JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

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RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

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ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

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GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

Lee y disfruta de sus poemas...

ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

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JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

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MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,

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MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

Lee y disfruta de sus poemas...

LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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GARCILASO DE LA VEGA

Cuando me paro a contemplar mi estado

y a ver los pasos por do m’han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

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ROMANCE DEL ENAMORADO [Mi poema]
Ventura Ruiz Aguilera [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo

 

¡Ay que la vi, que la vi
la niña en la balconada
con su risa primorosa
y su boca enamorada!.

Ella me miraba a mí
mientras que a ella yo miraba;
tan linda y tan pinturera
que el corazón me explotaba.

¡Madre, me quiero morir,
que yo preciso de escalas
para subirme a su vera
y arroparme con sus alas.

-Lo que te ha pasado a ti,
fue una visión, no hubo nada.
-Que no, madre, estoy seguro,
que encontré por fin mi amada.

Madre, no me haga sufrir,
no fue una obsesión velada,
que lo que yo percibí
en el balcón era un hada

y no un simple frenesí,
ni una ilusión deseada,
¡mi vida es una condena,
sin ella no vale nada!.

Hijo, vete ya a dormir,
comprobarás que esa bala
penetra haciendo gangrena
cuando el amor te apuñala.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO: Ventura Ruiz Aguilera

Roncesvalles

Cuéntame una historia, abuela.
– Siglos ha, que con gran saña,
por esa negra montaña
asomó un Emperador.
Era francés, su vestido
formaba un hermoso juego;
capa de color de fuego
y plumas de azul color.
– ¿Y qué pedía?
– La corona de León.
Bernardo, el del Carpio, un día
con la gente que traía:
«¡Ven por ella!», le gritó…
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
– ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!

– ¿Se acabó la historia, abuela?
– Allí, con fiel arrogancia,
los Doce Pares de Francia,
también estaban, también.
Eran altos como cedros,
valientes como leones;
cabalgaban en bridones,
sin igual en el correr.
– Sigue contando.
– Salió el mozo leonés,
Bernardo salió, y luchando
uno a uno fue matando,
y hubiera matado a cien.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
– ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!

– Me place la historia, abuela
– ¡Con qué ejército, Dios mío,
de tan grande poderío
llegó Carlo-Magno acá!
¡Qué de soldados! No tiene
más gotas un arroyuelo,
ni más estrellas el cielo,
ni más arenas la mar.
– ¿Y qué, triunfaron?
– Dios no los quiso ayudar
El alma les arrancaron
a sus pies los derribaron
como al roble el huracán.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
– ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!

– Prosigue la historia, abuela.
– Diz que dice un viejo archivo
que no quedó francés vivo
después de la horrenda liz.
Y así debió ser, pues vieron
al sol de estos horizontes
muchos huesos en los montes
y muchos buitres venir.
-¡Qué gran batalla!
-No fue menor el botín:
banderas, cotas de malla
y riquezas, y vitualla
se recogieron sin fin.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
– ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles!.

– ¿Y el Emperador, abuela?
– Huyó sin un hombre luego,
la capa color de fuego
rota, y sin plumaje azul.
Bernardo, el del Carpio, torna
a Castilla, tras la guerra,
y al poner el pie en su tierra
lo aclama la multitud.
-¡Qué de alegrías!
– En verlas gozaras tú.
Hubo fiesta muchos días,
tamboriles, chirimías,
y canciones a Jesús.
De entonces suena en los valles
y dicen los montañeses:
– ¡Mala la hubisteis, franceses,
en esa de Roncesvalles.

La Patria

Queriendo yo un dia
Saber qué es la Pátria,
Me dijo un anciano
Que mucho la amaba:

«La Patria se siente;
No tienen palabras
Que claro la expliquen
Las lenguas humanas.

»Allí, donde todas
Las cosas nos hablan
Con voz que hasta el fondo
Penetra del alma;

»Allí, donde empieza
La breve jornada
Que al hombre en el mundo
Los cielos señalan;

»Allí, donde el canto
Materno arrullaba
La cuna que el Ángel
Veló de la guarda;

LA GAITA GALLEGA.

ECO NACIONAL

A mi querido amigo D. Manuel Murguia.

