JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

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RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

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ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

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ELIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

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FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

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GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

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MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color...

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

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GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

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ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

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JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

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MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

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CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,
para levantar tu resurrección. Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

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MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

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MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

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MIS MAESTROS-POETAS

GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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MIS MAESTROS-POETAS

GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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MIS MAESTROS-POETAS

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

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MIS MAESTROS-POETAS

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIS MAESTROS-POETAS

FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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MIS MAESTROS-POETAS

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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PRESOS DEL PASADO [Mi poema]
Abate Marchena [Mi poeta sugerido]

Inicio » Sociopolítico » PRESOS DEL PASADO (Mi poema) Abate Marchena (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo
 

Pongamos que has nacido en Senegal,
en Cuba o en la China comunista,
en Suiza, en un país capitalista,
y todo te parece a ti normal.

Pongamos que tus padres son ateos
o en cambio son fanáticos creyentes,
y sigues como todos las corrientes
cuidando de adaptarte a sus deseos.

Te enseñan que el amor es de por vida
y ves como la gente hoy se separa,
mas tú, tú seguirás dando la vara
tapando con tiritas esa herida.

Pongamos que pretendes liberarte
de aquello que inculcaron tus ancestros,
y asaltan el camino unos cabestros
jurando si traicionas con matarte.

Te insultan y te llaman mal nacido
te acusan al pasado de traiciones,
que debes respetar sus tradiciones
que has sido de otros predios abducido.

Pues todos desde niños somos presos
negados por romper las ataduras,
después cuando ya entiendes y maduras
desean ya esquilmar te hasta los huesos.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Abate Marchena

Abate Marchena

A Chabanó

Las humildes mansiones
desaparecen del linaje humano,
y las nubes preñadas
mis plantas huellan: lejos ¡oh profano
vulgo! a ti no son dadas
las sagradas armónicas canciones
oír que Apolo inspira,
no el oír los tonos de la acorde lira.

Rásgase el mortal velo,
que al hombre siempre encubre tenebroso
los sublimes arcanos,
que intenta en vano escudriñar curioso;
y a ti, Chabanó, en manos
de la sabia Minerva, al alto cielo
arrebatado veo,
cual lo fuera en otro tiempo Prometeo.

Las leyes de natura
sublimes y sencillas, ilustrado
con la antorcha Febea
la Diosa ante tus ojos ha mostrado;
cómo una misma sea
la que del monte en la caverna escura
forma el oro y contiene
los mundos que en sus órbitas retiene.

El oro apetecido,
que guerra y muertes trujo a los mortales
y que escondiera en vano
la tierra en sus entrañas: ya los males,
la codicia, el insano
furor a luz se muestran, del sumido
pozo con él parecen;
inocencia y candor desaparecen.

El mercader las naves
avaro apresta; el Aquilón sañudo
en vano se embravece,
y las olas del mar azota crudo;
el oro que se ofrece
a su esperanza busca y las suaves
playas trueca cuidoso
por el mar alterado y borrascoso.

No así bajo el reinado
del buen Saturno; que en inalterable
paz el mundo vivía,
y la doncella tímida y amable
su favor concedía
por premio de sus ansias a su amado;
mas ora la riqueza
¡oh mengua! compra y goza la belleza.

El sueño engañoso

Al tiempo que los hombres y animales
en hondo sueño yacen sepultados,
soñé ante mí los pueblos ver postrados
alzarme rey de todos los mortales.

Rendí el cetro a las plantas celestiales
de Alcinda, y mis suspiros inflamados
benignamente fueron escuchados;
me envidiaron los Dioses inmortales.

Huyó lejos el sueño, mas no huyeron
las memorias con él de mi ventura,
la triste imagen de mi bien fingido.

El mando y el poder desparecieron.
¡Oh de un desventurado suerte dura!
Amor quedó, mas lo demás es ido.

A una dama que cenó con el autor

Dase Dios por manjar a su escogido
pueblo en la pascua cena misteriosa;
Cristo es comida y mesa deliciosa
del hombre de amor tanto confundido.

Jesús asiste en gloria y prez ceñido
eternamente con su amada Esposa;
¡de amor omnipotente portentosa
hazaña! En tierra mora, al Cielo es ido.

Tú que por Diosa adora el alma mía,
bellísima Amarilis, a ti es dado
hacer tan gran milagro nuevamente.

Cristo se ha dado a sí en la Eucaristía:
¡ay! tú date a mi pecho enamorado,
y vivirás en él eternamente.

La Revolución Francesa

Suena tu blanda lira,
Aristo, de las Ninfas tan amada,
cuando a Filis suspira,
y en la grata armonía embelesada
la tropa de pastores
escucha los suavísimos amores.

