1.LAS VENDIMIAS [Poema del Editor]
2.Ramón Ortega y Frías [Poeta sugerido]

Textos aquí: 1. del Editor, 2. del Poeta sugerido y 3. del Invitado (opcional)

MI POEMA… de medio pelo

 

Llega septiembre al pueblo. La vendimia
se anuncia con repique de campanas.
Hoy, dicen, la cosecha será eximia.
Con pena los lagares y su alquimia
irán a la rebusca con más ganas.

Labriego dime, amigo
¿por qué las viñas bailan y preñadas
las uvas van besando sus racimos
fingiendo se tratara de una danza?
¡Qué bello es el otoño,
qué hermosos son los chopos y los pinos,
y cómo a mi me acecha la nostalgia!

¡Vendimiador bisoño,
amable campesino,
que tiras de tijeras con prestancia
protégeme esos frutos que con mimo,
después de fermentado se harán mosto
y gracias al dios Baco serán vino!

Pronto cepas no más semidesnudas,
de demacrado rostro,
madres desheredadas,
desconsoladas viudas,
solitarias quedáis, no seréis nada,
solamente esqueletos de sarmientos
para una parrillada,
¡y qué final tan cruento!

Blancas uvas sonrientes,
pegajosas, con piel de tez doradas,
de azabache tan negras,
también las hay moradas,
un día tan lozanas y calientes
y hoy en cambio cruelmente descarnadas.

Ya al fin en los lagares
¡oh, elixir que a nuestra vida alegra!
¡qué débiles las gentes de estos lares!
¡siempre tan complacientes!
invitando a bajar a sus bodegas,
mas cuídate y no bebas
y aun menos con el jarro.
No hagas caso si dicen que el catarro
con el vino se cura,
resístete y procura
marcharte con el rabo entre las piernas.
Y un consejo de amigo. ¡No te duermas!
Subir has de escaleras sin linternas!
©donaciano bueno.

Comentario: Yo hace ya mucho tiempo que no asisto a las vendimias pero aún permanece en mi recuerdos aquella época en la que la recolección de la uva se convertía en una fiesta.

MI POETA SUGERIDO:  Ramón Ortega y Frías

EL AMOR ERRANTE

Filas de caserones de vieja arquitectura
que en el frontón ostentan el signo de la cruz.
Sobre la calle hosca pasa la noche oscura
como un fúnebre paño. Ni una voz, ni una luz.

En esta casa tuya, quizás, en las ojivas,
entre el silencio grave de la calleja sola,
tejieron un murmullo de pláticas furtivas
un linajudo hidalgo, y una dama española.

Más hoy es ¡oh, señora! un rondador nocturno,
un bardo trashumante de rostro taciturno
quien coloca la ofrenda de amor en tus umbrales.

Y quien, bajo la noche, frente al balcón florido,
se angustia al ver el sacro blancor de tu vestido,
que cruza vagamente detrás de los cristales.

LA CONVALESCIENTE

Cuerpo de monja virgen, por el ayuno laso.
Yo vi sus ojos húmedos de inmaterial ternura;
y, de la piel suntuosa que envuelve su estructura,
miré, en aquella noche, más transparente el raso.

Pálida enferma llena de su melancolía;
cuerpo con el prestigio de los marfiles viejos;
era su voz tan tenue como un rumor de lejos;
toda ella era un perfume que se desvanecía…

Cuando marchó a su estancia me dió su mano breve
y yo la vi alejarse con un andar tan leve,
que era un frú-frú de alas el eco de su planta…

Y quise -en la suprema tensión de mi cariño-
mecerla entre mis brazos, como si fuese un niño,
para que se durmiese con una canción santa.

SENSITIVA

Mi soneto no es como las orquídeas triunfales
que se abren a la sombra de tus tibios salones,
ni cual los crisantemos de frágiles puñales
que decoran el Sevres azul de tus jarrones.

Es más bien una planta de marchita verdura,
que repliega sus hojas si una mano la mueve;
si un aurífero rayo del buen sol la tortura;
si la agitan los soplos de la brisa más leve.

Así cuando divaguen tus augustas miradas
por este libro lleno de rimas perfumadas,
entre las que mi estrofa se desenvuelve esquiva,

mi soneto, al contacto de tu mano armoniosa,
y al sentir que le baña con tu lumbre gloriosa,
recogerá sus hojas como una sensitiva.