I.
Cuando la gaita gallega
el pobre gaitero toca,
no sé lo que me sucede
que el llanto á mis ojos brota.
Ver me figuro á Galicia
bella, pensativa y sola,
como amada sin su amado,
como reina sin corona.
Y aunque alegre danza entone
y dance la turba loca,
la voz del grave instrumento
suéname tan melancólica,
á mi alma revela tantas
desdichas, penas tan hondas,
que no sé deciros
si canta ó si llora.

II.
Recuérdame aquellos cielos,
y aquellas dulces auroras,
y aquellas verdes campiñas,
y el arrullo de sus tórtolas;
y aquellos lagos, y aquellas
montañas que al cielo tocan,
todas llenas de perfumes,
vestidas de flores todas,
donde Dios abre su mano
y sus tesoros agota:
mas ¡ay! como me recuerda
tambien que hay allí quien dobla,
en medio de la abundancia,
al hambre la frente torva,
no acierto á deciros
si canta ó si llora.

III.
Suena, y cruzan por mi espíritu
puras, risueñas y hermosas,
las sombras de los cien puertos
de que Galicia es señora.
Y lentamente pasando,
como ciudades que flotan,
van sus cien naves soberbias
al ronco son de las olas:
mas ¡ay! como en ellas veo,
con el oro de sus costas,
sus tiernos hijos desnudos
que miran tristes á Europa,
pidiendo su pan amargo
á la América remota,
no acierto á deciros
si canta ó si llora.

IV.
¡Pobre Galicia!… Tus hijos
huyen de ti, ó te los roban,
llenando de íntima pena
tus entrañas amorosas.
Y como á párias malditos,
y como á tribus de ilotas
que llevasen en el rostro
sello de infamia ó deshonra,
¡ay! la pátria los olvida,
la pátria los abandona,
y la miseria y la muerte
en su hogar desierto moran.
Por eso, aunque en son de fiesta
la gaita gallega se oiga,
no acierto á deciros
si canta ó si llora.

V.
¡Espera, Galicia, espera!
lleva la cruz que te agovia,
regando con sangre y lágrimas
esa via dolorosa.
¡Tendrás sed…! Hiel y vinagre
te darán con mano pródiga,
y, con corona de espinas,
cetro de caña por mofa;
pero los tiempos se acercan
y cuando suene tu hora
feliz subirás y grande
á la cumbre de la gloria.
Hoy si la gaita gallega
el pobre gaitero toca,
no acierto á decíros
si canta ó si llora.
1860.

Epístola (Poema)

O arrojará cobarde el limpio acero
Mientras oiga el clarín de la pelea.
Soldado que su honor conserve entero;
Ni del piloto el ánimo flaquea
Porque rayos alumbren su camino
Y el golfo inmenso alborotarse vea.

¡Siempre luchar!… Del hombre es el destino;
Y al que impávido lucha, con fe ardiente.
Le da la gloria su laurel divino.
Por sosiego suspira eternamente;
Pero ¿dónde se oculta, dónde mana
De esta sed inmortal la ansiada fuente? …

En el profundo valle, que se afana
Cuando del año la estación florida
Lo viste de verdura y luz temprana;
En las cumbres salvajes, donde anida
El águila, que pone junto al cielo
Su mansión de huracanes combatida.

El límite no encuentra de su anhelo;
Ni porque esclava suya haga la suerte.
Tras íntima inquietud y estéril duelo.
Aquél sólo el varón dichoso y fuerte
Será, que viva en paz con su conciencia
Hasta el sueño apacible de la muerte.

¿Qué sirve el esplendor, qué la opulencia.
La oscuridad, ni holgada medianía.
Si a sufrir el delito nos sentencia?
Choza del campesino, humilde y fría.
Alcázar de los reyes, corpulento.
Cuya altitud al monte desafía.

Bien sé yo que, invisible como el viento.
Huésped que el alma hiela, se ha sentado
De vuestro hogar al pie el remordimiento.
¿Qué fué del corso altivo, no domado
Hasta asomar de España en las fronteras
Cual cometa del cielo desgajado?

El poder que le dieron sus banderas
Con asombro y terror de las naciones
¿Colmó sus esperanzas lisonjeras?…
Cayó; y entre los bárbaros peñones
De su destierro, en las nocturnas horas
Le acosaron fatídicas visiones;

Y diéronle tristeza las auroras,
Y en el manso murmullo de la brisa
Voces oyó gemir acusadoras.

