ESPAÑA, TU ESPAÑA, NUESTRA ESPAÑA [Mi poema] Cristóbal Zapata [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA …de medio pelo
España, nuestra España, qué bonita,
tan única, distinta y tan dispar,
aquel que un día viene y te visita
no puedes ya evitar que lo repita,
e impida enamorarse del lugar.
Pues gozas del amor y del deseo
que, sabes, le subyuga a tanta gente
haciendo que germine la simiente
y luego se construya un camafeo
logrando que le bese la corriente.
Y todo eso a pesar que eres muy vieja,
cargando con los siglos de tu historia
cual fueran cangilones de una noria
que fueron deshaciendo en la madeja
de un hito con sus baches a la gloria.
España, tan diversa y tan distinta,
tal llena de diez mil contradicciones,
hoy vienen a mirarte otras regiones
por ser tan salerosa y variopinta
a hacerles despertar sus emociones.
No importa que haya algunos que te ofendan
e incluso de los que ahora son tus hijos,
los hechos son los hechos, entresijos
habrán de demostrar los que te vendan
haciendo de sus fobias sus cortijos.
©donaciano bueno
Me gusta saber que dejo una parte de mi mismo en cada campo de batalla, a cambio de un poco de gloria #Blas_de_Lezo Share on X
Una muestra de sus poemas
MI POETA SUGERIDO: Cristóbal Zapata
VENUS ANADIOMENA
Nada más hermoso que el nacimiento de Venus:
irrupción del cuerpo,
aparición de la belleza,
suceso oceánico.
Los griegos lo sabían bien:
la mujer es una creación marina,
un fruto de las olas
y la espuma.
PUERTO BOLÍVAR
El mar entra por todo el cuerpo
como una corriente de aire, como un rayo de sol.
Entre el discurrir marino de las mujeres en el muelle
comemos cachema con José Luis y Enrique
mientras nuestros miembros se llenan
de luz.
TOURIST HOTEL
Su hombro estuvo brillando en la noche
con un resplandor polar
como la punta de un iceberg
en la superficie marina:
faro, foco, fanal afilado
en el vértice de su cuerpo.
Lo miré deslumbrado y lo seguí,
como un barco ebrio
que se guía por la luz.
KARINA
Le decían Karina.
Se parecía a la cantante venezolana de moda (entonces).
Ella adoptó el apodo como su nombre de guerra.
Trabajaba en un prostíbulo de cuatro reales
en una calle oscura de Puerto Bolívar
donde siempre parecía de noche
(incluso al mediodía, como en un cuadro de Magritte).
Era pintora aficionada.
En sus ratos libres se sentaba en el balcón de su casa
y hacía bocetos del muelle, de la vereda de enfrente,
de sus pocos y apurados transeúntes.
Oí la historia y fui una tarde.
Tenía una dulzura contenida y ejercía sin esfuerzo
la distancia aprendida en el oficio.
Mientras yo procuraba
hacer algún amor sobre ella
(por el placer de tocar en el ocaso su cuerpo de pintora)
la descubrí mirando el paisaje portuario tras la ventana
con sus ojos puros de artista que busca la luz,
donde sea que se encuentre.
MUJERES PEINADAS POR LA LUNA
Para asegurar el crecimiento
de sus cabellos,
las mujeres y las niñas
se lavaban el pelo con la primera lluvia
de mayo.
Entonces, un aura lunar
flotaba sobre sus cabezas.
Había niñas cuarto creciente
cuya luz iba aumentando con los días
bajo sus cerquillos taciturnos.
Un ejército de muchachas luna llena
con sus cabelleras curvas como el deseo.
Y una multitud de mujeres menguantes
con sus hermosas crines de yeguas profundas.
Durante algunas semanas
las mujeres brillaban
como hadas noctámbulas.
Y nosotros nos quedábamos de pie,
mirando hipnotizados
sus peinados llovidos,
sus metamorfosis secretas
a la luz de la luna.
LAS MUCHACHAS
Se llamaban Nube
Tránsito
Caridad
Esperanza
como un coro de sustantivos abstractos,
como la encarnación campesina de las virtudes
teologales/
Pero portaban lo concreto y lo profundo:
las trenzas tejidas como fustes barrocos,
las axilas húmedas de rocío,
las piernas crecidas como ríos,
los sexos-bisagras entre el pasto
y la noche.
BOCCACCIO
Todas las mujeres y los hombres por igual alabaron el novelar.
Decamerón, “Jornada primera”
Entonando canciones de amor,
con paso lento,
los jóvenes se internaron en el jardín.
En la hora nona de la ciudad apestada
comenzaba a nacer otro cuerpo,
extremadamente florentino.
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA
(Museo Thyssen-Bornemisza)
Con un hisopo delicado
el restaurador limpia el rostro de la Santa,
como si curara las heridas del tiempo.
Sobre el lienzo aún late el cuerpo de Fillide Melandroni,
la hermosa cortesana que amó y pintó Caravaggio
(muerta a los 37 años).
Debajo del aura
todo la delata:
la mano sobre la empuñadura de la espada,
su escote pronunciado,
la mirada desconfiada, de reojo (al espectador).
Debajo del aura
hay una mujer que sospecha.