JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Lee y disfruta de sus poemas...

RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

Lee y disfruta de sus poemas...

ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

ELIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

Lee y disfruta de sus poemas...

GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

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ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

Lee y disfruta de sus poemas...

JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,
para levantar tu resurrección. Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

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MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

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LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

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AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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MIS MAESTROS-POETAS

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

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PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

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SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

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LA PLUMA ESTILOGRÁFICA [Mi poema]
José Antonio Santano Serrano [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA… de medio pelo
 

(palabras moribundas)

Era de septiembre un caluroso día
La flora tardía de olor perfumaba
la estancia vacía que a solas penaba.
La luna asomaba, el sol se dormía,
la lluvia caía, casi bostezaba.

Del extremo oscuro sentada una silla
dormitando triste en silencio esperaba
de unas posaderas que en ella posara.
Levitando absorta dormía la bombilla
susurrando un grillo un adiós recitaba .

Preside la mesa, al centro un tintero
esperando ansioso que se alce la pluma
mas ¡ay! traicionero ¡maldito reuma!
-atento escondido va el sepulturero-.
se eleva y recae y extinta rezuma.

Por una ventana se asoma la bruma
y allí en el mismo acto se prepara el duelo,
desde las paredes gimen sin consuelo
lágrimas resbalan que llegan al suelo
y por las baldosas derraman su espuma.

Los sacros silencios de un avemaría,
perdido entre rezos que un réquiem cantaba,
alguna plegaria a lo lejos se oía.
La luz se apagaba, la melancolía,
era atardecer en Castilla y soñaba
©donaciano bueno.

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Palabras moribundas III, La pluma estilográfica, ese objeto de escritura habitual durante un tiempo, posteriormente, objeto de distinción, aquí los escritores desde sus cuadros en la pared asisten perplejos a su defunción y derraman sus lágrimas.

MI POETA SUGERIDO: José Antonio Santano Serrano

José Antonio Santano Serrano

V

En qué estás pensando, me preguntas
y el crujido del viento se clava en las paredes
de la casa, justo allí donde el reloj
pronuncia su última arenga de silencios
y la alacena esconde los secretos de la infancia
o el hule de la mesa muestra sus colores
de siempre, y sus arrugas de cráter;
cuando crece la tarde entre las manos
de una niña pecosa y pelirroja,
princesa de otro tiempo que se aleja
mientras la lluvia humedece los geranios
con un hilo de agua cristalina. Pero ahora
la vista alcanza en lontananza
un mar de plástico y de espejos
sobre esta tierra de poniente
donde viven y resisten, heroicos,
los apátridas del mundo y sus confines
a la espera de un verbo o una sílaba
que los haga más hombres y más libres.
Y para qué quieres que te diga
en lo que pienso, si vuelas por las nubes
buscando otros mundos, otro cielo distinto
de áureos y magnánimos destellos
donde no quepa el aire de los besos
ni la voz afable de los ríos y las acequias
o el tacto ardiente de la llama en el pecho;
quizá la luz de los ojos y la luna
en los altares de la noche y los desiertos
que el tiempo quiso para consigo
después de haber peregrinado
hasta la cúspide infinita del silencio.
Para qué me preguntas qué pienso
como si no fuese contigo esta historia
que ocultas y niegas cada día
ante los cientos y miles de vencidos
que obedecen las órdenes precisas
de los amos del mundo en esta hora;
pienso –digo- en la fuerza del aire,
en su semilla que crece lentamente
bajo el blanco de los plásticos
que dibujan sobre el valle otro mar
de intensa mudez y de azabaches.
Pienso en la abrupta soledad
que los conmina a ser nada
en la inmensa geografía del plástico,
en los colores de la tarde
sobre viejas bicicletas, en las casas
que lucen cicatrices de espanto en sus fachadas,
en los caminos abiertos por la herida
xenófoba, por la vil calumnia que cercena
los sueños y la vida.
En qué piensas, me pregunta
facebook, y yo, sin más, contesto
reafirmándome en lo dicho, en la tristeza
de ver en la mirada el desencanto
de estos seres que callados sobreviven
en la frontera del miedo, al límite
siempre del abismo y la derrota.
Y yo, aferrándome a los colores del día
proclamo en sus colores la vida,
y oigo los rumores del beso en la brisa
que se clava hasta sus huesos,
pues ya solo me importan sus pesares
y en ellos reconozco la dignidad
de ser hombres cabales aun siendo
la piel de mil colores o el habla
tan compleja y tan distinta,
que a su lado la huella de la vida
se asemeja a una luz intensa y única
que alumbra los caminos de poniente
entre mares de plástico y de soledades.
(de Tiempo gris de cosmos)

