EL TIEMPO PASA SIN DARSE CUENTA (Mi poema)
Isidro Marfori (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Que el tiempo se ha pasado casi sin darse cuenta,
se ha puesto en los ochenta mas no puede creer,
parece que fue ayer que el tiempo puso en venta
y escasa ya la renta está a punto de perder.

Presume existe un duende que el tiempo le ha robado,
pegándole un bocado quizás en un desbroce,
posible fuera un roce que el tiempo ha desgastado,
por culpa de un pecado, ¿de quién? lo desconoce.

Acaso fue algún gafe que al tiempo hizo perderse
desnudo allí a encontrarse en medio un rifirafe,
por culpa de algún cafre que tuvo que esconderse
y acaba en deshacerse antes que alguien le estafe.

Si hubiera conocido del tiempo y la distancia
habría más mimado a aquello que ha perdido,
aquel que descuidado, fundido en la vagancia
desde la tierna infancia hasta hoy que le ha vencido.

Que el tiempo es esa cosa que existe y ya no existe,
que a veces se resiste a hacer que tú lo veas,
metido en las peleas, no creas que es un chiste,
te mata y pone triste al ver que ya chocheas.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO:  Isidro Marfori

A SALVADOR RUEDA CON MOTIVO DE SU VIAJE A FILIPINAS

Artífice inmortal de la Poesía,
incomparable y mágico rimero
que tienes en las venas fuego ibero
y en el pecho panales de ambrosía.

Alma de luz, de sol y de armonía,
que en medio de este siglo de odio fiero,
descuellas indicando un derrotero
a la soberbia humanidad del día;

bardo de paz y de combate rudo,
que la bandera azul tan alto agitas,
¡divino soñador, yo te saludo!

Mi musa a ti, con temblorosa mano,
te ofrenda un haz de frescas sampaguitas
¡oh embajador del intelecto hispano!
1915.

A UNA ESTRELLA

Dulzuras destella
tu luz de topacio,
luminosa estrella
del celeste espacio.

Y viendo que de ella
yo nunca me sacio,
me sonríes bella,
desde tu palacio.

Tus fulgores dame,
que amante los guardo
en mi ánima opresa,

y deja que te ame
nostálgico el bardo,
¡divina princesa!
1917.

LAS NOCHES DE CITA

Todas las noches, a la sombra amena
de un frondoso macizo floreciente,
yo acudía con paso diligente
y con el alma de ilusiones llena.

Veía a poco su cuerpo de azucena
avanzar indeciso, lentamente,
mientras un ansia de pasión ardiente
daba a mi pecho hervores de colmena.

Juntos los dos en dulces embelesos,
volviamos al cuento de los besos,
sin pensar que es voluble la fortuna.

Y sólo nuestro ardor se interrumpía
cuando ya en el azul se desleía
la dorada sonrisa de la luna.
1917.

EL PASIG

En una vega ubérrima y tranquila,
bajo el quemante ardor de un sol de estío,
sonoro y riente se desliza el río
desde el lago de Bay hasta Manila.

Bruñe la faz de su caudal bravío
brillante luz que todo refocila,
y se entorna ofuscada la pupila
al contemplar tan fulgido atavío.

Al saludo jovial de la cañada
y del sipao que trina en la enramada,
su romántica y triste serenata,

van pasando sus linfas transparentes
bajo el arco de hierro de los puentes
como una eterna procesión de plata.

A LA GLORIA

En la aurora de mi vida,
aún sin dolores aciagos,
te he visto, de azul vestida,
flotando en mis sueños vagos.

Despertaron mi dormida
pasión tus dulces halagos,
tornaste en arpa mi vida
y fuí cisne de tus lagos.

Y ahora qué en ellos me agito,
con una sed de infinito
y la visión de mi cruz

¿porque le niegas ¡oh gloria!
a mi breve trayectoria
tu eterna estela de luz?
1917.

AL VOLCAN APO

Guarda silencio el coloso, silencio largo y profundo.
Ni siquiera se estremece su ardiente seno iracundo
al paso del fiero baguio29 que desvasta en un segundo,
azotando en su locura la enorme esfera del mundo.

Velado por blancas nubes yace en un frío mutismo;
ningún rumor de amenaza se escapa de su hondo abismo
¿Está en vísperas y acaso se reconcentra en sí mismo
y prepara en sus entrañas un horrendo cataclismo?

