2020; ganadora Relatos con Banda Sonora, Cadena Ser, 2020; y el primer premio Relatos AMIR, México, etc. Su obra se ha publicado en diversas antologías.

    En 2020 obtuvo el segundo premio de la VII edición del certamen Madrid Sky con el relato Amor al arte

    Entre los días que han transcurrido desde que hicimos esta entrevista hasta su publicación Elena ha visto cumplido uno de sus sueños literarios: acaba de resultar ganadora del XXI premio de poesía infantil Luna de Aire, y su libro, provisionalmente con el título Minimundos, será publicado por la editorial SM. Fuente

    Ver entradas
  • José Gautier Benítez (1851-1880) fue el máximo representante del segundo periodo del Romanticismo en Puerto Rico. Sus poemas, escritos principalmente bajo la influencia del español Gustavo Adolfo Bécquer, se caracterizan por una sofisticación sentimental al tratar los temas del amor, la patria y la muerte.

    Este sentimiento se expresa en un vívido poema en ocho partes titulado A Puerto Rico, en el que el poeta lamenta su pasada indiferencia y, en cierto modo, pide perdón a su amada y lejana patria. En cualquier caso, su estancia en España ha dejado una profunda huella en su alma. Los poemas Ausencia y Retorno reflexionan líricamente sobre estos acontecimientos de su vida.

    En 1879, ya enfermo de tuberculosis, ganó uno de los primeros premios literarios, el Ateneo, por su poema A Puerto Rico. Fue en esta época cuando expresó su compromiso con el tema de la muerte en los poemas InsomnioApariencias y Renacimiento, que tienen trazas de premodernismo. Gautier Benítez falleció el 24 de enero de 1880 en San Juan. Tras su muerte, su amigo Manuel de Elzaburu publicó Poesías, una selección de sus poemas uniendo toda su obra lírica. Gautier Benítez era un letrista fantástico. Cantó sobre la amistad, el amor, la patria y la muerte. Fuente

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