JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

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RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

Lee y disfruta de sus poemas...

ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

Lee y disfruta de sus poemas...

ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

Lee y disfruta de sus poemas...

JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

Lee y disfruta de sus poemas...

MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

Lee y disfruta de sus poemas...

DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

Lee y disfruta de sus poemas...

LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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GARCILASO DE LA VEGA

Cuando me paro a contemplar mi estado

y a ver los pasos por do m’han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

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BAILAR, SU ÚNICO CONSUELO [Mi poema]
Jaime Manrique [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

Al ritmo del tun-tún baila un bolero
las noches cuando asoma allí la luna,
escaso de belleza y de fortuna
sin nadie que le ofrezca un asidero.

Se mueve sobre si con gran soltura
el mismo que le exige su sombrero,
tratando de ocultar su desespero
buscando que le sirva de sutura.

Seguro como está nadie le mira
no tiene que temer se le reproche,
que él vive solamente por la noche,
el tiempo sin permiso en que delira.

Se sabe prisionero en este mundo,
tan pobre e infeliz que nada espera,
si acaso venga dios en primavera
y atrape en ese sueño, el más profundo.

Bailar, solo bailar calma su pena,
sin pausa, sin sentido, sin parar,
bailar, bailar, bailar, bailar, bailar
de noche hasta que acabe su condena.
©donaciano bueno

Qué triste es sentirse aislado de este mundo, no? Clic para tuitear

MI POETA SUGERIDO:  Jaime Manrique

CARTA ABIERTA (MAYO) (1979)

Ciertamente las cosas sin ti
son cada vez más complicadas,
cuanto tú no me llamas y tus cartas no llegan;
cuando me despierto en la noche
y encuentro media cama desierta.
Hace quince días no sé nada de ti.
Lunes: salió el sol y las hojas del parque
parecían una copiosa ensalada fresca.
Martes, soñé toda la noche contigo,
tu mano sosteniendo la mía, tu cuerpo
alimentándome como una naranja.
Miércoles, lluvia. Día nublado.
Nada que ver desde mi ventana.
Jueves, salió la luna y estaba llena.
El cielo estrenó una nueva estrella en su diadema.
Viernes… me estás enseñando a contar los números reales.
El mundo empieza en ti y en ti termina.
Tú eres mi Alfa y tú eres mi Zeta.
Hoy, descubrí una nueva flor en el balcón.
No sé su nombre. La regué y dije una oración.
Deseándole un verano amable
En mi desamparo en tu ausencia.
Sí, cuando tú no estás.
Estas cartas abiertas
Son alguna clase de evidencia.

EL BARRANCO DE LOBA 1929 ( 1996)

Cuando el sol calcinante
se abate hostigante sobre el pueblo,
después de que mi abuela
(como Ursula Iguarán)
se ha pasado horas enteras
confeccionando animalitos azucarados,
mi madre, con un vestido de lino blanco
que le llega hasta los tobillos,
una cinta roja adornándole
su larga trenza negra,
calzando burdas chancletas,
va de casa en casa cantando:
«Cocadas, cocadas de coco y piña».

Maldiciendo el sol
que la quema y la renegrea,
mi madre balancea la bandeja
encima de su cabeza
y camina desde la quebrada
hasta la escuela pública,
pasando por el cuartel de la policía,
las dos cantinas del pueblo,
y el cementerio donde los gallinazos,
las iguanas y las víboras hacen la siesta.
Mi madre camina las calles engramadas
del villorrio hasta que el sol
-una guayaba madura ardiendo-
se zambulle en el Magdalena
y una violenta hemorragia celeste
pinta nubes enfebrecidas.