VERDADES AMARGAS

Yo no quiero mirar lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado donde se compran
honores, voluntades y conciencias.

Amigos… es mentira… no hay amigos
la verdadera amistad es ilusión
ella cambia, se aleja y reaparece
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfrutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
sólo llevan tristezas en el alma.

Si estamos bien nos tratan con cariño,
nos buscan, nos invitan, nos adulan,
mas si acaso caemos, francamente
sólo por cumplimiento nos saludan.

En este laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
solo alcanzan la burla y el desprecio.

Lo que brilla no mas tiene cabida
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el atroz delito de ser pobre

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su precio señalado.
Las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien cortado.

La sociedad que adora su desdoro
persigue con su saña al criminal
mas si el puñal del asesino es de oro,
enmudece… y el juez besa el puñal.

Nada humano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado.
El mismo corazón con ser tan noble
cuantas veces se encuentra enmascarado.
Que existe la virtud… yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado
hay rasgos de maldad en el virtuoso.
Cuando veo en mi paso tanta infamia,
manchándome la planta de tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida
ganas me dan de maldecirlo todo.
A nadie habrá de herir lo que aquí digo,
porque ceñido a la verdad estoy.
Me dieron a beber hiel y veneno
hiel y veneno en recompensa doy.
Pero si tengo la palabra tosca
con estas líneas turbias y sin nombre,
doblando las rodillas en el polvo
pido perdón a Dios… pero no al hombre.

Bio de autores en esta página

"No están todos los que son pero son todos los que están."

  • Literato español nacido en Granada. Autor de una amplia obra, en su haber cuenta alrededor del centenar de novelas. Fue hombre de ideas progresistas, antimonárquico y anticlerical, y en su abundante repertorio cultivó prácticamente todos los temas propios del mundo de la entrega. Escribió numerosas novelas históricas de aventuras, pocas sobre la Edad Media Guzmán el Bueno (1857), El Cid Campeador (1874) y muchas sobre el reinado de Felipe II, rey que aparece retratado con tintas muy negativas, tal como era costumbre entre los narradores liberales, El Caballero Relámpago (1855), Las justicias de Felipe II (1878), El gran tirano. Secretos de Felipe II (1880) y La agonía de un déspota. Últimos días de Felipe II (1882). Las más populares entre las historiales, reeditadas en varias ocasiones, fueron El tribunal de la sangre o Los secretos del Rey (1867) y El monaguillo de las Salesas (1868). Fue en este tipo de obras en el que Ortega y Frías logró sus mayores éxitos populares y artísticos. También escribió historias noveladas sobre personajes literarios, Cervantes (1859), leyendas El trovador (l860) y de historia americana Conquista de Méjico por Hernán Cortés (1874). No menos abundantes son las novelas llamadas de "costumbres contemporáneas" que pintan aspectos curiosos de la sociedad, tratados a veces en clave de farsa, o asuntos sociales con tintes sentimentales. Al dualismo moral pertenecen títulos como Rostros blancos y conciencias negras (1865), El hijo pródigo (1866), Lobos y ovejas (1866), Víctimas y verdugos (1869) y La gente cursi (1872). En ellas emplea una estructura parecida a la de las novelas históricas, aunque ahora ambientada en el espacio actual del siglo XIX. Una de sus obras más recordadas fue una novela de crímenes, muchas veces reeditada, titulada La casa de Tócame Roque o Un crimen misterioso (1877). Rindió tributo a la moda de los bandoleros en El rey de los bandidos o Los secuestrados de Andalucía (1877). Quizá lo más original, por infrecuente, sea una serie de novelas en las que relata viajes a tierras lejanas y extrañas, llenas de fantasía e imaginación, con aventuras supuestamente vividas por aventureros y exploradores extranjeros, Un mundo desconocido. Exploraciones del Capitán Míster Greed (1872), Un año entre salvajes. Viajes y aventuras del Doctor Smith (1875), Los mares de arena y las ciudades subterráneas. Viajes del capitán Milton (1882), e Islas maravillosas. Aventuras del capitán Bristol (1883). El estilo de Ortega y Frías es descuidado y hace un uso abusivo de los recursos propios del género, interjecciones e interrogaciones, abundantísimo diálogo para llenar papel, pero sus novelas son de una lectura entretenida y fácil que agradó mucho a sus apasionados.  © Emilio Palacios

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