Subido en una barca huyó el deseo,
el deseo se fue como una barca
que ha encontrado acomodo en otra charca,
no paro de buscar y no la veo.
Jugar con las palabras yo he jugado
igual con la pelota juega un niño
y algunos tropezones me he pegado
rompiéndome la crisma o algún piño.
Perdices hoy yo he visto entre matojos
y a sapos y a culebras en campiña,
mas nunca he visto a Dios, que abrí los ojos,
mirando me caí, ¡cielos!, de hinojos
de un pino al tropezar con una piña.
A pintar he subido al firmamento
sobre el cielo en sus nubes de acetato
la figura que amé, con tu retrato,
y ha salido enlazada con el viento
reflejado en un simple garabato.
Mil veces pregunté y otras mil veces,
debiendo conformarme sin respuesta,
luchando por subir la misma cuesta.
No insistas, yo escuché, no lo mereces
mejor será que hicieras una encuesta.
Soy la esquina de un sueño de cartón
que revolotea en torno a la ignorancia,
la miseria,
el dolor y la angustia,
la muerte.
En nombre de la duda yo os emplazo
trocando al que es agnóstico en creyente.
La duda siempre va contracorriente
que avanza, pues no hay luz, dando un codazo.
De pronto me vi solo ante la puerta
oyendo una ovación de bienvenida,
la estancia exenta estaba de salida,
diríase la sala estaba muerta.
Arrastro la nostalgia en mi pupila.
Yo soy un melancólico perdido.
Los hechos que han pasado y que he vivido
los llevo a buen recaudo en mi mochila.
Él era feliz hasta que un día
se quiso atravesar en su camino
un bicho que, apropiando de su sino,
torció sin compasión la travesía
causándole un tropiezo repentino.
Cuántos días, recuerdos, cuántas horas,
cuántas lluvias alegres, cuantas grises,
campanas en la iglesia tan sonoras,
los ruidos de disparos, las perdices.
Hace tiempo lo sé, que ser felices,
lo dice nuestra historia, está vetado,
no preguntes por qué pues lo he intentado
incluso restañando cicatrices.
Me angustian los que sufren de penurias
o que andan algo escasos de sustentos,
y afligen afectando a sentimientos
al ver como soportan las injurias.
Mas siempre si es preciso yo denuncio,
en tanto a mis prebendas no renuncio.
Mi tierra no es mi tierra es nuestra tierra,
que haber nacido allí no es un derecho,
ni es justo que se intente sacar pecho.
Y aquel que a circunstancia tal se aferra
que tenga buen provecho.
Un niño es una especie de pelota,
-recuerdo que hace un tiempo yo era un niño-,
que salta y se repite y que rebota,
haciendo sus cabriolas se alborota
y expande con sus besos su cariño.
Contigo he fracasado,
y ahora ya nuestro tiempo se termina
no puedo comprender por qué esa inquina
se asoma cuando paso por tu lado,
y aun menos su sordina.
Una vez hubo un Partido,
fue Podemos pa' más señas,
que llevaba en sus enseñas
a un tal cielo prometido.
Como quiera que el tendido
tal promesa la anhelaba...
Cuántos rezos, suspiros y plegarias,
cuántos salmos y a Dios invocaciones,
cuántos llantos plagados de emociones,
de creyentes, de gentes solidarias,
y cuántas frustraciones.
