JOSÉ ÁNGEL BUESA

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

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BLAS DE OTERO

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.

Lee y disfruta de sus poemas...

RAFAEL ALBERTI

Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...

Lee y disfruta de sus poemas...

ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...

Lee y disfruta de sus poemas...

ELIX MARÍA DE SAMANIEGO

Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.

Lee y disfruta de sus poemas... v

FEDERICO GARCÍA LORCA

Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL CELAYA

A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.

Lee y disfruta de sus poemas...

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.

Lee y disfruta de sus poemas...

TIRSO DE MOLINA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color...

Lee y disfruta de sus poemas...

FRANCISCO ALDANA

Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARQUÉS DE SANTILLANA

Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;

Lee y disfruta de sus poemas...

GUTIERRE DE CETINA

Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN

Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;

Lee y disfruta de sus poemas...

LUIS ROSALES

Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?

Lee y disfruta de sus poemas...

ROSALÍA DE CASTRO

¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.

Lee y disfruta de sus poemas...

JOSÉ ZORRILLA

¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!

Lee y disfruta de sus poemas...

JUANA DE IBARBOUROU

A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

VICENTE ALEIXANDRE

¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JAIME GIL DE BIEDMA

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

LEÓN FELIPE

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JULIA DE BURGOS

Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.

Lee y disfruta de sus poemas...

CONCEPCIÓN ARENAL

Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....

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MIS MAESTROS-POETAS

JAIME SABINES

A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,
para levantar tu resurrección. Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MARIO BENEDETTI

No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo

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MIS MAESTROS-POETAS

NICOLÁS GUILLÉN

¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....

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MIS MAESTROS-POETAS

OCTAVIO PAZ

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

MANUEL ALCÁNTARA

El mar, el mar y tú, plural espejo, 
el mar de torso perezoso y lento 
nadando por el mar, del mar sediento: 
el mar que muere y nace en un reflejo. 

Lee y disfruta de sus poemas...

MIS MAESTROS-POETAS

JOSÉ BERGAMIN

AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.

Lee y disfruta de sus poemas...

MANUEL GUTIERREZ NÁJERA

Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

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DÁMASO ALONSO

Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

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GABRIEL Y GALÁN

Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,

Lee y disfruta de sus poemas...

LOPE DE VEGA

Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Lee y disfruta de sus poemas...

AMADO NERVO

¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...

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GLORIA FUENTES

El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.

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LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN

¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?

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JORGE LUIS BORGES

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

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MIS MAESTROS-POETAS

LUIS CERNUDA

Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.

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MIS MAESTROS-POETAS

FRAY LUIS DE LEÓN

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,

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MIS MAESTROS-POETAS

RUBÉN DARÍO

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

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MIS MAESTROS-POETAS

FRANCISCO DE QUEVEDO

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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SAN JUAN DE LA CRUZ

En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

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MIS MAESTROS-POETAS

SANTA TERESA DE ÁVILA

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

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MIS MAESTROS-POETAS

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.

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MIS MAESTROS

MANUEL MACHADO

Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...

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LUIS DE GÓNGORA

Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Lee y disfruta de sus poemas...

PEDRO SALINAS

A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.

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JORGE MANRIQUE

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...

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RAMÓN DE CAMPOAMOR

En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira. 

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ALFONSINA STORNI

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

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NICOMEDES SANTA CRUZ

Cómo has cambiado, pelona,
cisco de carbonería.
Te has vuelto una negra mona
con tanta huachafería.
Te cambiaste las chancletas
por zapatos taco aguja,...

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MIS MAESTROS-POETAS

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.

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ME DICEN LOS QUE SABEN [Mi poema]
Goya Gutiérrez [Mi poeta sugerido]

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MI POEMA …de medio pelo

 

Me dicen los que saben de la vida
que a veces es tan corta, que no es serio
fingir que la llegada al cementerio
pudiera retrasarse en la partida.

Que el tiempo en este mundo es tan escaso
que nadie en divagar perder debiera,
haciendo en cada instante una quimera
así que al fin la misma sea un fracaso.

Me dicen los que saben, que murieron,
no crean que volvieron, no estoy loco,
y aun menos soy adicto, me coloco,
lo sé porque he leído, lo escribieron.

Pues todos en esencia coinciden
y nadie que esto escucha le hace caso
presumo se precisa de un repaso
haciendo las ideas no se oxiden.

Mas sé que aunque se insista, estoy seguro,
por más que el ser humano persistiera,
no habrá nadie que eleve esa barrera
o que haga a su cerebro más maduro.