III

Recuerdo que al principio te veía
con asombro de niño en los espejos
del agua de los ríos y la luz
vertical de frondosas alamedas,
juguete entre mis manos diminutas,
llamarada de soles en estambres
de cobre y de arcoíris prolongados;
era inagotable, siempre atento
al brillo de mis ojos esperaba
que el tiempo detuviese su aventura
en aquel blanco vértice de ensueño
que la vida trazaba sobre el aire
y los tejados grises de las casas.
Recuerdo, muy al principio, que tus dedos
se enredaban alegres al espacio
azul de las sonrisas y eras todo
tú, mariposa en vuelo hacia los mares,
deslumbrante luciérnaga, fanal
del tiempo, voz de ecos repetidos.
Recuerdo, muy al principio, te recuerdo…
La tarde iba cayendo en las cortinas
de blanco encaje –lúcidas formas
tras la pared de alcobas y desvanes-,
de huellas y aromática alhucema
en los atardeceres del invierno,
también de sus silencios estridentes
sobre la piel enferma del abismo
cada vez que tus manos me apresaban
a la luz de la luna y en tus sueños
existía gozoso en las estrellas,
libre en mi fugaz vuelo hacia los astros.
Recuerdo, muy al principio, te recuerdo…
En el blanco silencio de la casa,
cuando nada era todo, vida toda,
luz primigenia, solo luz del alba
que derrama sus ojos sobre el patio
colmado de crecidas aspidistras
y aromas de jazmín y madreselvas.
Recuerdo el pavoneo de tu cuerpo
vestido de domingo entre las nubes,
el tañer de campanas misteriosas
que hablaban de mareas y glaciares,
las ollas de agua hirviendo y el vapor
que aniebla las paredes del aseo
teñido de pobreza y soledades.
Recuerdo, te recuerdo en la distancia,
abriéndote caminos de cristal
y de cuchillos, ebrio de placeres
en la encendida noche del solsticio
de invierno, ya cumplida la condena
que te apresó al abismo del vacío.
Pasado el tiempo vino la luz calma
del silencio, los sones de la lluvia
y todo fue latido y pulso ciego
en las blancas mañanas de domingo.
(de La voz ausente)

VI

MADRE LLUVIA EN LOS DÍAS

que avientan la memoria
de la casa perdida
en un tiempo de guerras
y encendidos silencios
en aquella alta calle
de campanas al vuelo
por el cielo azulado
sin estrellas ni luna
que iluminen las noches
y la piel de caricias
como lluvia de besos
y sonrisa inocente
por los campos de olivos
y amapolas silvestres
en las nubes espejo
de esta lluvia perpetua
invitada de piedra
en la sala de siempre
y el sillón de orejeras
cuando el sueño descansa
en la mesa camilla
al calor de otro fuego
de espantoso suplicio
en la carne madura
mestizaje de alcoholes
aromando la alcoba
cada noche de cientos
que duró ese calvario
de obligada presencia
en la piel terciopelo
de una lluvia continua
madre lluvia dolida
de los años derrota
en la arista del silbo
que la sombra creciente
alza luz en el patio
de aspidistras y rosas
en un baile infinito
de sentidas canciones
alegría de la calle
en mañanas de invierno
y en el corro las niñas
y en el trompo los niños
en meriendas de aceite
las tardes perduran
en la sala de ahora
sin visión de futuro
mano a mano la lluvia
cae y cae en los ojos
del sillón de orejeras
que en silencio dormita
y regresa a otro tiempo
de sedosos abrazos
en los días primavera
de una vida tras otra
de la infancia vencida
en la voz de las ánimas
que en su lengua son grito
resurrección acaso
como oídas las coplas
en sus labios de sílfide
sin tristezas ninguna
de los hijos en casa
abrazados en llamas
del amor en su nombre
madre lluvia gozosa
en la estancia y los hijos
que el invierno reúne
al calor de los besos
en brasas de picón
y a la mesa leyendas
una taza de leche
y en los ojos brillantes
fantasías galopando
en las noches de insomnio
que el vacío de la ausencia
orfandad viva siempre
enclavó el cuchillo
en la espalda del tiempo
para nunca jamás
regresar a la luz
de los días de arcoíris
y canciones de cuna
que en los años primeros
como gotas de lluvia
de la fuente rezuma
y corre por acequias
en estanques se agolpa
y humedece de vida
la pobreza de años
y la cárcel aquella
de tristeza en la casa
y en el aire la espera
de otro día de silencios
las ventanas abiertas
y a la escuela los hijos
golondrinas al nido
en danza de soles
por el cielo azulado
de alamedas y bosques
y los ecos tempranos
de la lluvia en los campos
y la estancia vacía
sin sillón de orejeras.
(del inédito Madre lluvia)

