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Cuando acabe la vida, el sol se apague,
las plantas y las flores languidezcan,
las nubes al clarear se desvanezcan
el agua que sustenta, el mar se trague.
El mundo en que yo vivo no me gusta
pues lleno está de sierpes y alimañas,
que tratan de joderte con sus mañas
escasos de piedad. Y a mi me asusta
A qué seguir sintiendo esta congoja
la misma que hace un nudo en la garganta,
que mira hacia adelante y se atraganta,
presenta a la alegría como coja,
o cierra hasta los ojos y se achanta.
¡Maldito bicho posado en mi mollera!
dime ¿quién te ha dado a ti consentimiento
para ensuciarle y oler mi cabellera
-mosca, molesta y malvada cojonera-
dibujando en trazo gris, un sedimento?
Mi pluma no responde ya. La tinta
se ha ajado poco a poco en el tintero
cual mustia flor se apaga en el florero
o lánguida se vuelve y se despinta.
Que vivir para mi hoy, ya es de propina,
agarrado a la pata voy de un banco,
sin lastres, pues ya nada contamina,
en riesgo, siempre al borde de un barranco.
Arrastro yo en mis venas la tristeza
del sauce que perdiendo va sus hojas,
el sueño que, imposible, te despojas,
de otoño en una tarde que bosteza;
A qué llorar, si no sirve de nada,
a qué sufrir, si todo ya está escrito,
si uno a penar, se encuentra ya subscrito
al iniciar su estancia en la manada.
Pobrecito vagabundo
pues que lo quiso el azar,
caminante;
en el mundo nauseabundo
donde tan duro es soñar
discrepante.
La soledad me come, ronronea
un halo de silencio incandescente,
la bruma en mi lugar se hizo presente
e impide en la distancia que yo vea.
Cuando las emociones inundan los sentidos
las olas arrebatan el pensamiento al mar,
tan duro y tan difícil podrán compaginar
que ya el corazón y la razón quedan partidos
Mis versos no emocionan, lo comprendo,
guardando siempre intento yo la forma
y debo de ocultar si estoy fingiendo
siquiera sin decir me estoy muriendo
tratando no salirme de la horma.
Si le ves, dale un beso de mi parte,
dile si algo hice mal, cuánto lo siento,,
que siempre perseguí, en vano intento,
ser justo, de la guerra juez y parte.
Bendito seas Juan me dijo un día
un tordo que soltando una cagada
la vino a descargar esa pedrada
creyendo que mi pelo así crecía.
Yo amo a mi tierra igual que el bien nacido
le mima a su camino al que agradece,
a esa planta estimula cuando crece,
ase al pecho del ser que le ha parido
y ensalza cuando mece.
(París 13-11-2015)
¡Dolor y pena a mi me da, qué triste!
Yo este lamento inocular quisiera.
en ti, ser que humano eres y eres fiera
y mandarte a penar en una hoguera
por esa atrocidad que hoy día hiciste.
Yo adoro a Dios sobre todas las cosas,
a ese dios que no he visto, que no veo,
que me han dicho que existe y que yo creo
se esconde, sin por qué, tras de unas losas.
Que hoy yo, aquí, reivindicar quisiera
el sentimiento noble, más humano,
el que con la razón se da la mano
sin disquisiciones hacer siquiera.
