POETAS PARA PARAR UN TREN (Mi poema)
Abelardo Castillo (Mi poeta sugerido)

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MI POEMA… de medio pelo

 

Poetas hay que pasan por la vida
sin nada a celebrar, pena ni gloria,
tratandoles cual fueran una escoria
y hay otros que llenando van la historia
gozando de alabanza desmedida
dispuestos a guardarse en la memoria.

Poetas de la vida y de la muerte,
poetas del placer y sinsabores,
poetas de los sueños, de las flores,
que cantan al amor de sus amores
y envidian al que tiene buena suerte
lo mismo que a los peces de colores.

Poetas a millares, por un tubo
poetas como chinches, a patadas,
que sueñan con las musas como aliadas,
volviendo siempre van a las andadas,
creyendo que quien tuvo lo retubo
pues fueron bendecidos por las hadas.

Consciente como sé no es de recibo
y en esto cada loco con su tema,
intenten disfrutar de algún poema
a cuestas su presteza o con su flema,
propongo si a alguien gusta lo que escribo
que pida a Dios lo salve de la quema.
©donaciano bueno

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MI POETA SUGERIDO: Abelardo Castillo

Abelardo Castillo

Espejos

Antes que yo, dos hombres han sentido
el sagrado pavor de los espejos.
No soy yo, es mi miedo lo que mido
con esos dos, tan altos y tan lejos.

Poe y Borges supieron de esta rara
maldición de la luz: la que duplica
el horror paulatino de mi cara
que en vejez, tiempo y muerte se disipa.

Dios debiera velarnos a estos jueces
de la ruina del alma y de sus grietas.
Ya es pecado morir, por qué mil veces
matarse entre cristales y aguas quietas.

Por eso no hay espejos en mi casa.
En la pared, un gran dibujo intenta
fijar mi antigua cara. El tiempo pasa
y me asesina sin que yo lo sienta.

FOTOGRAFÍA DE MALCOLM LOWRY

Tremendas mangas, tremendos pantalones y ese mar y esa barba, Malcolm Lowry, y el Popocatepl detrás, o lo que sea,
algo como un volcán,
como el Embudo aquel,
como un presagio.

Es raro, señor Lowry,
lo miro y hace frío,
me digo yo a este hombre lo conozco con esa mole gris
como la muerte, tiene las manos entre las piernas, tiene
frente de mono y grandes mangas y un pantalón de lino, un
pantalón como de marinero,
detrás la Bestia gris,
detrás
hay una especie de montaña que a lo mejor fue verde en las laderas,
pero cómo saberlo.

Y es notable
que alguien saque la foto
de los que posan sobre un fondo tan gris mirando lejos.

Sería interesante
hacerse una pregunta, consultar
a un astrólogo,
sincerarse,
y ver qué significa Malcolm Lowry mirando lejos junto al mar y con las manos entre las piernas como un
chico que duerme, con sus tremendas mangas y sus
tremendos pantalones, Malcolm Lowry con sus tremendos
pantalones y su barba,
tranquilamente junto al mar,
pegado en mi pared,
de perfil al demonio.

LA OSCURA

Esa mujer semidesnuda aguarda
a un hombre que tal vez vendrá esta noche.
Veo su pelo y en su pelo un broche
de plata isabelina. El hombre tarda.

La mujer es inglesa pero tiene
ojos y largo pelo de española.
Es hermosa, es ardiente y está sola.
No dormirá esta noche si él no viene.

Hay un gato, tal vez… No sé más nada
de esta dama morena y de su impuro
insomnio de mujer que espera a un hombre.

Solo sé que está en Londres, que en su almohada
arde su pelo como un fuego oscuro
y que Shakespeare jamás dijo su nombre.

EL ORANTE

En el exacto centro de mí mismo
hay un hombre que reza, cada noche,
yo lo dejo
tratando de no perturbarlo demasiado.

él no cree en las palabras que murmura
pero reza de noche
cuando siente que yo no lo vigilo.

Tres dijes

I
Salgo a remar de noche
por el agua profunda de tus ojos
Una larga ola parda
donde mi amor deriva
como un barco lento.
A veces
se oye una música muy triste
dentro de tus ojos
Y hay como un estuario
donde me gusta estar tendido de espalda
recordándome.

II
Pero a veces te odio
salgo a cazar de noche
husmeo el aire
para divisar allá tu espinazo de corza
caer sobre tu flanco
como un amor
como un tropel de perros
partirte el corazón bajo la luna.

III
Mientras la noche se arma
sobre el mundo
separados como dos continentes
lejos como amantes polares
divididos
por el ecuador simbólico del sueño.

Elegía para la casa demolida

Sólo quedan fantasmas de blasones
yuyos contando historias de rosales con una rosa azul
tumbados leones
Hay que soñarlo todo
los hastiales, el aljibe que amó la enredadera
decir la luna de oro en los vitrales
el geométrico marco, la escalera
los frisos del balcón, los capiteles
el dragón, el cupido, la quimera
No olvidar allá atrás los dos lebreles de piedra
y el estanque circundado por canteros ardidos de claveles
y la puertita de metal forjado, condenada y profunda
y misteriosa
como para un fantasma demorado por el que
alguna noche sigilosa él jugó a entrar cuando
ella le decía que era nuestra casa
yo tu esposa y allá
yo sé en qué austera galería
una grave armadura medieval
que viéndonos pasar se sonreía
Era de ellos y así era
cada cual nació para una casa y unos sueños
ellos tenían casa señorial
mirarla era mejor que ser sus dueños
Era invierno
cerraban bien la puerta
y abrir un libro y encender los leños
para ser de esos dos que más
Abierta sólo a ella y a él los esperaba
aún más acogedora por desierta
y un día simplemente ya no estaba
Ni la muchacha fue
ni él vino nunca
Un día no hubo más que yuyo y grava
un león tumbado, una escalera trunca
un día simplemente ya no estaba
y a aquellos dos ya no soñaba nunca.

El desterrado

Esta ciudad queda lejos de las rosas de mi padre y de la ventana que da sobre las rosas y de mi mesa junto a la ventana y de mí.

Si valiera la pena escribir en esta ciudad la historia de mi vida
hablaría primero de mi pueblo
y de las calles de mi pueblo
angostas
y cortas
y mal iluminadas.

De la iglesia
(del curita aquel que una mañana no dio misa
y de la muchacha que desapareció esa mañana)
del río
y la barranca y de las lápidas irlandesas del cementerio viejo que está sobre la barranca y del vecino loco que muere entre sus flores y de una puerta que a veces no existía.

Después, padre, hablaría de un perro que se llamaba clavel.

Todo en voz muy baja
como quien se confiesa.

Me da un miedo espantoso morirme en esta ciudad sin haber hablado nunca de estas cosas.

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Donaciano Bueno Diez

Donaciano Bueno Diez

Editor: hombre de mente curiosa, inquieta, creativa, sagaz y soñadora, amante de la poesía.

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