LA MÚSICA CALLADA

la soledad sonora…
cárcel del alma toda
paciente luz oscura
regreso a Fontiveros
donde el aire pregunta
¿qué callan los caminos
a qué abismo asciendes
que el rostro se ilumina
y un mar de rosas vive
en espiral de espejos
por donde el sol se pone
y solo habita el don
silente y absoluto
que al hombre reaviva
al descubrir el fuego
y concebir la nada
eterna flor de sangre
trasnochada melodía
que al alba te despierta
y en ella hasta la altura
del cielo en el espanto
la lluvia es su plegaria
por única razón
temblor del agua clara
en los dichosos ojos
las manos oferentes
que acarician la piedra
su piel de soledades
que crece y crece toda
en la hondura del tiempo
que nunca cicatriza
la herida del deleite
en alma pura siempre
fulgor del fiero sino
que alcanza la palabra
su voz abrasadora
de nombres y de verbos
al son del agua nieve
que busca entre las nubes
la azul quietud del aire
el doloroso grito
la ungida oscuridad
testigo de la luz
que alumbra las esquinas
el silencio intramuros
el pozo de la edad
abriéndose en la noche
a un paso del talud
o el caos dominador
eterna y honda ausencia
de luz que resplandece
en cantos y en espíritu
en viva Noche y Llama
de amor en soledad
o infortunada muerte?
¿Por qué no hablas dime
acaso no es de urgencia
reclamar la esperanza
de lo armónico humano
de regreso al origen
de los signos y el agua
de adentrarse en la herida
y beber toda sangre
y abrasarse en los huesos
para luego en la tierra
contar tumba a tumba
muerto a muerto sepulto
y arrancar con los dientes
los delirios del alma?
¿Para qué este silencio
después de tantos siglos
por qué el desamparo
del hombre en su silencio
en su pobre morada?
Subamos a ese Monte
al canto que lo hizo
sagrado espacio todo
desposado fulgor
amado carmelita
dime adónde mirar
que no exista tiniebla
usura y sordidez
odiosa inquisición
dime tú Juan de Yepes
qué camino seguir
peregrino en soledad
adentro de lo oscuro
por llegar a la luz
que incendia el corazón
abrasa el cuerpo entero
y ya sin voz ni lengua
turbada la razón
penetra en las entrañas
y en ellas toma abrigo
y crece en profecía
de vida misteriosa
caudal de amor eterno
en soledad sonora.
Alcánzame esta noche
subamos al Carmelo
que sea la nada toda
en tu pecho y el mío
el fuego de la dicha
manantial de palabras
que crecen en el huerto
de aquel convento humilde
tan pequeño y austero
cárcel de soledad
morador en los trinos
de pájaros celestes
crecida voz del aire
que arrecia en el granito
envuelto por la nieve
que luce como estrellas
y al son de las campanas
la oscura luz misterio
y negación se vuelve
en las aguas del río
o en el sol de la tarde
que triste va cayendo
en el convento solo
después de haber gozado
aquel eterno instante
donde ya nada existe
sino la voz sin cuerpo
de lo indecible vivo
que vuela por el Monte
en canto de alma pura
y en la casa es silencio
que desciende a lo oscuro
de una muerte cualquiera
habitante en las sombras
de regreso a la vida
en la cal de las tumbas
o en los mármoles luz
que en las manos ardiendo
intensa voz proclama
y nombra en otros nombres
lo absoluto innombrable
este tiempo agostado
camino circular
de cegadora luz
en carne y alma fiero
allí donde el fuego hiela
y solo la palabra
en el silencio mora
en toda noche oscura
y en alma toda clama.
(del inédito La luz imaginada)

VI

EN EL JARDÍN de la casa
el esplendente cedro de Líbano
ese cedro intocable que plantaron sus albas manos
único en su soledad de árbol
vivo en densa y duradera madera
oriental aroma que embriaga las noches de estío
los templos de Salomón y Éfeso
alto como nube blanca
que flota imperecedera en el espacio sideral del verso
primigenio abarcador abierto al mundo
en los azules ojos marinos de Vicente
en el rotundo silencio de Marparaíso
de regreso al exilio de las ramas caídas
después del crepúsculo en el edén
que corona los días de ausencia y de olvido
en el verdor intenso de sus hojas
que miran a la copa y se abisman
en la eterna quietud de la muerte
que no muere
resurrección del verbo
florecimiento en primavera
de la luz en el cedro de Líbano
que espera todavía las albas manos
que acaricien su grueso tronco
y escriban en su pardo grisácea corteza
los nombres todos
que el amor derramara en la carne
en el alma toda de Vicente
por siempre
eternamente vivo.
del inédito Luces de Velintonia)

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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