Preguntádselo a las tribus que moran en sus laderas
y os dirán que el Apo duerme con sus ansiedades fieras
que las lavas de sus hornos sólo se desbordarán
el año en que ellos olviden, en su propio menoscabo,
la tradición milenaria de dar a feudo un esclavo
arrojándole a las fauces insaciables del volcán.
1917.
Nota 29: Ciclón.

EN LA MUERTE DE TIRSO DE IRURETA-GOYENA

Junto al negro ataud de tus despojos
¡oh prócer de linaje apolonida!
mi frente inclino, humilde y abatida,
y un responso de amor rezo de hinojos.

al pensar en tus épicos arrojos,
en los laureles de tu edad florida,
siento la honda amargura de la vida
y se llenan de lágrimas mis ojos…

No te alzas ya para domar la rabia,
de la impiedad y el credo disoluto…
ya no escuchamos tu ingeniosa labia.

Has caído, llenándonos de luto,
¡como un árbol pletórico de savia
al grave peso de su mismo fruto!
Octubre, 1918.

POR AMOR A ESPAÑA

(SEGUNDO PREMIO EN EL CONCURSO DE LA «CASA DE ESPAÑA», 1919)

TRIPTICO HEROICO
I
Desafiando del sino los desmanes,
un grupo de española valentía
arribaba a las ínsulas un día
al mando de Fernán de Magallanes.

En la cruz de sus recios gavilanes
las católicas luces nos traía,
en sus fuertes aceros la hidalguía,
en sus pechos, olímpicos afanes.

Estoicos, en el ciclo de sus penas
conquistaron sus glorias de soldado,
y al sellar con la sangre de sus venas

su epopeya brillante y espartana,
nos dejaron el dúplice legado
de su habla hermosa y de su fe cristiana.

II
Arbol coloso de verdor florido
que há tres centurias crece y exubera,
es en mi patria la cultura ibera
que la escuadra inmortal nos ha traído.

Nativos ruiseñores hacen nido
en sus frondas de eterna primavera,
y aunque enfurece la ventisca fiera,
en la arada social seguirá erguido.

En vano ilusos de intelecto oscuro,
que miran su grandeza con inquina,
clavan las hachas en su tronco duro.

¡Por virtud de sus mismas cicatrices
no hay un trozo de tierra filipina
que no abarquen sus cívicas raíces!

III
La gratitud es una flor que brota
de la pureza del sentir humano,
y no hay sarcasmo ni atrevida mano
que la marchite en mísera picota.

–¡Oh falange del yelmo y de la cota!
Para pagar tu esfuerzo soberano,
lidiar quisiera por el fuero hispano
en una tierra anónima y remota.

Que el talismán sagrado del ensueño,
oculto en mi armadura de guerrero,
hará un gigante de mi ser pequeño.

Y en una gran batalla yo quisiera
hacer del brazo un mástil altanero
¡para elevar al cielo tu bandera!

TRES SONETOS DE AMOR

I
Paseaba su gracia de sultana
al múrice reflejo del Poniente,
cuando en la luz de su mirada ardiente
vi el paraiso de la vida humana.

En pos de sí marchó la caravana
–cual una estela inmensa y esplendente–
de todos los ensueños de mi frente
y todos mis anhelos del mañana.

Y fué la estrella que fulgió en mis cimas,
la lírica cadencia de mis rimas,
el encanto perenne de mis horas.

Mi astro altivo tejióla una guirnalda,
la hizo un trono y pidió para su espalda
el bermellón de todas las auroras.

II
A distancia la amé, porque quería
vaciar en un romántico latido
la excelsitud del ideal florido,
su esencia de suprema poesía.

En silencio la amé porque temía
que mi orgullo tenaz fuese vencido,
que se mofara de mi pecho herido
¡y sólo fuera mi ilusión de un día!

…Pero el disimular inútil era,
pues no se oculta una pasión sincera
con grávidas cadenas o cerrojos.
Y al fin la dijo mi íntimo secreto,
tras la prisión de un antifaz discreto,
la pena delatora de mis ojos.

III
Como va al sol la inquieta mariposa
para besarle en su febril intento,
constante iba mi inquieto pensamiento
tras la esquiva figura de mi hermosa.

El tierno hechizo de su faz radiosa
me sonreía en mi amargo aislamiento,
añoranza celeste que al momento
remozaba mi vida tumultuosa.

