Solo poesía
Voy desgranando las horas,
los días de la semana
los minutos de jarana,
y las noches a deshoras,
de las citas las demoras
y los dichos, ¡un momento!,....
Al viento le pedí que me dijera,
al agua le rogué que me escuchara,
al cielo supliqué. Nadie me oyera.
Ninguno, que yo sepa, respondiera,
tampoco de ignorarme se jactara.
Veía de pequeño ese legajo,
"El Árbol de la Vida" su portada,
recuerdo, no recuerdo casi nada,
mirando aquel estante desde abajo.
Un ser que andaba descalzo
un día a un dios se encontró
¿quién eres, le preguntó,
que a conocerte no alcanzo?
Yo nací cuando las balas
se quedaron sordomudas
y las gentes, mas sesudas,
ya dejaron de ser malas*,
cuando todo era antesalas...
Distintos. Somos todos diferentes.
Y así que aparentemos ser iguales
nos une sólo un hecho, que animales
unos más y otros menos, somos gentes
que la sed van saciando en mismas fuentes...
Comiendo va la vida a dentelladas
cual fuera una naranja, gajo a gajo,
dejando sin mascar algún colgajo
y al resto que expulsó dando patadas
con fuerza y a destajo.
Amigo mío, Ignacio, en esta vida,
hay cosas que merecen bien la pena
los goces de esas noches de verbera,
los roces de esa mano que, atrevida,
quisiera navegar surcando el Sena.
El futuro, ese enigma que no tengo.
¿Pasado? Ya está muerto, no interesa,
-un beso apasionado que no besa-,
al que lanzo una coz. Y lo sostengo...
Nacer para morir. Inevitable.
Nacer para morir, aunque no quieras.
Nacer para morir, así no se hable,
o quieras tú pedirle al olmo peras.
Hola, yo soy Donaciano, y tú?
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