FRONTERA
Se humedecen sus ojos claros
cuando comprende que es verdad,
que nosotros entendemos y sentimos su desarraigo.
Que sabemos la gran frontera
que supone las raíces que le tiran
tan fuerte desde aquí
y las de sus hijos encarnadas
en otra tierra… extraña
en otro idioma… difícil
en ota cultura… distinta.
Hay una corriente misteriosa
entre sentimientos encontrados
también mis ojos se ponen húmedos
y en esa mirada que se cruza
vibra la fibra del ancestro
de la raza herida
en el íntimo y tribal sentir
de los humanos.
Se invierte el Universo y retrocede
y una pena profunda nos invade
en un recuerdo tan vivo que parece
que vuelves a vivir,
tantas partidas sin retorno
ya sentidas,
despedidas para siempre de otros tiempos
aun más tristes y remotas,
reminiscencias de otros mundos
más lejanos
donde ni siquiera
coinciden las estrellas de los cielos
para poder mirar
donde miran los que se quedan.
Ella se fue con ocho años
nos parte el alma pensar el tremendo dolor
que tuvo que sentir con tan tierna edad.
Como se les enrasarían los ojos
cuando miró por última vez
el cortijo donde nació
y los abuelos que quedaban solos.
Como se clavó en el alma
el horizonte de los cerros pelados,
la sombra de las higueras y los olivos
y hasta el cariño inmenso que expresa
la cola del perro en cuanto lo mira.
Intuye la tragedia
que vive su pequeña ama
y no se separa un momento
pendiente de sus ojos inundados.
Y cuando le pasa la mano
y acerca su carita de violeta,
emite ese sonido triste
parecido al llanto de los niños,
lastimera expresión del compañero fiel
de los juegos sencillos de su infancia
correteando entre las paletas
y a la sombra de las parras.
Palpita su corazón tan fuertemente
que parece que va a quebrarse
y tiembla como las hojas del álamo
acariciadas por la brisa de levante.
La esperan al pie de la cuesta.
Su madre contiene el llanto con las manos
y su padre la coje con las suyas
para subirla en la culata de la burra
iniciando ese viaje sin retorno
al huraño destino del emigrante.