Acomodándose sobre una piedra
a orillas del río,
observando los pescadores
que regresan en sus piraguas cargadas
de bagres, bocachicos y manatíes,
tortugas y babillas,
mi madre, con su bandeja de animalitos casi intacta,
espanta los mosquitos que la aguzan
y las moscas drogadas por el azúcar.
Ella es una niña de diez años,
hastiada, sudorosa, cansada.
Ella odia a sus padres por ponerla
a vender cocadas que nadie compra.
Rascándose las piernas
con sus uñas de señorita,
ella espera la lancha
que todas las tardes pasa río arriba,
rumbo a Mompóx, Magangué, El Banco, Cartagena,
las grandes ciudades del mundo.
Todas las tardes ella espera.
Todos los días ella anhela su primer viaje
del que nunca regresará.

Cuando finalmente la lancha a vapor
aparece, tosiendo como una ballena tísica,
los zancudos frenéticos
que atacan los brazos expuestos
de mi madre,
ya no la molestan
porque el picor que la ataca
es más agudo, es de otra naturaleza.
Es el picor del deseo herido,
es el canto de sirena del mundo y sus placeres
que la lancha anuncia todas las noches
subiendo las aguas del río en llamas
hacia esas urbes donde la vida empieza.

MAMBO (1996)

Contra un cielo topacio
y ventanales estrellados
con delirantes trinitarias
y rojas, sensuales cayenas;
el fragante céfiro vespertino
oloroso de almendros y azahar de la India;
sobre las baldosas de diseños moriscos,
con zapatillas de tacón de aguja,
vestidos descotados y amplias polleras;
sus largas obsidianas caballeras
a la usanza de la época;
perfumadas, trigueñas, risueñas,
mis tías bailaban el mambo
canturreando: «Doctor, mañana
no me saca usted la muela,
aunque me muera de dolor».

Aquellas tardes en mi infancia
cuando mis tías eran muchachas y me pertenecían,
y yo bailaba cobijado entre sus polleras,
nuestras vidas eran un mambo feliz
que no se olvida.

ELEGÍA DEL CISNE (1996)

para Grace Schulman

Recostado en una silla playera
me conmueve la humildad del océano,
las distancias que ha recorrido
para desdoblarse en rizos espumosos a mis pies.
En la pleamar, iridiscentes serpientes ondulantes
se forman bajo la epidermis aguamarina.
El cielo es una resplandeciente bóveda escarlata;
el atardecer primaveral, un clisé perfecto.

En el caluroso resplandor del sol poniente,
las imágenes son serenas, apacibles, despojadas
de toda urgencia.
La paz de este dócil sosiego
me induce a cerrar los ojos,
y el viejo cisne blanco
que contemplé ayer en el crepúsculo aparece.
Lo veo lanzar su cuello hacia el cielo,
abriendo su pico brevemente
para agujerear mi corazón
con un canto desolado.
Y, en la oscuridad circundante
escucho el desesperado abanicar de sus plumas despeinadas
cuando zarpa hacia la mortaja purpúrea de su suerte.

MI NOCHE CON FEDERICO (1996)

(Según Edouard Roditi)

Sucedió en París.
Pepe me invitó a cenar
con un tal Federico
que iba rumbo a Nueva York.
Yo tenía diecinueve años.
Federico me llevaba once
y acababa de terminar
una relación en España
con un escultor
que lo había maltratado mucho.
Federico sólo tuvo dos amantes;
él detestaba las locas promiscuas.

Ambos éramos Géminis.
Como la astrología
era muy importante para él,
Federico se interesó por mí.

Hablamos en castellano.
Yo lo había aprendido
con mi abuela, una judía
sefardita que me había
enseñado términos
del siglo XVI.
Todo esto le pareció
muy gracioso a Federico.
Bebimos mucho, muchísimo
vino esa noche.
Por la mañana, al despertarme,
su cabeza yacía sobre mis tetillas.

Cientos de personas
me han preguntado por los detalles:
¿Era Federico fabuloso en la cama?
Siempre contesto lo mismo:
Federico era emocional
y vulnerable; para él
lo más importante no era el sexo
sino la ternura.

Nunca volví a verlo.
Se marchó a Nueva York
y luego a Cuba y Argentina.
Más tarde, el segundo amor
de su vida fue asesinado
defendiendo la República.

