MALDITA HIPOCRESÍA [Mi poema] Alonso de Molina [Poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo
Es triste presenciar como se mata
la vida provocando tantas guerras,
por ansias de un puñado más de tierras.
El odio y destrucción que se desata
cual césped van segando motosierras.
Y nadie, aun más, que pueda interrumpir
parándole los pies al genocida
que trata con desprecio a la otra vida
privando a su derecho de vivir,
dejando al que se salva mal herida.
Difícil soportar tal felonía,
que el mundo ante tamaña iniquidad
se quede, traicionándole a la paz,
mirando cuantos mueren cada día,
haciendo un llamamiento a la piedad.
Maldita hipocresía! Compadezco
a aquellos que se dan golpes de pecho,
gritando sin cesar que no hay derecho.
Disfrutan mientras ven esa sangría
diciendo pues lamentan tal desecho.
©donaciano bueno
Ucrania. Mucho golpe de pecho pero que no nos toquen nuestro estado de bienestar, no? Share on X
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Alonso de Molina
Acerca de leer poesía
Nadie ha dicho que leer poesía sea sencillo. Cada poema es un lenguaje a descifrar. La poesía estimula más el cerebro que las imágenes. Te entrena la mente; el oxímoron (figura literaria), palabras con significado opuesto, son recibidas por nuestro cerebro como auténticos regalos.
El mapa emocional de nuestro cerebro descubre nuevos espacios, espacios más agudos, más sensibles, tal vez pueda ayudarte a aclarar tus sentimientos, la poesía te ayuda a descubrirte. La naturaleza humana siempre ha sido la misma y sus inquietudes de antes y de ahora son las mismas: existir, protegerse… definitivamente ser feliz.
Amo la hoguera y sus misterios
Entramos en la sombra partida,
en la cópula de la noche
con el dios que revienta en sus entrañas.
Territorio. Interior con figuras.
José Ángel Valente
No supe ver el grito desnucado del coma y la miseria, en cambio vi el pecho de los hombres implosionando en sus mareas sin poder esquivar el miedo y el desaliento.
Vi, ausente de mí, el corte de la lluvia, la tierra amedrantada y los mares huidizos; no obstante, errando por la nieve un crisantemo en flor se posaba en mis hombros, y yo, frágil y ausente, tan sólo me atreví a enumerar las lunas y a exponer su perfume como si fuera el grito que encendiera las luces de un futuro intachable donde el hombre se olvide para siempre de la imperfecta labia y tan solo se exprese con los ojos del alma.
La esperanza se siembra sin muros ni alambradas, pero yo amo la hoguera y sus misterios, las audaces esferas donde la luna vuela y crujen los volcanes como el viento y la música;
así es como yo veo el mundo
tronando los tambores con la callada voz de la locura.
Ciudad Celeste, Antología Homenaje a Valente, España, octubre 2016
No es de una enfermedad de lo que deba curarme
“Estoy metido en política
Estoy metido en política otra vez.
Sé que no sirvo para nada, pero me utilizan
Y me exhiben
“Poeta, de la familia mariposa-circense,
atravesado por un alfiler, vitrina 5”.
(Voy, con ustedes, a verme)”
Jaime Sabines
De tener que creer,
de optar por una religión
profesaría la divina fe de los elementos:
buscaría la perfección.
Hablaría del bien y del mal
sin conocer el bien ni juzgar el mal;
me comería todos los pecados del mundo
(y fecalmente los descargaría en su propia impiedad)
y tan vulgares los haría
que nadie volvería a creer en las culpas.
Después escogería la certeza divina
de los locos poetas (por cierto, ¿quién designa a los poetas?),
esos subordinados celestes de dios
que no aprietan sus dientes terrenales
en los perdidos páramos de la fe
ni dan la mano sin realzar sus alabanzas.
Huérfano de emociones,
sin la naturaleza de la poesía,
nos hallamos desérticos, baldíos y desnudos,
un modelo uniforme de estéril melodía.
Sin cantos que alabar sobre nosotros mismos,
nuestra sombra dirige un cortejo de árboles,
distraídos, sin savia,
bailando insatisfechos de hierbas y preceptos;
los músculos vacíos sin creatina feroz,
sin cosas importantes que atender
(por cierto, ¿quién decide qué cosas son importantes?).
¿Y qué elegantes manos no se deforman ni se manchan?
Tampoco se destiñen en la lluvia los párpados mestizos
ni un ánfora es la incierta mujer
con los brazos abiertos a la espera de semen.
