JOSÉ ÁNGEL BUESA
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
BLAS DE OTERO
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos su versos.
RAFAEL ALBERTI
Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo...
ANTONIO MACHADO
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero...
FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO
Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
¡Favor!, que viene el lobo, labradores.
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Lee y disfruta de sus poemas...
GABRIEL CELAYA
A veces me figuro que estoy enamorado,
y es dulce, y es extraño,
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.
Las canciones de moda me parecen bonitas,
y me siento tan solo
que por las noches bebo más que de costumbre.
MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS
Recuerdo que en los días rosados de mi infancia,
la abuela…(¿de quién son los abuelos?, ¿de los niños?),
solía por las noches, cuando la tibia instancia
parecía una caja de dulces de la luna,
contar historias viejas. Hoy ya no sé ninguna.
LUIS DE GÓNGORA
Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Este amor que ha venido de repente
y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura,
ceñida al corazón exactamente.
TIRSO DE MOLINA
Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?
El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
MARQUÉS DE SANTILLANA
Recuérdate de mi vida,
pues que viste
mi partir e despedida
ser tan triste.
la respuesta non devida
que me diste;
NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN
Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;
LUIS ROSALES
Abril, porque siento, creo,
pon calma en los ojos míos,
¿los montes, mares y ríos,
qué son sino devaneo?
ROSALÍA DE CASTRO
¡Con qué pura y serena transparencia
brilla esta noche la luna!
A imagen de la cándida inocencia,
no tiene mancha ninguna.
JOSÉ ZORRILLA
¡Ay del triste que consume
su existencia en esperar!
¡Ay del triste que presume
que el duelo con que él se abrume
al ausente ha de pesar!
JUANA DE IBARBOUROU
A ártico cielo y soles de Brasiles
bajo palio de heridos corazones,
a ociosa espuma y a fluviales sones
anda el Sagrado Corazón en lides.
VICENTE ALEIXANDRE
¿Qué firme arquitectura se levanta
del paisaje, si urgente de belleza,
ordenada, y penetra en la certeza
del aire, sin furor y la suplanta?
JAIME GIL DE BIEDMA
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
LEÓN FELIPE
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,...
JULIA DE BURGOS
Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.
CONCEPCIÓN ARENAL
Había en un lugarón
Dos hombres de mucha edad,
Uno de gran sobriedad
Y el otro gran comilón.
La mejor salud del mundo
Gozaba siempre el primero....
JAIME SABINES
A caballo, Tarumba,
hay que montar a caballo
para recorrer este país,
para conocer a tu mujer,
para desear a la que deseas,
para abrir el hoyo de tu muerte,
Lee y disfruta de sus poemas...
MARIO BENEDETTI
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
NICOLÁS GUILLÉN
¿Cuándo fue?
No lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:,....
OCTAVIO PAZ
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
MANUEL ALCÁNTARA
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
JOSÉ BERGAMIN
AGUA sólo es el mar; agua es el río,
Agua el torrente, y agua el arroyuelo.
Pero la voz que en ellos habla y canta
No es del agua, es del viento.
MANUEL GUTIERREZ NÁJERA
Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?
DÁMASO ALONSO
Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;
GABRIEL Y GALÁN
Cuando pasa el Nazareno
de la túnica morada,
con la frente ensangrentada,
la mirada del Dios bueno
y la soga al cuello echada,
LOPE DE VEGA
Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
AMADO NERVO
¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
es un rayo de luna...
GLORIA FUENTES
El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.
El burro nunca ganará carreras.
JORGE LUIS BORGES
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN
¿Qué acecho de dolor el alma vino
a herir? ¿Qué funeral adorno es éste?
¿Qué hay en el orbe que a tus luces cueste
el llanto que las turba cristalino?
LUIS CERNUDA
Ventana huérfana con cabellos habituales,
Gritos del viento,
Atroz paisaje entre cristal de roca,
Prostituyendo los espejos vivos,
Flores clamando a gritos
Su inocencia anterior a obesidades.