Que en tanto haya deseos y obsesiones
no habrá un dios que nos saque de este engaño.
Somos mansos borregos de un rebaño,
viviendo en este parque de atracciones.
©donaciano bueno

MI POETA SUGERIDO:  Goya Gutiérrez

Tiempo cero

a Mercè

Un pájaro metálico
Devora la distancia,
Pero sabes que estás lejos
Cuando miras las sonrisas
Blancas, sin ironía
De su noche.

Allí, donde la bruma
Desdibuja los perfiles,
Y la montaña se alza
Amamantando el cielo.
Allí, en la raíces inalterables
Del baobab
Reflejado en sus ojos
Encuentran su refugio:
Máscaras danzarinas
Que espantan
La carrera de otros tiempos.

Allí quizás regresas tú
Disfrazada de viajera,
De incansable consumidor
De instantes.
Del libro «De mares y espumas» Barcelona 2001

El cantar de los amantes:

Homenaje a la poeta y al
poeta suicidas.

«Y ahora soy
espuma de trigo, resplandor de mares»
Sylvia Plath

Espuma espuma

Tragarse el mar respirar agua azul
limpiar con su sal los pulmones enfermos
de ese alquitrán del tedio que atrapa a algunos
seres que se escriben y pactan con la muerte
y has de estar en el mismo saliente
de piedra en la misma grieta
del cristal para comprenderlo

pero dejan su estela enrojecida
sólo para los otros
para muchas de ellas de ellos no hay tragedia
sólo hay ese deseo de cortar la última
hebra
salir de la jaula del mundo
sólo el pulso final el instante febril
de desenmascararla de mirarle a los ojos

sólo querer ser un mar silente
las olas
cercenando las púas de la angustia
entregando la raíz de la voz
a la gruta de las palabras
sólo ser píldora enrocada del reposo
disolver la conciencia
inundar la memoria ser nada

espuma espuma
Del libro «El cantar de las amantes» Barcelona, 2006

La flor del hibisco

IV. Ahora que la luz permite reencontrar
Los silencios que en el grito hibernaban,
Ahora que la lluvia crece irreversible
Bajo el resplandor del trigo y sus espigas
No quiero
Que el tiempo en que dudé de mí
Y de tu existencia
Trace sus redes de telaraña inhóspita

V. Pero, sin el certificado de amar,
Sin bendición ni hipoteca que obligue,
He mezclado mi sangre con tu sangre.
Mi saliva a través de tus labios
Se entrega como espuma
De ola a las arenas. Tierra y carne
Preñadas del olor a magnolia
Y del color del ámbar. Las lenguas,
En aquel hechizarse, olvidan
Los recuerdos de sombras de aves negras
Que traspasan el aire y llegan
Hasta el rayo fatal,
Con cuya claridad abrasa
El espectro más ínfimo.

VIII. En la habitación contigua
Ella escucha a la muerte.
El sonido del agua que baja
Desde el cuarto de baño
Hacia la alcantarilla
Es su helado mensaje:

Disuélvete en la nada,
Acabará la lucha,
Ellos quieren que arranques
La baldosa que guarda tu secreto,
Y despeñada desde el acantilado
Te absorberán las olas.

Pero la vida que aún la estira
En buen agrimensor la ha convertido,
E inspecciona el terreno
Y no halla en sí la kulpa, ni el kastillo,
Y mide, con mano temblorosa
La frialdad del agua…
De pronto

El timbre alborotado del teléfono,
El trajinar cotidiano de unos pasos
Y aquella voz amada
Regalo diario: flor de hibisco,
Que le recuerda el nombre enrojecido
De ese medicamento
Y juntos

La reintegran al mundo de los vivos.

X. Como flor de heliotropo
Queriendo absorber toda la luz,
Me siento yo de ti avariciosa,
Y tengo a veces miedo
Si no de dividirnos,
Sí, de que un azar ingrato
O un accidente absurdo,
-Aquél a quien llaman el destino-
Imponga la tiranía ciega,
Y sus celdas oscuras
De aislamiento.

Por eso enciendo velas
En toda nuestra casa,
Acaricio el color de las maderas
Y viajo a través de nuestros cuadros
Esperando a que llegues,
Sentada en un viejo balancín,
Y lleno todos los huecos y rincones
De blanca sal marina.

XIII. No hay amor sin su sombra y su dolor…

Eros siempre es un niño
Que se nutre de amnesia.

No hay amor sin su sombra y su dolor
Lo sé.
Y también sé que el mar borra las huellas
De las horas clavándose en la arena
Y los ojos llenándose de azul,
Que a veces miran glaucos y poblados
De niebla
Las espumas, desde otoñales playas.