Más conforme recibe y más sumisa
La voluntad de Dios, el alma bella
Que abrojos siempre lacerada pisa.
…..
Huya de las ciudades el que intente
Esquivar la batalla de la vida
Y en el ocio perderla muellemente;
Que a la virtud el riesgo no intimida;
Cuando náufragos hay, los ojos cierra
Y se lanza a la mar embravecida.

Avaro miserable es el que encierra
La fecunda semilla en el granero.
Cuando larga escasez llora la tierra.
Compadecer la desventura quiero
Del que, por no mirar la abierta llaga.
De su limosna priva al porDiosero.

Ebrio, y alegre, y victorioso vaga
El vicio por el mundo cortesano:
Su canto de sirena ¿a quién no embriaga?
Los que dones reciben de su mano
Himnos alzan de júbilo, y de flores
Rinden tributo en el altar profano.

En tanto, de la fiesta a los rumores,
Criaturas sin fin, herido el seno,
Responden con el ¡ay! de sus dolores.
Mas el hombre de espíritu sereno
Y de conciencia inquebrantable (roca
Donde se estrella, sin mancharla, el cieno

La horrible sien del ídolo destoca,
Y con acento de anatema inflama
Tal vez en noble ardor la turba loca.
Jinete de experiencia y limpia fama.
Annado va de freno y dura espuela
Donde una voz en abandono clama;

De heroica pasión en alas vuela,
Y en ella clava el acicate agudo
Por acudir al mal que le desvela.
Si un instante el error cegarle pudo,
Los engañosos ímpetus reprime,
Y es su propia razón freno y escudo.

Sin tregua combatir por el que gime;
Defender la justicia y verdad santa.
Llena la mente de ideal sublime;
Caminar hacia el bien con firme planta,
A la edad consolando que agoniza,
Apóstol de otra edad que se adelanta,

Es empresa que al vulgo escandaliza;
Por loco siempre o necio fué tenido
Quien lanzas en su pro rompe en la liza.
Si a tierna compasión alguien movido
Vió al generoso hidalgo de Cervantes,
¡Cuántos con risa, viéronle caído!

Acomete a quiméricos gigantes,
De sus delirios prodigiosa hechura,
Y es de niños escarnio y de ignorantes.
Mas él, dándoles cuerpo, se figura
Limpiar de monstruos la afligida tierra,
Y llanto arranca al bueno su locura.

Así debe sufrir, en cruda guerra,
(Sin vergonzoso pacto ni sosiego)
Contra el mal, que a los débiles aterra,
El que abrasado en el celeste fuego
De inagotable caridad, no atiende
Sólo de su interés el torpe ruego.

Árbol de seco erial, las ramas tiende
Al que rendido liega de fatiga,
Y del sol, cariñoso, le defiende.
Él sabe que sus frutos no- prodiga
Heredad que se deja sin cultivo;
Sabe que del sudor brota la espiga,

Como de agua sonoro raudal vivo,
Si del trabajo el útil instrumento
Hiende la roca en que durmió cautivo.
¡Oh del bosque anhelado apartamiento,
Cuyos olmos son arpas meloDiosas
Cuando sacude su follaje el viento!

¡Oh fresco valle, donde crecen rosas
De perfumado cáliz, y azucenas.
Que liban las abejas codiciosas!
¡Oh soledades de armonías llenas!
En vano me brindáis ocio y amores,
Mientras haya un esclavo entre cadenas.

Que aun pide con sacrilegos rumores
Ver libre a Barrabás la muchedumbre
Y alzados en la Cruz los redentores.
Que del sombrío Gólgota en la cumbre.
Regada con la sangre del Cordero
Sublime en humildad y mansedumbre,

Mártires ¡ay! aun suben al madero
Que ha de ser, convertido en árbol santo,
Patria y hogar del universo entero.
Padecer es vivir; riego es el llanto
A quien la flor del alma, con su esencia
Debe perpetuo y virginal encanto.

Amigos, bendecid la Providencia
Si mandare a la vuestra ese rocío,
Y nieguen los malvados su clemencia.
¡Qué alegre y qué gentil llega el navio
Al puerto salvador, cuando aun le azota
Con fiera saña el huracán bravio!

Así el justo halla al fin de su derrota
Por el mar de la vida proceloso,
Del claro cielo en la extensión remota
Puerto seguro y etemal reposo.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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