JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Lee y disfruta de sus poemas...

RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

Lee y disfruta de sus poemas...

ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

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GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

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MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;

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MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

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LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

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ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

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JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

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JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

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MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,

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MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

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MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

Lee y disfruta de sus poemas...

LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

Lee y disfruta de sus poemas...

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

GARCILASO DE LA VEGA

Cuando me paro a contemplar mi estado

y a ver los pasos por do m’han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

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MADRID ERA MUY GRANDE [Mi poema]
Coriolano González Montañez [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA…de medio pelo

 

Pues él llegó a Madrid siendo un mocete
mas bien desaliñado o descuidado,
un joven e inocente mozalbete
que tuvo que aprender siendo un zoquete
a ser más pillo y listo que el de al lado.

Que entonces ya Madrid era muy grande
mas él, recién llegado, era un pardillo,
dispuesto a obedecer mande quien mande,
con riesgo a que el cateto se desmande
haciendo oposiciones para pillo.

Que ¡guapa más que guapa, chulapona!*,
aquel era un piropo muy castizo,
lo mismo que decir dormir la mona*,
cantar como el Esteso La Ramona*,
oír algún serial de Juana Ginzo*.

Que allí solo mandaba el General
nosotros sin saberlo y a lo nuestro,
haciendo la contraria a aquel maestro
que quiso allí inculcarnos la moral,
del cura perdonar y un padrenuestro.
©donaciano bueno

*Chulapa: propio de personas de las clases populares de algunos barrios de Madrid, con ciertas maneras de vestir, hablar y de ciertos modales desenfadados. *Dormir la mona: después de haberse emborrachado. *La Ramona: una canción popular de Fernando Esteso. *Juana Ginzo, famosa por sus seriales en la radio. *«¡Adiós, Madrid, que te quedas sin gente!». Inicialmente la frase es atribuida a un zapatero remendón, que al abandonar Madrid porque su negocio no prosperó, al salir de la ciudad, mirando a su espalda, mencionó la frase ya famosa desde primeros del siglo pasado. 

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MI POETA SUGERIDO: Coriolano González Montañez

SIETE CITAS Y UN EPÍLOGO PARA UN INSOMNIO

One of these days (versión en Pompeya). Pink Floyd

1
La imagen de la mujer que se abrasa
con aceite hirviendo la mano
y del hombre que se quema los labios
mientras le besa la piel para aliviarle el dolor.
La boca en carne viva que busca en otra boca
el aliento que adormece el grito,
la saliva apasionada que sana a su vez.
Miguel Torga escribió: “Hace mucho tiempo
que no escribo un poema de amor”.

2
Fotografías amarillentas.
Los rostros ajados que ya nadie reconoce.
Versos atiborrados de desgarro,
de pérdidas, de nostalgia.
La pasión me había sido ajena
y de pronto el desbordamiento.
El acto de la escritura sólo acrecienta
la necesidad de insistir,
de creer que el poema es imprescindible.
Borges escribió: “Estar contigo o no estar contigo
es la medida de mi tiempo”.

3
La mirada que guarece mis sueños esta noche;
la certidumbre de que aún en la oscuridad
sería capaz de encontrarte;
el paso incierto por callejuelas de penumbra
en ciudades imaginadas: la derrota.
Rafael Cadenas escribió: “Los lectores de poesía
buscan, en el fondo, revelaciones”.

4
Una palabra que atravesara las distancias, el tiempo,
que recogiera y se clavara en lo más íntimo de mí
para anclarme en un refugio
y esperar la llegada del invierno.
Octavio Paz escribió: “todo poema es tiempo y arde”.

5
La piel, el aroma.
No hay arena en las playas del exilio.
A un lado del cristal el frío;
al otro, el ardor.
Si nuestras manos se encontraran.
Mario Luzi escribió: “Qué noche desde lejos
se prepara en la niebla”.

6
Un aire añejo de un tiempo
que quedó arrinconado en las telarañas
de aquella vieja casa,
me lleva hipnóticamente hacia ti:
respirarte, beberte, vivirte.
Ser uno y no despertar.
Súbitamente, la lluvia ha regresado
moribunda y ciega.
Tu voz me sabe, me huele,
la siento lluvia.
Tu voz es lluvia.
Yves Bonnefoy escribió: “ya que sólo
hay mirada en lo que muere”.