Por eso,
Cuando desvanecidas las estrellas
Que alumbraron estos primeros pasos
Del amor,
Quedemos solitarios una noche
De Octubre
Bajo débiles luces de neón….

Aun sabiendo
Que el tiempo seguirá con sus estragos
¡Cómo quisiera envejecer contigo
Y en los rescoldos del invierno amarnos!

XIV. Y cuando hagan acopio las cenizas
Y amanezcan los primeros fríos:

Juntos indagaremos otras fuentes,
Nuevas formas de amar y de ternura,
Juntos rescribiremos estos versos
Con la sabia mesura de quien llega
De ese viaje del tiempo y la memoria.

Juntos avivaremos con caricias
Los recuerdos
De aquellos días que en ciernes entramos
En la selva por explorar de nuestras
Vidas.

XV. Y cuando de los ojos de la memoria
Se aleje la flor de los almendros
Y las ramas colmadas de los cerezos:

Sin ninguna inocencia
Quisiera que la bondad triunfara,
Poder reconocerla en la mirada
De las fotografías que guardemos,
Y una pequeña sombra de misterio,
Como cuando la abuela me contaba
Historias
De endiabladas y hechiceras al calor
Del fuego,
En los tiempos que las flores sucumben
Tras el rocío, a las fuertes heladas
De un invierno.
Del libro «El cantar de las amantes» Barcelona, 2006

Dar vida cantar su muerte

Tú sabes que no es fácil
que vuelvan a brotar esos gladiolos
Decir que en otro orden la luna el mar existen
Que grullas cenicientas transporten en su pico
la tormenta que sus sílabas puedan
relampaguear en tu poema

No es fácil que no te tiemble el pulso
ante el recuerdo de tantos amasijos de hierro
enmudecidos o de quien rehaciéndolos
quiso darles su voz sobre los campos
de pétalos cruzados en tallos de agonía

Que después de la noche cavada
ya ninguna palabra pueda ser pronunciada
ni escrita con su traje indigente
Y el peso de su color raído
Ha minado las capas muchos de sus tejidos:
belleza vaciada
en un negro agujero de polilla
¿Pero acaso no es ésta
la artífice de esa perforación?

Las palabras son panes que se amasan de nuevo
con esa levadura del día
Para mostrar las cosas los seres sus carencias
de mí a tu otro tacto
Transformándolas al calor que las dore
Y las haga olvidar en su corteza formada
los rumores los gestos todas las manos
que tú sabes en su interior habitan
Para poder vivir:

Dar vida cantar su muerte

De parada y destino imprevisible

Hay trenes como flechas traspasando mi ensueño
Oigo en la lejanía su aullido dilatado en el aire
en medio de la noche
Y todos sus vagones semejan componentes
de esa vieja manada de los antiguos lobos
Atravesando el furor de los hombres
Viajando así en su huida
hacia estepas que quieran albergarlos

Son trenes que no paran ni detienen su curso
en nuestras estaciones de paso cotidianas
Temen perder el rumbo y la velocidad
de su galope al ritmo de una brújula
dirigiendo sus pies fijando su destino
Veo el rumor de su despedida expandirse
Alejarse de la inmediatez de este silencio
de sonido vacío
como el foso que vela ésa tu otra existencia

Hay trenes alados que circundan mi calle
Aves de vuelo gris amaneciendo
que esperan arrancar como ayer
la noche de tus ojos
Su graznido ya no parece huir
Ves cómo se detiene y se aposenta
en raíles de un hierro
que si escuchas en él oirás aún las grietas
y el sabor residual de viajes oxidados

Sobre ellos ha crecido este ofidio
de nuestras cercanías
que pretende engullir tantas manos y pies
ovillados aún bajo su manta en sus asientos:
Hacia el aire expoliado de alas de la gran urbe
Hacia el nido gigante donde reina
un grito más duro y compacto que la roca:
cemento armado gris llenando la calvicie del día
al olvidar la oscuridad que acoge resonancias

De voces y de espacios
O raíles uniendo los fragmentos de túneles
que en mi insomnio estacionan
para que te alces al vagón de otro vuelo

De parada y destino imprevisibles

En el regreso

XVII
Un día quisiera fondear mi nave
y acercarme a nado
como el ladrón que ha olvidado su oficio
Cuando los párpados apretados
retienen las imágenes de los ensueños
Cuando la noche abre sus oscuros brazos
de un silencio apacible