Que una palabra dulce es un paisaje abierto al corazón de la tierra,
a un enorme jardín sin esclavos ni exilios ni rendiciones ni afonías,
es la luz despejada de puertas y de úteros.
Soy demasiado tonto para creer en mí.
Sin matar una mosca o sentir culpa por nada,
no suelo respetar las reglas -aunque las conozca todas-;
así y todo, una víbora
podrá un día morderme algún miembro
para que únicamente los puros
consigan derribarme,
echarme a un lado y taponarme alguna herida.
No voy a detener mis pasos
ni a elevar mi silencio a ninguna cumbre,
no es de una enfermedad de lo que deba curarme.
Renegamos de todo
y luego nos morimos de soledad.
Cucha Sabines, mucho aprendí de dios, de ti.
A Sabines al cumplirse dos lustros de su marcha 19 de marzo de 1999
Antología poética Árido Umbral. España, 2011
Es difícil gritar on the street lonely
Precipitado en la apatía de las razones,
sin respuestas ni aspectos que atender,
penosamente solo, demasiado vacío,
sin cargas ni destinos nutridos por mi pecho;
concreto en la ceniza y el disoluble credo
rechinaban mis dientes, lying on the sidewalks;
con la vida desnuda corriendo en las cantinas
insensatas mis manos procuraban mujeres.
Zarandeado al viento como hoja en ventolera
yo estaba al margen de cualquier destino;
bajo el sol caminando, aquel año bisiesto
en el aire estallé mis monedas, and my luck,
en tanto recorría las plazas y las angostas bocacalles
sin cosenos ni senos donde albergar los sueños;
descolgaban las horas con la sed del hambriento,
envenenando un alma urgida de calor
y un corazón en combustión emergente
que sellaba sus besos con los pardos del aura.
Es difícil gritar on the street lonely;
la mujer dijo hello y yo rompí mis ojos
para mirar su escote insinuante y sedoso;
reincidían momentos en los signos de aquarius
y mojaban los sueños sin posar la cabeza sobre el agua.
La medianoche es trampa.
Escucha Camarón, oye la noche,
busca en su llanto el rendido sexo;
mientras, templada ella,
se perfuma la cara con los ojos del alba,
un orgasmo creciente late en su aliento blanco.
Antología Poética Universos Diversos. España, 2009.
Soñé en un pie derecho aterido de frío
Tápame esta demencia de burbuja que solitario te pienso, esa malvada poesía que te rechina en los dientes, tan solo soy un extraño en la fatalidad poética, en el linde perdido de la palabra, al otro lado de un verbo que intenta escurrirse de su predestinada espuma huyendo cobarde hacia los cuchillos de una ausencia que muere en el ayuno.
Tápame con una losa o tápame de frío o de locura, pero no pongas una muralla ni una hoguera en las ranuras de la noche porque debo traspasar la nebulosa hambruna de la frustración.
Pregúntame quién soy, a qué dedico mi orgullo o la indiferencia con qué amarilleo las calles, dime qué rostros o qué estampas elogio con la mirada ingenua de terapias y la indigna manía de responderle a todo.
Podría usted tener razón, es bastante absurdo todo esto, soñé en un pie derecho aterido de frío, el izquierdo escuchaba parsimonioso el clarinete indeciso de Allen Stewart, no es un día para subir sobre los hombros la gloria de Annie Hall ni de prender fuego a esa llama que arroja fósforo sobre las distraídas promesas de un poema que enjuaga sus hebras al vasto sol de un silencio analfabeto.
Tápame este barreno, este volcán de mi geografía.
Antología Poética Universos Diversos. España, 2009.
Este Norte con Sur que a ti te nombra
La mañana es un alba anticipado,
un color sin color, y tan oscuro
que refulge la Láctea, me aventuro
en la noche opaca, silenciado
de llamas y de lunas, asombrado
de un cielo que es el mismo que murmuro
cuando le hablo al Sur y me figuro
que camino contigo, amarrado
a este Norte con Sur que a ti te nombra;
letreamos poemas con el viento
y avanzamos directos a la cumbre
a esa hora gozosa -a ese momento-
en que el Teide se encuentra con su sombra
para ser verso y luz que nos alumbre.
Estrambote:
El cielo por costumbre
nos sugiere el amor para ser plenos
tendremos, pues, que amar con desenfreno.
Desde la cumbre del Teide y la sombra que lo parió