7
Nick Mason golpea con insistencia la batería
en la noche de Pompeya.
Las caras de los muros en ruinas
parecen acompañar con gritos y lamentos.
En el instante de mayor intensidad
una baqueta se le escapa
y el batería, ágil, agarra otra.
Espontaneidad y apasionamiento,
hermanados con el fuego
y las coladas del volcán.
Nacimiento, muerte, resurrección.
En las cenizas sólo hay
ignominia y olvido.
Roger Waters aúlla: “Uno de estos días
te voy a cortar en trocitos”.

8
Aún no he aprendido a pronunciar tu nombre.

(De Retorno. The dream is over, 2009)

DÉJÀ VU

Camino despacio por la orilla.
Dejo que mis pies se hundan en la arena
y que las olas los traigan de nuevo a la luz.
Camino entre los charcos
antes del cambio de luna.
Están calientes, como un caldo,
y esperan el agua fría.
Pronto se inundarán de peces.
Todos los años, todos los días
de todos los veranos, el mismo ritual.
En silencio. La playa ya se ha vaciado.
Queda poco para la puesta
y algunos esperan el estertor del día en los bancos,
más allá de la arena.
Solo unos pocos permanecemos en el agua.
Son casi las nueve de la noche.
De niño creía que la marea alta
siempre correspondía a las mañanas
y que el atardecer traía la marea baja.
La infancia debió moverse a ese ritmo de olas.
La brusquedad del día,
la playa llena de gente, de sombrillas,
la arena sin resquicio;
el apaciguamiento de las noches, la intimidad,
los juegos en las sombras.
Como la existencia, quizás,
que se calma a medida
que los acontecimientos se tornan inevitables.
Ahora camino por el muelle.
Repito una vez más el mismo recorrido.
La rutina permite que el tiempo se detenga,
que siempre se retome
el mismo punto de partida.
Han pasado quince años y, sin embargo,
no llevo ni uno
en este paisaje cambiante de malecones,
de calles, de plataneras, de arenas, de mareas.
Quizás este atardecer debiera ser otro.
Sería necesario pararse a contemplarlo.
(inédito)

Haikús

sobre la arena
cuatro huellas de pies:
dos son de niño

el perenquén
y el olor de los plátanos
tras el crepúsculo

sólo la noche
y aquel aroma a guano:
risa de niños

el viento en sombra
entre cañaverales
¿quién me despierta?

lluvia de otoño
lluvia roja de otoño
¡oh, sobre mí!
(De la luz, 2010)

PADRE

Padre, vengo a matarte.
El recuerdo no puede seguir sosteniéndose
sobre una vela que cada noche se enciende
solo para iluminar tu fotografía.
Ayer, mientras rebuscaba en la herramienta,
me encontré con tu destornillador.
Y, no sé muy bien por qué, me llevó a otro recuerdo.
Te contemplé -y también te olí-
pocos instantes después de tu muerte.
Te besé en la frente en aquel cuarto mortuorio
y aún en ti había tibieza.
Les dije a los empleados de la funeraria:
“Mi madre no puede verlo así”.
La boca abierta, rendida la cabeza,
los ojos aún vigilantes, entrecerrados,
el pelo sin orden.
Ya no eras tú
y pensé que te hubieras avergonzado
de que cualquiera pudiera mirarte
en ese momento.
Con la profesionalidad
de quien se maneja hábilmente
en la muerte cotidiana,
me aseguraron:
“No se preocupe. Lo arreglaremos”.

Luego, en el tanatorio, ya sonreías
y el pelo había vuelto a cobrar forma.
Te habían rellenado la boca
y forzado una mueca para que sentenciasen:
“Pobre, murió en paz”.
Y me tendría que callar
y llenarme de rabia cada vez que alguien
te destapara el rostro para despedirse.
¿De qué? ¿De quién?

Mientras, el calor de aquellos días de agosto
te amarilleaba la piel y aceleraba
la descomposición de tu cuerpo.
Te salía la barba, pero yo solo quería
que acabara todo y regresar a mi soledad.

Ahora, padre, sigo encendiéndote una vela
todas las noches. Y, cuando viajo, busco
lugares donde hacerlo.

Hoy, luna nueva, hace ya siete años.
Acabo de cambiar aquella cerradura
que quedó pendiente,
sin embargo, llevo dos años escribiendo
este poema, temiendo siempre llegar al final.