No desearía desviar
los hilos invisibles que el destino
pueda haber trazado sobre el aire
de mi región de origen

Un día quisiera pintar de destiempo
mi barca su obra muerta-viva
Llegar antes de amanecer para escalar
hasta la torre-mirador-buhardilla
Ahondar en las raíces que han crecido
detrás de tu mirada
hasta hacer brotar lo que hay oculto:

En el paisaje de yemas anuladas por las grúas
En la roja traición del tumor en cadena
En el hedor prensil que sirve de alimento
a los dedos que también nos señalan y expulsan
En los rostros carcomidos por el ácido
En la necia posesión que tiraniza
una belleza que hubiera sido
Como una gran compañía redonda
Como las uvas jugosas del tiempo
que aun vacías retienen su dulzura

Y qué daría yo por hallar ese prodigio
que apresar no se deja
Su lecho ilimitado de cristal
sin que nada de ella huya
No temer ya al viento desabrido del invierno
Y tendiéndome en la delicia de la hierba
o sobre las crestas alisadas de alta mar
reconocer lo permanente en esos ojos:

Su duda al elevarse
Como otra forma de saber otro orden
que es seda y es metal y vidrio opalescente
Configurados
por el múltiple rostro de las palabras:
Las mismas que te piensan y alimentan tu pulso
Las que atraviesan cada noche mis sueños
Las que interrogan a quien habita en ellos
Las que rescatan de zonas abisales fósiles
como perlas no ajenas al cuerpo que las forja
Las que dibujan bordados de la idea
de mi pensamiento
en hebras sobre la piel de tu poema
Las que me enseñan los secretos de sus metales
en tu mano junto al fuego en su fragua

Con ellas me he atrevido a jugar esta partida
Azarosa escalera de figuras
con poder de arcanos
Guardianas de una llave antiquísima
capaz de abrir el muro de todo lo certero
que lleva en sí la muerte

Sin ellas qué mineral qué ruinas qué arrecifes
En qué grietas de espejos confundirse
En qué bordes de mil acantilados
abismarse hacia qué esferas penetrar
Su música y cómo renunciar
a pronunciar sus nombres como espadas
de gladiolos de fuego floreciendo
del cristal de las aguas

La nada sin su canto sin su collar de perlas
sin su estela de piélago sin su sal en tu lengua
Llovedme de palabras inundad mis cabellos
Dejadla de alfarera junto a su vidrio hacer
de esta ambigua existencia de lo ebrio: ánforas
que prensen en su vientre los espacios
de otras páginas su respirar
de ojos y de labios
licuados en tu esencia como una creación
de lo que aún desconozco
Como un néctar un silencio nutrido
de rosas-calcinadas y de cenizas-bálsamo
Estremeciendo curando de la fiebre
que exhala su sudor en los espejos
vacíos del poema

Quiero palabras poliédricas de antídoto
inmunizando al alma
de esa vasta anorexia que crece en sus fisuras
Del exceso que se encostra en las máscaras
acumulando el tedio

Dejadla hacer palabras que transformen
en distintas verdades la mentira
Antes que la luz hiera mi incertidumbre
y vele su materia
Antes que emerja su inapelable imagen
y quede desvelada
Antes de regresar de este rincón opaco
de tu laboratorio
Antes que la fugacidad abra su puerta

Antes que nos invada su niebla inexorable

Escribiendo lo que huye

Tengo un rostro lacerado por arrugas secas.
Margarite Duras

El amante de rasgos afilados
y manos de marfil
tiene una cueva en el pecho
atravesada por hielos milenarios

El amante de la China del Norte
sostiene siglos en los hombros
a cambio de un oro viejo
que hunde también sus manos
en lo obsceno
Semejante a la miseria
de los que nada poseen

Leo los brazos de los tilos abriéndose
Cubriendo el verdepálido
de la noche Indochina
Reconozco a la niña de piel blanca
resucitada de millares de muertes
Dolor de desterrada
más anciana que el tiempo
Sabia como el oído y el ojo
que hacia dentro atesoran
filtrando un elixir:

(latido universal)
Con que una mano pueda los metales fundidos
al calor desnombrar

Escribiendo lo que huye

De «Hacia lo abierto» Barcelona, 2011

Con todos sus ojos ve la criatura lo abierto.
Porque cerca de la muerte uno ya no ve la muerte
y mira hacia fuera fijamente, tal vez con amplia mirada de animal.
Rainier Maria Rilke

Tierra o existencia 1ª parte

De su revelación (Fragmento)

I
Ojalá sabiéndome vivir pudiera
Abrir mi corazón como granada
Reintegrar a la tierra al agua al aire al fuego
esa semilla que a ti y a mí nos fue otorgada
y al espacio del continuo fluir pertenece

No temer a la muerte sí a los dioses
impuestos y palpables
Pensar que de nosotros se alzará una energía
consecuencia final de todo lo vivido
que podrá o no enlazar sus manos:

al finito eslabón
sin principio ni fin del Universo

II
¿Por qué sufres entonces
tiñendo de veneno tus latidos?