¡Callar más tiempo me oprimía el pecho!
y dejando el amor su encierro estrecho,
entró en el alma de la amada mía.

¡Mas vió en el templo su candor inerte
y en su ara triste, al soplo de la muerte,
un resplandor que en sombras se extinguía!
Enero, 1920.

Nedruda (Esteban)
Consagrado al periodismo, es ahora redactor de «El Debate». Antes lo fué de «La Vanguardia».

ANHELOS

Quiero los cantares que miman al alma,
las tiernas endechas que saben a miel,
los trinos del ave de la noche en calma
y el aroma suave que esparce el vergel.

Quiero las caricias de la fresca aurora
sentir en la frente al amanecer,
y en los labios rojos de la diosa Flora
libar tiernos besos que embriaguen mi ser.

Quiero de la brisa el blando murmurio
en campos y valles plácido escuchar,
y de la sibila el feliz augurio
de glorias y triunfos de mi patrio lar.

Quiero luz, colores, vida, miel, aroma,
pues tengo en mi pecho una eterna sed
que mi alma atormenta cual una carcoma
y de las tristezas me pone a merced.

Y quiero en mi rostro sentir de los vientos
ósculos ardientes que sepan de amor,
y en mi mente loca tejer pensamientos
tan bellos que halaguen mi alma, mi alma en flor.

Porque necesito decirme a mí mismo
que el dolor no existe, que es pura ilusión,
que sólo germina el laudable altruísmo
de todos los hombres en el corazón.

Que todo es ameno, que todo es de rosa,
que es palabra vana la fatalidad,
que ninguna pena mi pecho destroza
y que no es amarga la realidad.

Porque hay que engañarse si el alma queremos
que no se deshaga en girones mil,
y siempre pensemos y siempre forjemos
que nunca se mueren las rosas de Abril.

Ya que nuestro mundo lleno está de abrojos,
vilezas y engaños que causan horror,
un cristal de rosa pondré ante mis ojos
porque todo sea de hermoso color.

Por eso yo adoro del sol los fulgores,
y busco en los ritmos el grato solaz,
y alfombro mi senda con versos y flores
para hacer más dulce la vida fugaz.

MEDITACION

Segado por el viento de un huracán furioso
desciende al frío suelo el cáliz de una flor:
tal de los desengaños al sopolo venenoso
fugaz se desvanece un sueño encantador.

El río solitario, cruzando las malezas,
en su áspero camino tropieza sin cesar,
y en vez de alegres odas murmura sus tristezas:
tal navegan los hombres de la vida en el mar.

Un día contemplaba en viejo campanario
la ligera veleta de su eterno girar,
y pensé que es veleta el hombre en su calvario
que gira sin descanso en constante penar.

Y, si acaso, hay momentos de calma lisonjera
que de gozo inocente nos hacen sonreir,
son momentos fugaces que con la primavera
dejan triste recuerdo en el pecho, al partir.

Cuando en noches serenas despierta el alma mía
tras un sueño de rosa,–dulce sueño de amor–,
que en suave desvarío recreó mi fantasía
por mundos ignorados y jardines en flor;

Cuando en alas del rápido y misterioso viento,
de la argentada luna a la trémula luz,
a las altas regiones vuela mi pensamiento
olvidando un instante de las penas la cruz;

Yo siento que en mis labios se enjoya la sonrisa
y la calma perdida vuelve el alma a sentir,
y yo bendigo todo: rocío, flores, brisa;
y entonces me parece que es hermoso el vivir.

¡Oh, cuán grata es la vida cuando sólo ilusiones
llenan de nuestra mente el invisible azul!
¡cuán bello es todo el mundo si nuestros corazones
de amor se sienten presos en el rosado tul!

Mas ¡ay! cuando se cae la venda de los ojos,
el bello panorama tórnase en funeral…
¡los que gratos nos fueron, hoy nos causan enojos!
¡lo que fué nuestra dicha, es ahora nuestro mal!

Entonces es en vano que alcemos las miradas
hacia el límpido cielo do dicen que está Dios;
¡no tendrán ningún eco nuestras tristes baladas
y de los sueños idos se perderán en pos…!

¿Porqué ha de ser la vida cadena de amarguras?
¿porqué todos nosotros hemos de padecer?
Dime, ¡oh rey de los astros que radiante fulguras!
¿porqué gime lloroso el infante al nacer?

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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