FRAY LUIS DE LEÓN
Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
RUBÉN DARÍO
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor...
Lee y disfruta de sus poemas...
ALFONSINA STORNI
Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Esparce octubre, al blando movimiento
el sur, las hojas áureas y las rojas,
en la caída clara de sus hojas,
e lleva al infinito el pensamiento.
SANTA TERESA DE ÁVILA
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
SAN JUAN DE LA CRUZ
En una noche oscura
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
MANUEL MACHADO
Yo, poeta decadente,
español del siglo veinte,
que los toros he elogiado,
y cantado
las golfas y el aguardiente...,
y la noche de Madrid,...
PEDRO SALINAS
A esa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.
JORGE MANRIQUE
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
RAMÓN DE CAMPOAMOR
En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira:
Todo es según el color
Del cristal con que se mira.
SALVADOR DÍAZ MIRÓN
En buen esquife tu afán madruga,
el firmamento luce arrebol;
grata la linfa no tiene arruga;
la blanca vela roba en su fuga
visos dorados al nuevo sol.
FRANCISCO DE QUEVEDO
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
FRANCISCO ALDANA
Clara fuente de luz, nuevo y hermoso,
rico de luminarias, patrio Cielo,
casa de la verdad sin sombra o velo,
de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso,
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Volverán las oscuras golondrinas
De tu balcón sus nidos a colgar
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán.
GUTIERRE DE CETINA
Excelso monte do el romano estrago
eterna mostrará vuestra memoria;
soberbios edificios do la gloria
aún resplandece de la gran Cartago;...
LUIS DE GÓNGORA
Mientras por competir con tu cabello
Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;
¡A LA MIERDA! (con perdón de la mierda) [Mi poema] Pablo Lorente Muñoz [Mi poeta sugerido]
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MI POEMA… de medio pelo |
Algunos medios toman la mierda, Son como lapas, son carroñeros, Cuanta más mugre más hacen caja Y aunque no crean moral no tienen #Ese fango del que muchos obtienen dividendos Clic para tuitear |
Para algunos medios de comunicación las tertulias políticas se han convertido en un estercolero en el que sólo hablan de corrupción, dando vueltas una y otra vez al mismo tema intentando que cada vez huela peor. Ese es su negocio. Así de simple.
Una muestra de sus poemas
Los miembros del G-8 se reúnen, de nuevo,
para hacerse una foto en algún lugar blindado,
tanto, que no pueden ver lo que pasa
en su país, a su alrededor, ni en sus ordenadores
pirateados por otros miembros amigos y enemigos
tan solo amigos del dinero de la foto.
La selección de fútbol gana en algún país en guerra
de cifras, que no gasta sino en balones,
en estadios faraónicos por unos días
mientras la gente se concentra, asalta, se manifiesta
hartos de que los de arriba decidan por ellos, hartos.
Hartos de que la bolsa se desplome y la de la compra
suba y suba hasta casi no poder alcanzarla,
y los recortes se recorten y las becas se acaben
en una primavera árabe, madrileña, brasileña
o de cualquier otro punto del mundo, unidos todos ellos
por el Google espiado, por el Facebook espiado
por espías que luego se arrepienten de sí mismos.
La democracia mancillada una y otra vez mientras
se nos intenta convencer e intentamos convencer
a otros muchos países de que es lo mejor, o lo menos malo.
Algunas inundaciones en un verano invernal que nos salva
del desierto porque “Winter is coming”, porque el invierno
siempre está viniendo, como el rescate a la banca,
o a todo un país con una cuerda convertida en soga.
Para finalizar noticias alegres de pan y circo:
algún jugador se esfuerza y gana,
otro campeonato, otra liga, millones, l
as fiestas de algún pueblo, un concierto,
un cocinero famoso que nunca nos dará de comer…
¿Quién nos salva a nosotros?
Mira cómo se retuerce entre sus cenizas
y mira al cielo mientras cae la lluvia,
sin reconocer nada de lo que ve
porque no siente nada.