Mientras mi bronco acento
dice del despotismo derrocado
de su sublime asiento,
y con fuertes cadenas aherrojado
el llanto doloroso
al pueblo de la Francia tan gustoso.

Cayeron quebrantados
de calabozos hórridos y escuros
cerrojos y candados;
yacen por tierra los tremendos muros
terror del ciudadano,
horrible baluarte del tirano.

La libertad del cielo
desciende, y la virtud dura y severa;
huye del francés suelo
el lujo seductor, la lisonjera
corrupción, el desorden;
reinan las leyes con la paz y el orden.

El fanatismo insano
agitando sus sierpes ponzoñosas
vencido clama en vano;
húndese en las regiones espantosas,
y con él es sumida
la intolerancia atroz aborrecida.

Dulce filosofía,
tú los monstruos infames alanzaste;
tu clara luz fue guía
del divino Rousseau, y tú amaestraste
el ingenio eminente
por quien es libre la francesa gente.

Excita al grande ejemplo
tu esfuerzo, Hesperia: rompe los pesados
grillos, y que en el templo
de Libertad de hoy más muestren colgados
del pueblo la vileza,
y de los Reyes la brutal fiereza.

El amor rendido

Las pesadas cadenas
del despotismo atroz ufano hollando,
cantemos, lira mía,
el acordado tono al cielo alzando,
la presente alegría
y las pasadas penas;
libertad sacrosanta, tú me inspira;
que sólo libertad suene mi lira.

Mientras fue mi morada
la esclava Hesperia, del rapaz Cupido
la flecha penetrante
de aguda llaga el corazón ha herido;
hoy peto de diamante
a su punta acerada
oponer quiero, y, de firmeza armado,
sus amenazas arrostrar osado.

¡Oh deidad inclemente!
¡Oh Cupido implacable! ¡Oh santo cielo!
¿Qué beldad peregrina
Viene a las Galias del hesperio suelo?
¡Oh belleza divina!
A tus pies reverente
me postro humilde, y ante ti rendido,
Amor, confieso a voces, me ha vencido.

Al duro yugo atado
la cerviz humillada, al fiero en vano
perdón ¡ay Dios! le pido;
que en mis lloros se ceba el inhumano,
y al carro en triunfo uncido,
con el dedo mostrado,
el quebrantado cuerpo puede apenas
arrastrar las gravísimas cadenas.

De mis ojos cansados
huyó por siempre el apacible sueño,
y en perenes raudales
de amargo llanto el porfiado empeño
de mis penosos males
en mi daño obstinados
¡ay! los ha para siempre convertido,
y en quebranto inmortal ¡ay! me ha sumido.

Deidades sacrosantas
que en Olimpo subido hacéis manida,
muévaos mi humilde ruego;
apagad en mi pecho la encendida
llama de amante fuego;
postrado a vuestras plantas,
de vos aguarda un triste este consuelo;
mas ¡ay! que al desdichado es sordo el cielo.

¡Oh deidad sobrehumana!
A ti fue dado, hermosa, solamente
la pasada alegría
tornar ¡ay triste! al corazón doliente;
ablanda, Diosa mía,
tu condición tirana;
mira cuál a tus pies ruego amoroso;
di una sola palabra, y soy dichoso.

A Amarilis

Soledad deliciosa, bosque umbrío
¡ay, cómo en tu retiro busco en vano
alivio al inmortal quebranto mío!

Me hirió de Amor la poderosa mano,
de Amor la flecha aguda envenenada
que contra mí lanzara el inhumano.

¡Oh mil veces feliz edad dorada
en que fue la ternura y la firmeza
del constante amador siempre premiada!

Agora al rendimiento, a la fineza
se retribuye indiferencia fría,
al obsequio humillado cruel dureza.

¿Qué mal Dios en su cólera daría
el siempre infame honor a los mortales,
que tanto de natura los desvía?

Él el pudor nos trajo, él sus fatales
leyes a Amor impuso, y él los bienes
más dulces transformó en acerbos males.

De mi dulce enemiga los desdenes
el acaso los causa, y hace en llanto
mis ojos dos raudales ¡ay! perenes.

Sigue, Amarilis, de Cupido santo
las leyes, del amor sigue el sendero
exento de pesar y de quebranto.

Honor, de la natura comunero,
ejercite en el vulgo su tirana
dominación y su poder severo.

Tú escucha del Amor la soberana
voz, que al deleite agora te convida;
que esta la edad en su verdor lozana.

Huye la primavera de la vida
cual un ligero soplo, un breve instante,
y nunca torna si una vez es ida.

