Espinos, majoletos, chumberales,
unísona y acorde melodía,
pura, cálida flor, algarabía
de sencillos pastores y zagales.
Cantar. Quiero cantar. Cantar no puedo
mirando fijamente frente al mar,
consciente que me debo de olvidar,
que un día fui más fuerte que un hayedo
y hoy puede ya la brisa derribar.
Es una pena pero... Ayer, creo fue ayer
cuando en la aldea se alzaban las persianas,
al alba, resoplaban las campanas
sin que nadie las pudiera ya mover.
Yo soy igual que aquel ni más ni menos,
el chico que te cruzas por la calle,
a cuestas con sus trinos, con sus truenos.
La variedad se encuentra en el detalle,
el modo de labrar nuestros terrenos.
Pudiera ser verdad pero no es cierto,
aunque nadie lo crea, no le importa,
no puede soportar, que no soporta
al viento que no sopla, que es incierto.
Un inventor quisiera ser de sueños,
pasar la vida aquí siempre soñando,
andar sobre el asfalto levitando
creando cada vez nuevos diseños.
Soñar que tú has logrado ser querido,
pensar que eres un genio y no eres nada,
que tú no te mereces ese nido,
que sólo te has ganado una patada
por ser así de audaz y desmedido.
Que mañana, quizás, ya haya gobierno,
o habremos de esperar a primavera,
a que el brote de maíz se halle tierno,
lista esté para urdir la sementera.
Hoy bajo al bar. Hace calor. Pido un refresco.
Mientras lo tomo voy al público observando.
En una mesa veo a chicos conversando,
y a otro más que el periódico lee. Y un fresco
Hoy pretendo escribir en tres palabras
la historia que jamás tú habrás leído
de un hombre aquí llegó y que ha vivido
cual náufrago en un mar de olas macabras.
Agua turbia, encharcada, sin futuro,
de cuerpo simulando estar presente,
por mucho que lloréis dais contra un muro,
en cambio el agua fresca, transparente
que invita a uno a mirarse en el espejo
gozando del favor de aquel reflejo...
Yo, no quiero ser uno más, simple abeja en la colmena,
un ser con un alma buena que va caminando a ras
de este mundo en que quizás vivir no valga la pena
arrastrarse por la arena o avanzando para atrás.
Y tú quién eres, muñeco,
de peluche o de basalto,
presumiendo mear alto
y apenas eres un eco
Si tu cerebro está seco
sin ideas ni esperanza....
Ojos tristes de pupilas dolientes y de oscuros nubarrones
violentados por el capricho de bufones de mentes oxidadas
que atónitos miráis cómo vuestra sangre es derramada a borbotones,...
Mi alma tiene una pena que no se puede curar
que se infectó por azar y a punto está de gangrena,
y hoy me quiero liberar de esta tan cruel condena,
de sus cantos de sirena y la he tirado a la mar.
Otra mañana más y otra jornada,
y otro día vagando a la deriva,
la llama de vivir sin que esté viva
dejándole al esfuerzo en la estacada
pues nada le motiva.
A ese viejo tan reviejo
que un día fue calavera
que sentado está a su vera
y hoy no mira en el espejo.
Partamos de la base que soy rico,
ya sé que alguien dirá que eso es mentira,
y alguno de mi mente que delira,
que gusta de fardar, de darse el pico.
Amigo suena bien, suena bonito,
palabra tan afable y con solera,
que inunda en el ambiente y pega un grito.
Amigo, ese vocablo, requisito
a nexo ser de un diálogo cualquiera,
precede a ese llamado, yo te invito,
amiga es lo contrario a forastera.
Asisto anonadado a lo que pasa
en torno a mi existencia en este mundo,
tratando hacer del mismo tabla rasa,
y viendo como mueve su argamasa
en este mare magnum nauseabundo.
Cuando seamos viejos...
cual dos quinceañeros nos cogeremos de las manos,
iremos de paseo por los sitios más cercanos
para que el mundo contemple lo mucho que te quiero.