Pero tú ya no existes. Ni tu cuerpo.
¿Debería mantener tu imagen detenida
en tus sesenta y cuatro años
y aguardar a llegar a tu edad
y mirarme al espejo para saber
si me reconozco o te reencuentro?

Por eso, padre, vengo a matarte.
De Mapa del exilio

LA PIEDRA DEL VALLE

Padre, he vuelto al valle donde te esparcimos
hace ya una semana.
He vuelto solo
y allí estaban, esperándome, inmóviles,
los trazos de tus cenizas blancas.
No las grises que dibujaron
tirabuzones en la tarde,
sino las blancas,
aquellas que no eran cenizas
sino restos triturados de tus huesos,
aquellas que caían
y no se fundían con el viento.
Pasé mi mano por las diminutas esquirlas
de tu cráneo o de tu fémur
o del tórax que albergara tu corazón.
Cogí los pequeños restos de ti
y traté de desmenuzarlos
con mis dedos,
de retornarlos a la tierra.
Pero abandoné la tarea
por inútil y carente de sentido.
Con las manos y los pies
traté de confundirlos con el polvo,
pero siempre emergía el tono marfil
que se extendía hasta las retamas.

Entonces me senté en la piedra, padre.
Y contemplé el volcán mientras miraba
el lugar de las cenizas.
Recordé cómo mamá cogió tu urna
y quiso esparcirte de una sola vez al viento,
cómo el recipiente se le escapó de las manos
y casi le golpeó la cabeza,
cómo lo cogí al vuelo
mientras mucho de ti se depositó
ahí donde ahora miraba.
Luego continué arrojándote
con rabia y desespero.

Pero todo es inútil, padre.
Sigues aquí y ni siquiera el viento
que ahora sopla en el valle
logra dispersarte.
Te quedarás para siempre,
tiñendo el tono de la tierra de los ancestros.
Bastará con remover la superficie
y aparecerás.

O quizá te lleven
o te confundas o te pierdas
cuando lleguen las lluvias y las nieves.
O quizá no.

Pero yo volveré y me sentaré
otra vez en la piedra
para hablarme o hablarte.
Que es lo mismo.
Para buscar restos de tus huesos
y deshacerlos en mis dedos
y darme cuenta
de que jamás te irás.
De Mapa de la nieve

TINA CONTEMPLA LA NIEVE

I
Tina nació a finales del siglo XIX.
Era analfabeta. No reconocía ni letras ni números.
En un tiempo de pesetas y céntimos
solo sabía contar en duros.

A finales de la década de los setenta,
Tina llegaba casi a los noventa años.
Se quedaba sola en la casa
y nos preocupaba que pudiera tener un accidente,
que se sintiera enferma
y que no pudiera avisar a nadie.
Visitarla cada día era una prueba de vida.
(Sentir el paso entrecortado
que se acercaba a la puerta).

Un día intenté enseñarla a marcar
nuestro número de teléfono.
Pensé en rotular los dígitos
con marcas lógicas,
pintar una secuencia de colores.
Ella me miraba con paciencia
e intentaba hacerme caso.
Hoy me doy cuenta de que participaba de mi juego,
pero que se daba por derrotada,
incluso antes de repartir la primera mano.
Yo tenía diez años y ella sonreía.
A veces me pregunto
cuánto de esos momentos me condujeron,
mucho después,
al camino de la docencia,
en qué parte de mi inconsciente
quedaron aquellos instantes.

Un día sonó el teléfono.
Francisco la había encontrado
tirada en el suelo del corredor.

Mamá Tina está muerta, dijo.

Cuando no logro que un alumno
entienda una explicación,
siento que alguien me llama
y veo a Tina yaciente.

II
No es cierto que haya cincuenta o más palabras
para designar “nieve” en esquimal.
Es – diríamos – una leyenda urbana.

El esquimal ni siquiera es una lengua.
Los inuit tienen ocho familias
y suman un total de veintidós idiomas distintos.
Cuatro de sus lexemas me sorprenden:
“aput”, nieve en el suelo,
“qana”, nieve que cae,
“piqsirpoq”, nieve a la deriva,
“qimuqsuq”, tormenta de nieve.

Agua en el suelo.
Agua que cae.
Agua a la deriva.
Tormenta de agua.

Silencio en el suelo.
Silencio que cae.
Silencio a la deriva.
Tormenta de silencio.

En el suelo; que cae; a la deriva; tormenta.

Tina nunca supo marcar un número de teléfono.
De Topografía de los faros (inédito)

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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