Ni las bombas como granizo en los ojos
ni la muerte de sus amigos,
ni los muchos ladridos de los perros en jauría
que vuelven a la carga para apoderarse de lo que quedó.
Ellos son los únicos dueños ya de este mundo infernal
de aspavientos del dolor y quejidos de nada.
Y tú que te piensas y te crees mejor que ellos,
sentado en un cómodo sofá con la nevera a rebosar
de mentiras que te llegan con un mando a distancia
que te da un cierto poder, el mandar en algo.
Pero en ese resquicio de poder una advertencia
mira tu alrededor, lee estos informativos y date cuenta
de que no tienes ni idea de nada,
de que no has entendido nada
porque ese poder es como todos,
terrenal y pasajero, el reloj sigue contando
y tarde o temprano te los encontrarás,
todas esas caras de los informativos
te estarán esperando, tarde o temprano.
¿Y ahora, vas a cambiar de canal?
Todas las mañanas a sangre y hierro con mucha gente,
con la inocencia absurda de pretender enseñarles algo
y sin la certeza de que tenga validez el día de mañana;
el sentido de la frustración, día tras día, en los muros
siempre aburridos, porque si no,
si fuera divertido, les cobrarían una entrada.
¿Para qué? Me pregunto, nos preguntamos.
¿Para que una mentira se convierta en una verdad?
¿Para continuar el ciclo sin tiempo con otra mentira?
Y así van pasando las horas y los días y los meses
hasta que llega el verano y me puedo mentir a mí mismo,
otra vez con tu recuerdo quizá,
con unas vacaciones en algún país bonito,
porque hasta en esas sucursales del infierno
hay lugares bonitos pagados con billetes bonitos,
bonitos porque la gente de sus sitios no saben ni cómo son,
vedado el acceso, como a tu recuerdo.
Tras tanta mentira podemos hacer que la verdad,
—hasta de eso somos capaces—
cambie de cara, a fuerza de ser tan cara.
Con mis mentiras construyo muros perfectos e invisibles.
Por eso, nadie se atreve a cuestionarlos,
porque al que propone destruirlos lo tildamos de loco.
Aunque en el fondo lo envidiamos,
tanto a él como a su suerte,
un ostracismo mítico y prodigioso.
Eso, si con suerte podemos mirar más allá de los muros.
Tú me prometiste un cielo azul infinito
poblado de nubes benignas y vientos de amor.
Yo te prometí que cazaría para ti un dragón
con alas de terciopelo y aliento de sándalo
que tú amaestrarías para nosotros y nuestros hijos,
y que las estrellas dibujarían nuestro nombre,
y nuestros hijos nacerían de pasión de luna llena.
Tú me prometiste que el amor no entraría en nuestro hogar
porque sería imposible que cupiera más.
Yo te prometí que amor sería, en mi limitado léxico,
la única palabra de mi vocabulario todos los días, a todas horas.
DEL LIBRO: En tierra de nadie, Sabara editorial (ebook), Zaragoza, 2014.
De sus lágrimas de pez
descendía la profundidad del océano,
el frío de los icebergs
y la imposibilidad del perdón.
De su incapacidad de sirena alada,
colgaban algas que descendían
en lugar de cuerdas vocales,
hilos de nácar en su interior.
Su esqueleto convertido
en ramas de sauce derretido,
del color de muerte de grafiosis.
Sus palabras perdidas, ora en perlas,
ora en corales azul infinito,
en palabras sin receptor y sin sonido.
En sus lágrimas de pez,
se leía la incapacidad,
la impotencia
y la frustración negro primavera.
A cada lágrima,
un resquicio desesperanza,
a cada paso,
un anclaje más en el limo del río,
así era su tristeza.
Se dice, se cuenta, se rumorea
que María Laticia Ramolino
besaba todas las noches a su hijo,
Napoleón Bonaparte,
y la furia de su estrategia
no conoció más que el confín del frío.