Vendrá ¡ay! la vejez corva, y el amante
que agora sólo espira tus amores,
y que esquivas más dura que diamante,

Lejos huirá de ti; de adoradores
la turba que te cerca de contino,
cual brillo suele de caducas flores

tal desparecerá; que del destino
esta es la ley severa, inexorable;
éste de la hermosura el hado indino.

Tal la purpúrea rosa, que al amable
Céfiro abrió su seno, el soplo airado
del vendaval deshoja, y despreciable
yace y marchita en el florido prado.

La primavera

¿Ves, hermosa, la fuente que bullendo
el céfiro menea blandamente?
Amor la agita: mira su corriente
hacia el amado arroyo huir riendo.

Mira volar la abeja susurrante
en torno de las violas olorosas,
y su néctar le ofrecen amorosas,
zagala; que es la flor también amante.

¿No escuchas gorgear los ruiseñores,
de aguda flecha el tierno pecho heridos,
y en meloDiosos trinos no aprendidos
explicar sus dulcísimos amores?

¿No ves las palomillas amorosas
exhalar sus arrullos inflamados?
¿Los pichones no ves enamorados
responder en querellas cariñosas?

Todo es amor; la alegre primavera,
al universo nueva vida dando,
naturaleza yerta va inflamando,
que Enero con su escarcha entorpeciera.

Y tú, por más que lo rehuyas dura,
has de rendir a Amor el cuello erguido,
que todo se avasalla ¡ay! a Cupido:
tal es la ley eterna de natura.

Elegía a Lícoris

Del airado Mavorte la crueza
¡oh! no cantes, mi lira, ni la insana
sed de sangre, el furor y la fiereza.

Mas di de Venus, reina soberana
de Pafos, el poder; di los amores
y de las Gracias la belleza humana.

Canta del Dios vendado los loores,
de Cupido certero las doradas
flechas, su blanda risa, y sus favores.

Deja, Cupido santo, las preciadas
aras de Chipre, y en tu fuego ardiente
enciende mis entrañas frías y heladas.

¡Oh mil veces fatal ruego, imprudente
súplica, por mi mal bien acogida!
¡Oh condición de Amor cruda, inclemente!

Baja de Olimpo el pérfido, y fingida
piedad muestra en su rostro y apostura
dulce el falso, y sonrisa fementida.

«Del Betis a la orilla una hermosura
(amarla es tu destino eternamente)
te ofrezco; parte, corre a tu ventura».

Dijo y voló; yo loco encontinente
el Manzanares dejo, y desalado
al Betis corro con anhelo ardiente.

Ya no hay más libertad ¡ay! ya aherrojado
Lícoris en durísimas prisiones
me tiene, al duro remo ¡ay! amarrado.

Yo triste los pesados eslabones
arrastro, mientras que tormenta horrible
levantan en mi pecho las pasiones.

Amor en fuego ardiente, inextinguible,
me abrasa sin cesar; jamás la hoguera
aparta, que esquivar me es imposible;

que el crüel me persigue por doquiera,
cual cierva a quien fatal punta acerada
el costado rompió con llaga fiera;

que el monte, el llano corre la cuitada,
el doliente bramido al cielo alzando,
del rabioso dolor siempre aquejada.

Así mi cruda pena va aumentando
la aguda flecha con que Amor me ha herido,
siempre el enfermo pecho lastimando;

la imagen de Licoris, el bruñido
cabello de azabache, la alta frente,
el sonrosado labio, el cuello erguido,

y el hablar, y el reír suavemente
Amor grabó con punta de diamante
en el mezquino corazón doliente.

Mora Licoris en mi pecho amante,
Licoris mora en él; vos amadores,
de Gnido desertad la ara humeante.

Ved cuál la abandonaron los amores
y a Lícoris festivos rodeando
de guirnaldas la ciñen de mil flores.

El sangriento Cupido está aguzando
la inevitable flecha, y falsa risa
va por sus labios pérfidos vagando.

¿Quién de mi dulce bien vio la sonrisa,
y cantar pudo la ambición, la guerra
que los tronos trastorna, rompe y pisa?

Obra de un Dios maligno es nuestra tierra;
el duelo la pasea de contino,
que todo bien lejos de sí destierra.

Y cuando el placer muestra su divino
rostro, nosotros necios le esquivamos,
¡oh del error efeto el más indino!

Que la flor de la vida así pasamos;
la vejez nos señala el tenebroso
ataúd, que en vano tristes evitamos.

Gusta, Lícoris mía, el delicioso
néctar de amor, agora que te es dado
del tiempo del placer nuestro enviDioso,
y nunca sin desdicha despreciado.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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