Todo eso sucedió en París
hace ya casi sesenta años.
Fue sólo una noche de amor
más ha durado toda una vida.

SAUDADE (1996)

Muchacho carioca,
habría que inventar epítetos
para aproximarse a tu belleza.
Al despertarme estas mañanas
descubro que aún mis dedos meñiques
cantan tu nombre, y mis zonas capilares
guardan la tibieza de tu boca.
Muchacho carioca
cuando salgo al balcón
las flores cotidianas me sorprenden:
los pétalos magentas de las begonias
se abren como manos dadivosas,
sus corolas semejan cálices tallados en oro
bordeadas de piedras preciosas.

Muchacho carioca
eres un elixir desconocido,
me das a probar manjares desconocidos;
no es el amor lo que fluye
entre nosotros, sino lava.
En ti cabalgo el filo de una ola,
me dejo arrastrar por tu oleaje,
buceo y busco hacia un fondo ignoto;
al acariciarte entro al paraíso.
Todo esto me sucede,
muchacho carioca,
cuando tu sensual saudade
enciende mi boca.

DÍAS DE BARCELONA (1996)

Pronto habrán pasado veinte años,
que, como dice el tango, son nada.
Tampoco es nada
el cargamento de memorias que hemos
acumulado desde ese entonces;
y son mucho, son demasiado,
las carnes desgonzadas,
las arrugas del espíritu
que ninguna cirugía arranca.
Es posible que tus monumentos
hayan envejecido. Mas la patina de tus fachadas
no puede compararse
al derrumbe de mis ilusiones.
Hoy vivo por vivir,
y de las ilusiones de ayer
quedan poemas, memorias borrosas,
cartas que nos atraviesan como puñales.

Últimamente, caminando por las calles,
reconozco en los peatones
los rostros de mis muertos queridos:
Andrés, Mike, Douglas, Luis Roberto,
reencarnados en un gesto, un bucle,
un encuadre chabrolesco.
Quien fui ayer,
y pronto serán veinte años de esto,
ya no recuerdo.
Lo veo a él, al otro Manrique,
un héroe en una novela de posguerra,
un clásico, un mito
repitiéndose desde siempre.
Hoy soy un extranjero
escribiendo líneas nostálgicas
por épocas en las cuales tampoco
quise, ni fui feliz, ni siquiera yo mismo.

A veces, últimamente cuando viajo
en el tren subterráneo,
es como si atravesase
diferentes regiones del infierno,
y sé que, aunque vivo,
estoy muerto, y que tan sólo en la muerte,
tal vez, Barcelona, recorreré
de nuevo tus ramblas
buscándolo a él, con su gemir eterno,
tratando inútilmente de completar
las piezas de un crucigrama
cada vez más extenso
e incierto.

POEMA DE OTOÑO (1999)

Hay un río detrás de la casa.
Desde la ventana de mi cuarto
abajo, en la hondonada,
a través del abigarrado
ropaje del bosque,
aparece el río en otoño
a medida que el mundo
se desnuda y los espacios
se abren. Entonces,
veo una rodaja
del río -un espejo
que refleja los colores del cielo
y también las estrellas.
De repente, después
de una orgía de colores
y el cataclismo de octubre
cuando las hojas encendidas
se desprenden como una tempestad
de mariposas, las noches
invitan a la contemplación
las estrellas son flores diminutas
puntos tan imperceptibles
que parecen una creación de mis ojos.
Así también es la poesía nace
en la imaginación, en el tránsito
del despertar al ensueño.
Mis poemas brotan
no para reflejar al mundo
sino para transcenderlo.

Este otoño no he pensado en la muerte
sino en ti, mi amado.
A medida que el mundo
se desnuda y queda
expuesto a los elementos
-cómo los árboles desnudos-
el milagro del amor
también nos hace vulnerables.