Se dice que Klara Pölzl arropaba cada noche
a todos sus niños, Adolf Hitler entre ellos,
el mayor creador de imágenes de la Historia,
no las olvidaremos por los siglos de los siglos.
Se cuenta que fue tiernamente criado
en palacio con mimos infinitos,
Vlad III de Valaquia,
durante años y mientras tuvo fuerzas,
bosques kilométricos de empalados
se alzaban en el horizonte.
Se rumorea que el niño soldado
con ojos de selvas impenetrables
y matanzas propias y ajenas,
tras plantar un bosque de minas,
recuerda todavía las caricias paternas,
mientras limpia su AK-47.
Cuánta fuerza el amor.
A Iñaki Ochoa de Olza, Francisco Salgado
Rivera, Antonio Galea Gordillo, José María de
Miguel Renedo, Miriam García Pascual,
Leandro Arbedo, Xavier Ormazábal, Rafael
Guillén, Pablo de Miguel Renedo, Guillermo
Mateo Yeste, Antonio Miranda, Atxo Apellániz,
Félix Iñurrategui, Javier Iturriaga, Manuel
Álvarez, Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Javier
Olivar, Pepe Garcés y tantos otros que murieron
en las alturas mientras intentaban resolver todo
este desbarajuste.
Yo he visto,
salir humo de los campos,
lluvia de cenizas blancas sobre campos
negros,
mientras todo el mundo miraba hacia otro
lado,
donde el dolor gritaba sin saber lo que le
esperaba.
He visto que la luz todopoderosa
de la bomba nuclear, sólo ha servido
para llenar los arsenales de todo el mundo
y gastar más y más de nuestra frustración,
en prepararnos a conciencia para destruirnos.
He visto caer bombas de todo tipo sobre
Sarajevo,
y los efectos en los hospitales, en los
mercados,
en las almas que intentaban salir de su cuerpo
y correr en busca de refugio con suerte
dispar.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto una ocupación tras otra,
a los tanques de juguete disparar, destruir,
atropellar,
y la leve resistencia de un alma armada con
nada
y por ello, temiblemente poderosa.
He visto tratados de paz
olvidados antes incluso de firmarse,
como si la foto trajeada de rigor,
pudiera devolver a los hijos la sangre a su
morada,
las lágrimas a los ojos
y detener los ríos rojos con banda sonora de
kalashnikov.
He visto a miles de niños morir de
hambre,
mientras los mayores apostaban sus pieles en
los mercados,
mientras sus gobernantes robaban a manos
llenas
para llenar la cueva de Alí Baba,
y no ser nunca cogido con las manos vacías.
He visto fabricar más y mejores
perfectas herramientas del olvido,
en forma de pastillas, de polvos blancos o
supuestas medicinas,
para facilitar la labor, para hacerlo todo aún
más fácil
y seguir ajeno a toda la existencia del
fracaso.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto un asesinato, uno más,
un tiro en la nuca, un fusilamiento
sumarísimo,
un degüello sin gloria y con pena,
un coche bomba hacer añicos una vez más la
esperanza.
Una y otra vez, he visto
a los mejores cerebros de mi generación
fracasar,
una y otra vez,
y levantarse tantas veces como hiciera falta,
cada vez con un golpe en la frente y una
cicatriz en el alma.
He visto a mi pueblo convertido en
hordas de almas en pena,
ilusionados con unas zapatillas,
una televisión gigante o un móvil de última
generación,
buscando elementos que los dignificaran entre
tanto caos,
y equivocándose al desdeñar el caos y no
nombrarlo.
He visto destruido el compromiso, destruido el
honor y olvidada la palabra.
He visto a la mujer más bella del mundo,
envejecida, ajada y desolada por el fracaso,
pensando en sus ancestros, y en sus fracasos
y como tantas otras veces y otras tantas
causas,
no ha importado nada.
He visto, al fin, el final de la luz y la era
sin energía,
iluminada tan sólo por la esperanza de la
palabra.
Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.
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