Por qué nunca aprendemos
a no sentir el peso de nuestra exigüidad
Quizás es que en el fondo nos sabemos
tan leves como plumas
subyugadas a la fuerza del viento

Y cubriendo con guantes nuestras manos
vamos echando lastre
de todo lo celeste y lo terreno
que atrae al interior del horno inmenso
nuestro cuerpo y espíritu imanados
Hacia el mundo candente y mineral:

licuar transformador universal
de los metales

IX
Y tú poeta intentando avanzar
por las espesas arenas del desierto
nómada develándote en éxodo continuo
hacia la sed de hacerse fuente y de brotar
mujer hombre persona

Árbol diseminado por algún espejismo:
silente observador que a nuestro errar asiste

Él como tú permanece
mientras una retina los absorba
y aquel pliegue de las ramas internas guarde
esa leve hendidura de alguno de ambos pasos
o un fulgor entreabriendo una palabra tuya

Ni él ni tú pueden salvar a nadie
ni esperar salvación:

aunque las manos de sus brazos secos
parece que quisieran rasgar el firmamento

Agua o sueño 2ª parte

Invitación al viaje (Fragmento)

III
Se ha levantado el día con su sol
Su luz es la muralla el límite
de algo paradisíaco surgido y eclipsado
por los lomos antiguos sin ninguna inscripción
En esos anaqueles de la gran Biblioteca
de ensueños de la noche

La luz nos ha expulsado y nos regresa
a ambos rostros de carne
Un reflejo ha encendido el fulgor
de un relámpago en alguna caverna
de nuestro delicado corazón
Y al instante se ha ahogado
en un inmenso mar de claridad
Nuestra contemplación comprometida
amable hace anodinos nuestros rasgos
Quizás jamás volveremos a estar
tan cerca frente a frente
Nos cubrimos con el habitual velo de lo extraño
sin saber lo que fue
Sabiendo lo que podría haber llegado a ser
El ritmo se aminora se agudiza el silbato
Te apearás después de que nuestras miradas
quisieran con sus pequeños rayos develar
y hacer suya
esa sustancia ambigua fugitiva inabarcable
que alguien nos dio a beber desde lo oculto

Aire o despertar 3ª parte

Que nadie intenta poseer (Fragmento)

V
El éxito consiste en ese sigiloso oteo
zafándose acechando
El éxito es la destreza del guepardo
La articulada esbeltez de los rayos sus músculos
La certeza del salto que cree en su valía
por fin sobre la presa

Pero tampoco la justicia existe
en la Naturaleza
Y como en el mundo de los humanos
en la cima más alta
los cien ojos observan
el diligente trabajo silenciado
por un vuelo de negros alerones

Ocupación del aire hacia la tierra
a favor de otra pluma de otro estómago
Majestuosas alas guardianas de la esfera
de nuevo han descendido
hasta las mismas vísceras

VI
Nunca antes había visto un azul
jaspeado de blancas y grises gaviotas
como aquél asomado al Atlántico

Un azul como un ancho silencio
Atracado en el puerto
Encarnado en los rostros marcados
cuyas miradas dicen que nada han de esperar
viendo llegar las barcas
Ahora todos convergen en el sabor intenso
de la sal en el aire
– el viejo deseo de un pasado-
Flota libre el frescor de la sangre
como savia y ceniza en lento vuelo
la vejez de la sabiduría

La ganancia quizás de estar
desaprendiendo ya la muerte
esa quietud abandonada
perdurable
en la memoria de la palabra
a la que todo arriba
que nadie intenta poseer

Fuego e inicio 4ª parte

Quizá nuestro adentro esté ya afuera (Fragmento)

I
Quizá en su principio fue la oscuridad
en el silencio de un color
sin nombre

La oquedad absorbiendo
Un gran vientre pletórico
que al quebrar sus confines
dilatando se abrió

Y fue un gran estallido
el que hizo surgir
del último estertor: la llama
Un grito desgarrado: la vida

Desde dentro hacia afuera
Desde fuera hacia adentro
De «Hacia lo abierto» Barcelona, 2011

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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