TU ARTE INMACULADO, BILLIE HOLLIDAY (1999)

En el hospital Metropolitano,
el 17 de julio de 1955,
a los cuarenta y cuatro años de edad,
la voz destruida,
encadenada a tu lecho,
tus ojos dos algas negras fosforescentes,
los sueños perfumados de gardenias,
cantaste tu último blues.

Todos los poetas están de acuerdo, Billie,
el día de tu muerte
se instaló perennemente la tristeza.

En tu repertorio
frutos extraños cuelgan
de los árboles sureños-
negros linchados bajos cielos sangrientos.
Tanta crueldad nunca fue tan bien cantada.
De tus labios los sonidos
salen purificados. En tu vocabulario
todo sonido es sacro.
Después de escucharte, Billie
emergimos pálidos, envejecidos,
desolados para siempre.

REMOLCADOR (1999)

era una de esas palabras
que odiaba en mi niñez.
Otras eran corisa, astromelia,
palabras usadas por los Ardilas-
el clan de mi madre.
Me parecían palabras torpes,
vulgares – palabras de campesinos.

Esta mañana de verano
briosa, azulada, mientras caminaba
enfrente de la Universidad de Columbia
recordé la palabra
remolcador… brotó
de mis labios, un suspiro
que se desvaneció hacia el alto Manhattan.

Es curioso como en días amables
camino hasta el parque,
me siento en un banco a observar
el Hudson, como en otras épocas
contemplaba el Río Magdalena.

Hace diez años, en Santa Marta,
una noche caminando el malecón
encontré una muchedumbre alrededor
de un templete, donde unos estudiantes
entonaban coplas desgarradas
acerca del agonizante
Río Magdalena.
Estaba solo. Era una noche clara
sobre la bahía. El mar
era una seda mortuoria
y su frescor me acariciaba.
Tenía cuarenta y siete años;
era un hombre maduro.
Ahora, una década más tarde
pienso en esos jóvenes y sus coplas
y siento el dolor y la nostalgia
que ellos sentían.

El remolcador era una cosa
grande, ocre, metálica
que se desplazaba lentamente
por las aguas cenagosas del Magdalena.
Cargaba tambores de gasolina, jeeps,
ganado, costales repletos de cocos secos.
No era una cosa hermosa.
Pero mi familia pronunciaba
la palabra remolcador-
un lazo entre el pueblo y el mundo de afuera-
con una reverencia casi religiosa.

Es curioso cómo he pasado
gran parte de vida
en ciudades ribereñas;
cómo el río acabó convirtiéndome
en mi destino.

Aunque ahora, cuando veo
un remolcador surcar el Hudson-
una cosa fea, un mal necesario-
tenga otro idioma para nombrarlo:
como tengo también otro idioma
para nombrar aquel mundo, esa otra vida.

ESTE AMOR, EL OTRO (1975)

Cuando tú me tocas, por ejemplo
no veo constelaciones,
y en mis sueños, cuando tus manos
buscan mi espalda y mis cabellos,
es imposible saber si sueñas con un ratón
o con Alicia en el país de las maravillas.
Tú me repites frases que me abochornarían
a luz del día, nunca me has escrito
cartas a las cuatro de la madrugada
desde aeropuertos extraños
o la plataforma de un tranvía.
Cuando hacemos el amor, fingimos
que la emoción es justa.
Hoy he estado regando tus plantas
mientras estás en la playa.
Utilizo el líquido para las cucarachas,
abro las ventanas y no se me ocurre
mirar tu correspondencia o leer
tus nuevos poemas.

Mientras sigo las instrucciones:
«Los geranios y begonias deben ser
regados dos veces por semana»,
peso mis dos amores en la balanza.
Sé que riego las plantas porque
me gusta ver correr el agua entre mis dedos
y porque no quiero ver morir las flores
en esta estancia; también porque me he sentido
sentimental, tarareando un aria familiar
toda esta mañana.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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Voy achatando el tiempo a martillazossintiendo que se…
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